Capítulo 17

2.7K 176 19
                                    

Por un momento, separó la vista de todos los papeles que se encontraban esparcidos por la mesa. Desde recortes de periódicos, hasta hojas arrancadas de cuadernos llenas de garabatos, y por supuesto, fotografías. Su mirada estaba cargada de dudas. Mantenía el ceño fruncido mientras yo cruzaba los brazos, intentando mantener una postura seria:

-¿Qué es lo que quieres?

Me extrañé al instante por su pregunta. Sólo le había dicho que olvidáramos todo y resolviéramos el caso juntos, ¿tan extraño era? Se ve que pudo leer mis emociones, porque antes de que pudiera replicar, volvió a hablar:

-Es inusual que seas tú la que entierre el hacha de guerra.

-Sigo enfadada, pero un asesino sigue suelto, no podemos dejar que siga suelto porque tú y yo hemos peleado.

Se quedó ahí parado, como si intentara procesar lo que acababa de decir. Por un momento, temí que fuera a negar la petición, pero pronto se hizo a un lado con la silla, permitiendo que me acercara a la investigación:

-Tengo varias teorías que pueden relacionar los problemas que hay últimamente por aquí con el padre de Verónica.

Sonreí, feliz de que pudiéramos dejar nuestra situación a un lado, aunque fuera de manera temporal.

(...)

-¡Andrómeda! ¡Andrómeda! 

Giré la cabeza ante los gritos, encontrando a un James al que le faltaba el aire. Contuve la risa al ver lo mucho que parecía haber corrido. Actuaba como si hubiera terminado un maratón. Apoyó sus manos en las rodillas mientras tomaba grandes bocanadas de aire, por lo que puse una mano en su hombro para intentar que se calmara:

-¿Qué ocurre? ¿Estás bien?

Se incorporó a tal velocidad que tuve que dar un paso hacia atrás, y su sonrisa demasiado radiante hizo que un escalofrío recorriera mi espalda:

-¡No! Quiero decir, ¡sí! Estoy perfectamente... ¿puedo acompañarte a casa?

Parpadeé un par de veces, tardando en entender y procesar lo que había dicho:

-¿Y eso a qué viene? ¿Quieres saber dónde vivo?

-Siento que desconfíes de mí, pero déjame que te acompañe. Ni siquiera tengo por qué ver dónde vives, puedes pararme a cuatro manzanas y prometo que no te seguiré...

Al instante me arrepentí de preguntar aquello en voz alta. Su sonrisa seguía siendo radiante, pero en sus ojos se podía distinguir que estaba dolido. El hecho de que fuera una serpiente de manera inconsciente hacía que levantara todas las barreras posibles ante cualquier acto de amabilidad:

-Por favor, es muy peligroso que vayas sola, deja que te acompañe...

Podía estar engañándome, podía estar haciendo la actuación de su vida, y si así era, merecía un aplauso. Me dejó totalmente paralizada, con el corazón encogido. Agarré con fuerza una de las correas de mi mochila, estaba ante un chico que era mucho más alto que yo y que en aquel instante... parecía diminuto.

Asentí débilmente, no pude resistirlo. Si era mentira, ya buscaría la manera de solucionarlo, pero no podía marcharme y dejarle así. 

Soltó un profundo suspiro, y me lo agradeció en un murmullo. Notaba que mi pulso se encontraba acelerado, pero comencé a caminar a su lado forzándome a aparentar calma.

Poco después de abandonar el edificio, ninguno de los dos había abierto la boca para el momento en el que mi móvil sonó. Casi de manera desesperada lo saqué, observando que tenía un mensaje de Jughead.

Larga vida al rey - Jughead JonesWhere stories live. Discover now