―Pero no tendría por qué hacerlo solo ―observó la latina―, si hay gente a su alrededor que quiere ayudarle a sobrellevar esa carga...

―No es cuestión de encontrar de quién agarrarme ―replicó sutilmente el profesor―, debo hacerlo solo. Es eso, sin más. Sin echarle la culpa a nadie, sin buscar alguien a quien atribuirle el dolor. Nadie es culpable de ello, quizá lo único que cae en nosotros y en los demás es no dejar que el dolor nos consuma. Cuando lo hace, ni siquiera nosotros mismos nos reconoceremos.

La castaña no pudo más que asentir con la cabeza, pues sabía de lo que Hermes Grigori estaba hablando. La venganza y el rencor son sentimientos que ella conocía como si fuesen viejos amigos, producto de haberse preguntado días y noches enteras el responsable del asesinato de sus padres.

Se sorprendió a sí misma pensando que, de haber continuado pensando en ello, una furia le habría poseído nada más haber sabido de la existencia de la muchacha. No obstante, no había sucedido. Algo debió haberlo impedido, de otra forma; ella misma  habría agradecido el poder de la furia, dándole la posibilidad de cumplir con su venganza. Algo o alguien la estaba protegiendo.

El timbre sonó de nuevo por los pasillos de Midtown High, anunciando el final del descanso y el reinicio de las clases. Ava pudo salir de sus pensamientos y miró, una última vez, a Hermes Grigori antes de intentar despedirse. De no ser porque alguien la detuvo.

―¡Hermes! ―gritó una voz lejana a ellos. Ambos se giraron a encontrar el origen del llamado y se sorprendieron al vislumbrar a Nyria Grigori caminando hacia ellos.

El corazón de Ava comenzó a latir frenéticamente contra su pecho, sintiendo en todo su cuerpo la energía fluyendo incontrolablemente. Sabía que era Némesis, que la diosa había poseído el cuerpo de la pobre mujer posterior a los sucesos del puente Williamsburg. Lo que ella no lograba concertar era el por qué su cuerpo palpitaba y una sensación de calor abrasó su cuerpo, instándola a un solo objetivo.

Matar a Nyria Grigori.

Se abrazó a sí misma mientras la mujer se acercaba hacia ellos, mirando a su marido.

―¿Cuántas veces te he dicho que no me busques cuando estoy en el trabajo? ―medio gritó el profesor Grigori, mirando a su mujer con una mueca de encono. Nyria, por su parte, no se dejó intimidar por las palabras de su esposo.

―¿Y tú te crees que a mí eso me importa? ―replicó la pelirroja―, te he llamado más de veinte veces y no has contestado ninguna de mis llamadas. ¿Es que así va a ser de ahora en adelante?

―Ya no puede "seguir" nada, porque tú y yo hemos terminado todo, Nyria ―explicó el hombre hastiado. Ava supo que era el momento para retirarse lo más silenciosamente posible. Intentó darse media vuelta abandonando el pasillo, no obstante la mirada de la mujer que Némesis tenía a su merced le caló los huesos.

La necesidad de terminar con su vida aumentaron. Una faceta suya ansiaba terminar con ello de una vez por todas. Pero su otra faceta, la faceta humana, sentía un terrible pesar al saber que ella era responsable de que ahora Némesis fuera huésped en el cuerpo de Nyria Grigori.

―¿Qué estás mirando, niña? ―preguntó hostilmente la mujer en dirección a Ava―, ¿no te enseñaron a no escuchar las conversaciones de los demás?

―Nyria ―intercedió el profesor Grigori mirándola con autoridad―, no metas a los estudiantes en esto. Ni siquiera deberías estar aquí ―le recriminó él, aguardando a la respuesta de su mujer.

Nyria Grigori tenía una mar de sensaciones recorriendo todo su cuerpo. La chica frente a ella... podía percibir su hostilidad. Sus ojos palpitaban en tonalidades verdes que no presagiaban nada bueno. Némesis, o Nyria; o ambas según sea visto, se estremecieron ante la mirada esmeralda de la muchacha.

NÉMESIS ━ peter parkerWhere stories live. Discover now