6. Ansiedad ⭐

5.4K 425 287
                                    

Ignacio conoce la manera de aflojarte la lengua, incluso cuando no estás de acuerdo, con poco esfuerzo. Sin duda acertó al unirse a la facultad de psicología, pero me temo que no obtuvo el mérito del postgrado Madison Donovan.

Esquivo cualquier tema respecto a mi reacia reacción sobre su profesión con inteligencia, y soy yo quien se adueña del control de la conversación. Los minutos pasan, miro la hora verificando cada cierto tiempo cuánto ha transcurrido desde que Dominic se marchó. La oscuridad cubre el cielo pintado de estrellas, noto los estudiados movimientos de los agentes de seguridad moviéndose por el complejo con especial precaución, dando repetidas indicaciones por el pinganillo. Por algún motivo, me empiezo a intranquilizar.

Me paso por los brazos el vestido veraniego, hago un lazo con el cinturón y me pongo los lentes oscuros. El móvil de Ignacio suena, haciéndolo despertar. Echo un disimulado vistazo a los agentes de seguridad; reconozco cuando algo no va bien. Sentada en el borde de la tumbona mientras me coloco las sandalias, intento oír la confusa conversación que mantiene, pero cuelga sin darme la oportunidad.

—Nos vamos —asegura, vistiéndose.

— ¿Qué está pasando?

Ignora mi pregunta, recoge lo importante y me insta a caminar hacia el interior del hotel. No pierdo el detalle de que las miradas de los agentes se ciernen en nosotros.

—Ignacio, cuando pregunto algo exijo una respuesta.

—Kai Jing está a punto de llegar, no puedes estar aquí mientras él lo esté.

—Si vendrá es con la intención de matarlo... —analizo. Freno el paso para dar media vuelta—. Tengo que regresar.

—Eso será imposible —indica, obligándome a caminar. Peleo contra su agarre en mi brazo pero no desiste ni un poco, su fuerza es mil veces superior a la mía—. Val Lee ya te conoce, puede que alguien más también, si te ven será tu fin.

—Es que no puedo permitir que lo maten y se inicie una masacre mundial, Ignacio, es mi deber —enfatizo—. Hay mucho en juego.

—Escucha —suspira, detiene el caminar y conecta nuestras miradas—. Ha habido un problema externo, Dominic tuvo que citarlo para renegociar. Te traeré luego que él y su gente se marche, pero tenemos que apurarnos.

Indecisa, observo la esquina del pasillo que lleva de regreso al vestíbulo, luego la que nos guiará al estacionamiento. No sé porqué pongo tanta insistencia cuando sé con certeza que Dominic es duro de matar, y estamos en un sitio no indicado para formar una guerra.

Sigo los apresurados pasos de Ignacio hacia el estacionamiento, donde corremos en búsqueda de su coche. Estando a solo cuatro coches de distancia del BMW, una fila de cuatro camionetas irrumpe en el espacio.

—Diablos —sisea—. Ve por detrás de los coches y quédate escondida en el mío.

Adopta una postura indiferente, esconde las manos en los bolsillos y vigila las camionetas que se estacionan en la siguiente hilera. Sigilosa, me muevo entre los coches tratando de no mostrar ni un mechón de pelo. Para cuando estoy detrás del Ford azul, las voces coreanas son más audibles. Están cerca. Me mantengo agachada, atenta a cada palabra.

— ¿Acaso el cabrón Callaghan te envió a escoltarnos? —reconozco la voz en inglés de Kai Jign.

Asomo un poco la cabeza por un costado, así puedo visualizar el panorama. El líder de la KDO está frente a un desinteresado Ignacio, acompañado por varios hombres y a su lado, la querida Val usando muletas.

Pobrecita.

—No son tan importantes como para darme ese lujo. Yo ya me voy, pero quería ver cómo seguía Val.

Rendirme a tu amor (PAUSADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora