━━ 070. LOYALTY (III)

Începe de la început
                                    

—He matado gente también —afirmó—. No quiero que tengas miedo de mí, yo nunca haría algo para lastimarte.

—Nada podría hacerme querer alejarme de ti —le aseguré, atrapando su cuello entre mis brazos hasta que sus labios rozaron los míos—. No tengas miedo. Estoy aquí.

Mi boca hambrienta se lanzó nuevamente hacía la de Bucky, empezando así otra intensa pelea entre ambos donde yo luchaba por dominarlo y él trataba con toda su resistencia de no caer ante sus impulsos. Me monté sobre su regazo, mi lengua saboreando su labios al mismo tiempo que mis manos escurridizas se introducían en su camisa para acariciar su remarcado abdomen. Sonreí bastante complacida cuando mi entrepierna se frotó contra su virilidad en proceso de erección. Gruñó cargado de pura excitación y esto no hizo más que lubricarme hasta chorrear. Descendí con besos hasta su mandíbula, dejando también pequeñas mordidas que lo ponían más duro, hasta que llegué a su cuello donde tomé su piel con mis dientes para dejar una marca. De sus labios se liberó una maldición mezclada con un gemido, yo estaba ganando. Mordí mi labio inferior, mientras mis dedos se deshacían lento de la remera blanca que cubría mi desnudez, ya que no cargaba con sostén. Mis senos se quedaron expuestos para sus ojos hambrientos, su rostro reflejaba la lujuria en su punto máximo.

Lo tomé del cuello, empujando su rostro hasta el lugar donde quería sus besos. Él entendió el mensaje y con sumo cuidado comenzó a pasar sus labios sobre mi cuello, logrando sacar un gemido de mi parte. Eso lo motivó a ir más abajo, llegando pronto al valle de mis senos donde probó gustoso, dejando chupetones y rozando con sus dientes en ocasiones. Era todo un caballero, bastante bueno para tener unos cien años. Mis manos se movieron hasta los bordes de su chaqueta verde, intentando quitarla hasta que sus manos me detuvieron abruptamente, asustándome.

—Perdón, no puedo —reiteró, quiso apartarse pero lo evite.

—Deja de esconderte, Bucky. No voy a irme, lo juro —le sonreí, acercando manos una vez más, cuidadosamente.

—¿Segura? —me miró aún dudoso, acariciando mi cabello.

—No te vas a arrepentir.

Quité lentamente la chaqueta para continuar con su suéter rojo, fingiendo conmoción cuando observé su torso denudo y su brazo metálico expuesto al aire libre. Acaricié con la yema de mis dedos el lugar del cicatriz que unía ésa prótesis a él, sonriendo. Quería de verdad alejar todos esos sentimientos negativos que le aquejaban.

—Wow —murmuré, delineando la estrella roja sobre la prótesis.

—Es horrible, lo sé —sonrió con sutil melancolía.

—Un brazo robot no define lo que eres, Bucky. Y eres un buen hombre —repuse sonriente.

—Si quieres irte... —susurró antes de ser interrumpido por mí.

—No vas a querer que me vaya después de ésta noche —le prometí.

Lo besé antes de que pudiera volver a dudar, alejando todo eso, todo lo que Hydra le hacía cargar. Su pecho desnudo rozó contra mis pecho, haciéndome estremecer con la sensación. Su lengua caliente jugaba con el espacio libre entre mis labios, entrando y saliendo sin dejarme disfrutar, al tiempo que sus manos recorrían mi espalda. Levantó mi cintura para acomodarme entre las sábanas, debajo de su fornido cuerpo sin llegar a aplastarme. Mis dedos se encargaron de quitar está vez su pantalón junto a su ropa interior antes que retirar mis propios pantaloncillos de pijama con mis bragas húmedas. Ahora esto era piel contra piel, no más barreras, de verdad iba a suceder.

Mis labios seguían su trabajo con los de él, cada vez más desesperados, mientras mis dedos atrapaban su sexo sin vacilar, provocándole un quejido gutural. Lo acaricié lento pero firme, brindándole todo el placer que sabía que necesitaba urgentemente. No era ningún secreto que no se había follado a alguna mujer desde que nos conocimos, y lo sé porque nunca lo vi llevar a una a su departamento. De hecho, resultó sorprendente que no sufriera de eyaculación precoz. Sus grandes manos se aferraron a mi trasero para acomodarse mejor al ritmo de mis movimiento, apretando cuando llegaba a la punta o cerca de sus testículos. Separó su rostro para mirarme, lucía como una bestia salvaje fuera de control, sus labios abiertos mientras soltaba gemidos entrecortados... y me puso al cien como ningún otro hombre anterior. Mi mano aumentó la velocidad, presionando con más firmeza para crear un dolor placentero.

—Quiero venirme dentro de ti —jadeó, y estoy segura de que pude tener un orgasmo con ésas palabras. No lo esperaba viniendo de él.

No vacilé en colocar la punta de su sexo directo al mío, dejando que jugara con la entrada lubricada y lista para recibirlo. Luego de unos instantes sólo mirando mi rostro, balanceó su cuerpo hacía atrás y me penetró, robándome todo el aire al llenarme por completo. Vaya, estaba muy bien dotado, por un momento creí que volvería a desvirginarme. Esperó de nuevo antes de iniciar un duro y paciente vaivén, gruñendo cada ocasión que llegaba hasta el fondo de mi sexo. Su boca regresó a mis labios para devorarlos con una pasión arrebatadora, nuestras lenguas se encontraban en medio de los gemidos y las pequeñas mordidas. Mis caderas se levantaban para una mejor penetración y lo atrapé con mis piernas al no ser capaz de resistir toda su potencia sobre mí que lo obligó a moverse más rápido sobre mi cuerpo.

Mis paredes se apretaron a su duro miembro erecto por el aumento de la excitación y adrenalina que nos estaba llevando al borde del colapso, incluso nuestras bocas ya no pudieron más y se separaron para liberar cada exclamación que desbordaba placer. No importaba la cantidad de vecinos que se quejaran por la mañana. Nos movíamos tan rápido, como poseídos, que no interesaba el resto del mundo. Bucky separó mis piernas un poco más para pegarse lo más posible a mi, tomando fuerte mi cintura para las estocadas finales, las cuales se volvieron potentes, frenéticas. Juro que me sentí entre las malditas estrellas. Bucky gruñía como un lobo, apretaba los ojos, su cabello estaba hecho un lío y no podía existir algo más sensual que eso. Era verdad porque con ésa imagen logré terminar, estallando en un quejido demasiado alto que seguramente despertó a alguien. El soldado se vino en mi interior justo como lo prometió, colapsando sobre mi con su orgasmo.

Ésa noche fue mágica y por primera vez tuve algo real sólo para mi, ¿y saben qué? No la merecía, pero podría morir ahí como la mujer más feliz del cosmos.

𝕭𝖚𝖈𝖐𝖞 𝕭𝖆𝖗𝖓𝖊𝖘 ( 𝖒𝖚𝖑𝖙𝖎𝖛𝖊𝖗𝖘𝖊 )Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum