Dos

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Giró los números del teléfono mientras movía su pie ansiosamente. El bastardo de Miles tenía que contestarle, le partiría el rostro cuando lo viera si no lo hacía.

— Maldita sea, contesta Miles —Hoseok empezó a respirar un poco enojado, retorcía los dedos de sus pies dentro de sus zapatos.

— ¿Si? —finalmente una voz se escuchó al otro lado de la línea. Hoseok se permitió respirar— Habla Miles.

— ¿Tienes lo que te pedí? —Hoseok casi susurró, casi, porque realmente no lo hizo.

— ¡Hoseok! ¡Que gusto escucharte! —algo en su voz decía hipocresía.

— Deja tus juegos de lado, Miles. ¿Tienes lo que te pedí, si o no? —Si Miles no conociera a Hoseok, podría jurar que este quería asesinarlo por aquel tono tan filosamente asesino que tenía.

— Tranquilo, Jung. —dijo con un tono burlón— Tengo todo lo que me pediste, claro, si te refieres a las treinta cajas de vodka polaco, importadas desde Varsovia. ¿Quieres que te las lleve a tu casa personalmente?

— No estoy para bromas, pedazo de mierda. —se tomó unos segundos— Las quiero mañana por la tarde. No a más tardar de las seis. Si no lo haces, puedes considerarte hombre muerto. —Colgó.

Hoseok tenía bolas, era un hombre desafiante y tenía su carisma, pero volviendo al tema, no lo podías comparar con los criminales en Alcatraz.

Hoseok sólo sería su juguete.

— Maldita sea —se frotó los ojos y se estiró en su asiento. Suspiró.

Algo le decía que esto lo terminaría acabando, algo le decía que era mejor parar ahora, no arriesgarse, pero otra parte le decía que no fuera un maricón cobarde, si esto funcionaba podía ganar dinero suficiente como para no pagar la renta por casi medio año, y muchas cosas más.

— Esto tiene que funcionar —ahora si susurró.

Alguien tocó la puerta.

Dejando de frotar su cara, levantó la mirada hacia los pies de la puerta. Había una sombra, alguien del otro lado, y Hoseok no era el tipo de hombres que recibía visitas seguido, de vez en cuando una que otra prostituta, pero nada más. Así que cuando cayó en cuenta, la alerta golpeó su cabeza.

Se levantó lentamente. Volvieron a tocar la puerta. Hoseok decidió no responder.

A unos centímetros de tocar la perilla, su corazón empezó a latir dentro de su garganta. Tragó saliva.

Giró la perilla y al jalar la la puerta, sus ojos se encontraron con Danniel, el oficial de policía más hijo de puta en toda América.

— Hazte a un lado, necesito verificar tu apartamento. —le mostró su placa y lo empujó ligeramente a su izquierda. Miró desde el techo hasta el suelo buscando cualquier pequeño error para culparlo de lo que fuera.

— ¿Quién te dio permiso para entrar así a mi departamento? Necesito ver la orden —Hoseok frunció el ceño y cerró la puerta con seguro.

— Abre la puerta y aléjate de ella, Jung. Sólo es un protocolo. Sabes que últimamente han habido muchas muertes de prostitutas en la ciudad. —lo amenazó con la mirada. Viendo como Hoseok se alejaba de ella.

— ¿Y qué esperas? ¿Qué yo me ponga a asesinar prostitutas en mi tiempo libre? Mi tiempo vale más, por si no te habías dado cuenta. —tomó un puro y lo puso entre sus labios. Tomó el encendedor de su saco que se encontraba sobre su silla.

— Sé que planeas algo, Jung —Danniel pasó los dedos por su mesa, arrastrando el polvo que había en ella.

Internamente, Hoseok palideció. Posó sus ojos sobre un lugar en específico por unos segundos, mientras encendía su puro alguna alerta dentro de él le presionó el cerebro, sin embargo no lo hizo notar— ¿Ah, si? Bien por ti.

— Sabes lo que les hacen a los nuevos en Alcatraz, ¿no? —quitó los dedos de su mesa y lo miró— He estado ahí, Hoseok. He visto cosas desagradables que quisiera olvidar.

Hoseok caló del cigarrillo, Danniel tenía que aceptar el buen actor que era.

— Tu sabes que Kim Taehyung está en esa prisión, y yo sé lo que ese hombre es capaz de hacer. Tiene a toda la prisión aterrada, incluso a mi, joder. —se acercó un poco a él— En la prisión están empezando a faltar celdas, sería muy jodido si te tocara con él.

— No estoy planeando nada. No iré a prisión, por más que te duela. —se cruzó de brazos y levantó el mentón.— Además, no le tengo miedo a ese idiota. —mintió.

— Como digas, Jung, pero si yo te atrapo haciendo tus movidas, ten por seguro que personalmente te acompañaré a tu celda con Kim. Yo mismo me encargaré de que quedes con él y yo mismo veré como te asesina. —el brillo en sus ojos era enfermo.— Deberías de empezar a tenerle miedo. 

Hoseok apretó los dientes, tratando de contener cualquier insulto que lo hiciera arrepentirse.— Lamento decirte que tu sueño sólo se quedará en eso, mi querido Danniel.

— Trata de creértelo. Estarás tras las rejas en un abrir de ojos, tenlo por seguro.

— Si estás esperando intimidarme, déjame decirte que no lo estás logrando.

— Oh, no estoy tratando de intimidarte, sólo te estoy avisando. Será mejor que cuides tu espalda.

— ¿Acaso tienes algo en contra de mi porque soy asiático? Déjame adivinar, te enamoraste de un coreano cuando tenías dieciséis y te desquitas conmigo porque me parezco a él. —dio otra calada a su puro y lo señaló— Si, debe ser eso.

Danniel sonrió— Veo que conservas tu toque carismático. Que bien que seas un pendejo con sentido del humor, porque lo necesitarás en prisión. —pasó de su lado y abrió la puerta— Ve preparando frases de súplica en coreano, las necesitarás —y salió azotando la puerta.

Hoseok volvió a calar del puro.

— Idiota.










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pied piper

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