Capítulo 3

169 34 7
                                    




El fin de semana pasó velozmente. Taehwan y yo hemos jodido, sí, pero luego él dejó caer la bomba. Se trasladaría a Japón para trabajar.

Oh, bueno. Quién sabe por qué, me siento casi aliviado.

Nuestra relación estaba muerta desde hacía algún tiempo, no quedaba mucho sobre lo cual lamentarse ya.

Tal vez fuera el haberme dado cuenta de que no había nada por lo que llorar lo que me llevó a pasar una semana de mierda después de su partida. Es duro concienciarse de que no tienes nada a lo que aferrarte.

El viernes, en un momento de pausa en el cual nadie parecía necesitarme, me conecto a Internet y comienzo a navegar sin una meta definida.

Reviso mi correo electrónico y, a continuación, no sé cómo, en la mente se me atraviesa rápidamente la imagen de Mino. No lo he visto en toda la semana.

Obviamente, no está obligado a buscar un libro semanalmente, tiene un trabajo que lo mantiene ocupado así que incluso es lógico que no se haya dejado ver.

Vuelvo a pensar en la tienda de tatuajes y escribo su nombre en Google, tratando de averiguar si tiene un sitio web. Y allí está, «Jihno». «¿Jihno?» Oh, por supuesto. Mino y Jiho. Me pregunto si son compañeros también en la vida fuera del trabajo... Son tan diferentes.

Sacudo la cabeza para expulsar ese pensamiento y comienzo a desplazarme por las fotografías de su trabajo, quedándome con la boca abierta. Algunas son verdaderas y absolutas obras maestras.

—¿Puedo?

Una voz me sobresalta y giro de golpe para encontrarme de frente con la otra mitad del nombre «Jihno» Jiho, tigre, valiente y feroz.

—En qué puedo ayudarte —le digo, un poco ido al hombre que esta parado frente a mi, aparte de todo, también tiene el ceño fruncido.

—Esto —dice arrojando un libro sobre el mostrador.

Miro el libro y no puedo evitar levantar las cejas.

—«¿Un saco de huesos?» Otro fanático de Stephen King.

—No es para mí —dice rápido, mirando a su alrededor como si no quisiera estar aquí.

Bienvenido a mi mundo, pienso con sarcasmo.

—Oh, ¿es para Mino? —pregunto incluso antes de darme cuenta— y...

—Sí, es para él. No ha tenido tiempo para pasar. Pero él quería leerlo. Y me ha enviado a mí.

Jiho habla como un telégrafo, con la misma musicalidad. Cero matices y palabras arrojadas rápidamente una tras otra.

—Entiendo —le digo, asintiendo con la cabeza, aunque no sea cierto. Ingreso los datos en el programa y empujo de nuevo el libro hacia Jiho—. Aquí está. Todo listo.

—Gracias —refunfuña alejándose.

—Saluda a Mino de mi parte —se me escapa de los labios antes de darme cuenta. Jiho se vuelve hacia mí, me mira y luego niega con la cabeza. Estoy pasmado. ¿He dicho algo malo?

Por la tarde, a la salida de la biblioteca, está Hyesun esperándome y yo no puedo evitar reírme cuando la veo corriendo a mi encuentro, balanceándose peligrosamente sobre sus tacones. Tiene bolsas de todas partes y una expresión radiante. Jaehyun ciertamente llorará lágrimas amargas tan pronto tenga en sus manos el extracto de la tarjeta de crédito.

—¿Has desvalijado un banco? —le pregunto riendo mientras la levanto de la tierra, ya que me alarga sus brazos.

—¡Nunca haría eso! ¡Yo soy una dama! —me responde mientras me propina un codazo en el estómago.

his scar ; namsongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora