Capítulo 2

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     Mikoto despertó muy temprano al día siguiente, había soñado toda la noche con el chico del parque y se había visto a sí misma caminando de la mano con él. Por momentos aparecían los amigos de él en escena y se reían de ella, en ese momento despertaba sobresaltada e intentaba dormir nuevamente.

—Buenos días... ¿te sientes bien? Tienes una cara terrible, déjame ver la herida de tu frente.

Mito se acercó a su nieta mientras ésta se acomodaba en la mesa de la cocina para desayunar.

—No te preocupes abuela estoy bien, anoche hizo mucho calor y me costó dormir, eso es todo.

La explicación no pareció convencer a Mito que la miraba como si de un momento a otro su nieta pudiera colapsar, la familia había cuidado a Mikoto como una muñeca de porcelana desde que había nacido y no podía soportar que por su culpa su nieta se hubiera lastimado, si hubiera sido algo grave ¿qué le diría a los padres de la niña?

Con cuidado Mito tomó la frente de su nieta y quitó el vendaje, la examinó con detenimiento y le realizó una curación breve con alcohol

—No debería quedar una marca muy grande y por suerte no necesitaste sutura, será mejor que dejemos la herida al aire para que cicatrice más rápido.

—Abuela...

—¿Qué sucede?

—¿En dónde está el abuelo?

—Salió temprano, un amigo lo llamó para pedirle ayuda con su jardín.

—Ya veo...¿puedo preguntarte algo?

Mikotoo dudó, temía que su abuela pudiera sospechar de sus nuevos sentimientos por un chico pero la curiosidad pudo más.

—¿Qué quieres saber?, desde ayer estás bastante misteriosa—Mito sonrió con picardía, sabía que su nieta tenía algo dentro de la mente pero no le preguntaría al respecto, esperaría a que Mikoto tuviera la confianza suficiente para contárselo.

—¿Qué edad tenías cuando conociste al abuelo?

—Bueno veamos...yo tenía más o menos quince años y tu abuelo dieciocho, dos años más tarde nos casamos —Al ver la mirada sorprendida y asustada de su nieta Mito se echó a reír—Recuerda que eran otras épocas querida, antes los chicos y chicas se casaban jóvenes, además era época de guerra y la vida era muy incierta, no sabíamos si podíamos morir de un momento a otro, así que si eso sucedía sería mejor hacerlo habiendo confesado nuestros sentimientos a la persona amada ¿no crees?

—Es muy romántico abuela, ¿tienes fotografías de esa época?

—Creo que tengo algunas en mi recámara, iré por ellas para mostrártelas, ¿a qué viene tu duda a ésta hora?, para comenzar nunca te levantas a las seis de la mañana y menos haciendo éste tipo de preguntas.

Mito miró a su nieta con ojos curiosos, estaba casi segura de que algo estaba sucediendo en el corazón de la pequeña y no pudo evitar recordar sus días de juventud.

—No es nada abuela, solo tenía curiosidad...

—Ya veo...supongo que es natural cuando comienzas a ver a los chicos de otra forma, a veces olvido que ya casi tienes doce años—Mito sonrió al ver la cara de vergüenza y horror de su nieta.

Mikoto bajó la vista con el rostro completamente rojo por la pena pero no dijo nada, comenzó a tomar rápidamente el té humeante que su abuela le había dejado sobre la mesa.

Fugaku

—¿Necesitas algo del pueblo mamá?

—¿Puedes traer algo de arroz?, queda muy poco y tu padre no podrá traerlo, llegará tarde de la estación de policía.

Amor...LOCO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora