Capítulo 3

24.6K 1.1K 34
                                    

Mi cabeza duele como si la hubiesen golpeado con un bate por seis horas consecutivas. Todo está oscuro y siento como si mis fuerzas hubiesen sido drenadas por una aspiradora.

Oigo murmullos alrededor, pero no logro descifrar lo que hablan. El esfuerzo que hago por mantenerme consciente cansa con rapidez y nuevamente caigo en la oscuridad.

***

No sé por cuánto tiempo he dormido, pero siento un fuerte jalón en la cabeza mientras despierto lentamente, dejando salir un gruñido de dolor.

Mis ojos fijan su atención en el decorado arquitectónico del techo del lugar en el que me encuentro, dejando pasar unos segundos hasta caer en cuenta que no estoy en mi cuarto. Algo anda mal, pues noto que sólo puedo ver de un lado y eso dispara mis alarmas. Inmediatamente trato de levantarme sólo para ser atacada por palpitaciones infernales, como si mi cerebro fuese una bomba a punto de estallar.

Dejo escapar una protesta y antes de que pueda encontrar una posición cómoda para sentarme, una mano rodea mi antebrazo y me estabiliza con delicadeza sin mucho esfuerzo.

Logro esbozar un “Gracias”, mientras mi mano explora mi cara y encuentra un vendaje que no había notado que tenía.

-¿Cómo te sientes?- Pregunta una voz masculina. No logro ubicar a quién pertece, pero suena algo familiar.

Pensar demasiado sólo hace difícil la tarea de ahuyentar el dolor, así que me digo con un razonamiento simple, que seguramente debe ser Peter la persona junto a mí, pues ningún otro chico querría estar conmigo y mucho menos verse asociado. Mi sentido auditivo debe estar igual de arruinado que mi cara en esos momentos.

-¿Quieres que te diga lo obvio o espero a que Sherlock Holmes venga y te haga el favor?-Respondo sarcástica, sonriendo agriamente.

Aún no puedo recordar lo que ha sucedido y francamente no tengo prisa, sabiendo lo que pasará si fuerzo la situación.

-Por lo visto no está tan mal como habíamos pensado.

-Creo que subestimamos su cabeza. Es más dura de lo que parece.

Dos voces adicionales se suman, mientras el sonido de risas a mi alrededor hace que olvide mi estado actual y abra mis ojos (o específicamente mi ojo derecho) que se encuentran cerrados tratando de calmar el martilleo insoportable.

Difícilmente logro registrar con mi ojo sano que estoy en un lugar lleno de camas por doquier, perfectamente tendidas y arregladas como si nadie las hubiese usado en años. El lado derecho del lugar es lo que capto inmediatamente, y notando las cajas blancas con cruces rojas incrustadas en la pared, no me hace falta deducir que este lugar debe ser la enfermería.

Digiero la información en mi mente y tres segundos después, imágenes de una cancha de tenis y cuatro jugadores me invaden.

Cancha de tenis, jugadores, “300”, chico de azul, vergüenza, clase de Literatura, grito, ¡BAM!, oscuridad.

Pero algo no está bien.

Algo falta en el recuento de los hechos. Algo que se encuentra luego del ¡BAM! pero antes de la oscuridad. Estoy segura que es algo importante porque todo mi cerebro grita que tengo que recordar. Nuevamente repaso lo ocurrido, escuchando que a mi izquierda las tres voces han entablado una conversación.

-¿Cómo sientes tu ojo?- Pregunta nuevamente la voz familiar. Al ver que no respondo, su tono se vuelve más sólido al hablar esta vez -¡Hey! ¿Puedes oírme?

Qué pregunta tan estúpida, claro que puedo…

No. No, no, no, no. Ahora recuerdo perfectamente lo que pasó y no puede ser cierto.

El Último Año Con El Playboy MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora