Abismo

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La raya del día anterior era siempre su desayuno.

Con torpeza alineaba el polvo blanco con su billete de 1,000 wons, o por lo menos los restos que sobraron en el borde de la mesa. Inhalando profundamente, su cuerpo experimentó esa adrenalina que lo dejaba extasiado por un breve periodo de tiempo. Porque nunca era suficiente. Nunca tenía suficiente.

Frunciendo la nariz, observó a su alrededor con las pupilas dilatadas.

-¿Has visto? -preguntó a la nada-. ¡Aquí sigo! ¡No me he ido, maldito cabrón!

Dio dos pasos, tambaleándose patéticamente. Se tropezó con los muebles del comedor hasta agarrarse a los bordes de un cuadro que colgaba de una de las paredes.

-¡¿Cuántas veces te dije que no colgaras tus mierdas?! -gritó, arrancando el cuadro y lanzándolo contra el televisor.

Señalando un punto del vacío, YoonGi habló como si tuviera alguien enfrente suyo.

-¡No me mires así! ¡Tus cuadros siempre fueron una mierda! ¡Siempre fuiste una mierda, Jin! ¡Al igual que yo!

Los efectos de la cocaína eran inmediatos, alterándolo y poniéndolo furioso. Y a pesar de todo, YoonGi era bien consciente de que Jin no le escuchaba. Su amigo ya no escucharía sus quejas ni insultos, porque Jin se había ido... y no regresaría.

-¡Mira lo que hago con tu preciado arte! ¡No quiero nada de ti! ¿¡Me oyes!? ¡NADA!

Durante los siguientes diez minutos se dedicó a destrozar el mismo cuadro hasta hacerlo pedazos, pero todavía quedaban ocho más repartidos por toda la casa.

YoonGi nunca entendió el arte, pero Jin aseguraba que los salvaría a ambos.

"Será nuestra terapia. Reflejaremos en el lienzo nuestros pensamientos y nos liberaremos".

Riéndose sin ganas, se dejó caer de espaldas contra la pared, exhausto tras descargar su furia sobre el lienzo pintado de color llamativos y figuras deformes. Quería borrar todo rastro suyo para hacerle saber que estaba mejor sin su molesta presencia. Que quien se había equivocado al abandonarlo había sido él.

Porque Min YoonGi no se iría. No todavía.

.

.

Los gemidos y los sonidos obscenos de piel contra piel llenaron el ambiente sórdido de esa descuidada y sucia habitación. La cama rechinaba provocando ese sonido irritante soportando con dificultad los dos cuerpos desnudos que había sobre el viejo colchón. Hoseok ahogaba sus gritos contra la almohada, siendo sostenido por YoonGi, quien lo embestía duramente por detrás.

El sudor perlando sus cuerpos y las palabras sucias susurradas al oído hacían de ese encuentro lo que era: sexo duro, rápido y breve.

Penetrándolo lo más profundo posible, YoonGi no medía su fuerza. Nunca lo hacía. Amaba escuchar los gritos de su novio, ya fueran de dolor o placer. Puesto bocabajo, Hoseok se aferraba a la almohada, gimiendo en descontrol mientras sentía las brutales acometidas dejarle sin aliento.

El orgasmo fue intenso, estremeciéndole de pies a cabeza. Encontrándose exhausto, no pudo si quiera recomponer su respiración; YoonGi no había terminado aún. Las estocadas eran precisas y constantes, como a él le gustaban.

No fue hasta al cabo de un minuto o dos que el mayor se corrió en su interior, gruñendo de placer y saliendo de él sin ninguna consideración. Jadeando por esos intensos quince minutos que duró su encuentro tórrido, YoonGi se colocó de espaldas contra la cabecera de la cama, buscando algo con las manos.

Garden of Evil  {YoonSeok}Where stories live. Discover now