Consejo 5: "Se tú mismo"

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Marinette:

— se tu mismo Adrien, no hagas que nada ni nadie te cambie. Si ella no ve lo especial que eres entonces no es la correcta. ¡Suerte!

Con ese mensaje Adrien amaneció de buen humor, saliendo temprano de su casa para ir a practicar esgrima a la escuela.

— buenos días alumnos— el profesor comenzó a hablar— la competencia será pronto, ya lo saben, hoy veré sus avances por favor no me decepcionen, confío en ustedes— todos se colocaron en sus lugares. Adrien esperaba a cierta azabache que aún estaba en los vestidores, no podía pasar pues era el de damas y no era apropiado.

El profesor se posó a su lado.

— Adrien, mientras que esperamos a Kagami ¿Cómo van?— pregunto con una sonrisa.

— bien, hay que afinar unos detalle pero estamos bien— el profesor se alegró al escuchar eso.

— veo en tu mirada que te atrae, ¿no?— Adrien se sonrojo.

— ¿Có-mo lo sabe?— era obvio, solo Adrien no se daba cuenta.

— no lo sé, pero por tu cara es cierto. Te doy un consejo de profesor a alumno— Adrien asintió.

— que no te rompan el corazón muchacho, y tú tampoco lo hagas con alguien más. Ese daño es el que te va a durar para toda la vida— Adrien parpadeo un par de veces.

— muchas gracias por su consejo. Profesor— el asintió.

— las mujeres son un enigma que cuando ya estás por descubrirlo todo vuelve a ser cero y debes comenzar desde el comienzo. Usa estrategias, si conoces a la mujer entonces crea las estrategias correctas— vieron a la chica acercarse con prisa y se despidieron con una rápida mirada cómplice.

— lista, vamos Adrien— ya en sus posiciones, empezaron a pelear iban muy parejos, en un descuido Adrien se desconcentro y cayó al suelo con la punta de la espada en su pecho.

— gané— afirmó la chica, ayudo a Adrien a levantarse.

— jaja, suerte supongo— rio.

— la suerte es para los tontos, debes aprender a esforzarte para alcanzar tus metas— Adrien la miró perplejo.

— tienes razón, lo siento, la próxima no tendré piedad— sonrieron. El siguiente round Adrien ganó.

El profesor tocó el silbato después de media hora.

— ¡Muy bien chicos, tomen un descanso!— ordenó. Los alumnos candados se tomaron los minutos libres para descansar y tomar agua.

— ¿Dónde aprendiste el esgrima?— pregunto Kagami.

—en mi casa, mi padre me contrato un profesor cuando era un niño, cuando me dejó venir a la escuela pude estudiar aquí— comentó con timidez.

— ¿Padre sobreprotector eh?— Adrien rió.

— si, bueno, es un poco sobreprotector— Kagami rió— ¿Qué me dices de ti?

— no soy de París, estudie en mi tierra natal y soy la mejor hasta ahora.

— presumida— comentó burlón.

— ¿Te duele la verdad, Agreste?— pregunto divertida.

— la verdad es que somos iguales, mismo nivel de dificultad, no te creas tanto bonita— se calló al instante que dijo eso.

— q-quiero decir— no sabía cómo excusarse, en cambio, no fue necesario porque Kagami se rió.

— tienes un lado oculto— escucharon el silbato y debían volver a la práctica— demuéstramelo más seguido— se colocó el casco y se encaminó hacia su posición.

— si esto no fue ser yo mismo, entonces fue obra de Dios— dijo con una sonrisa de oreja a oreja corriendo para posicionarse con su compañera.

Después de la práctica, ambos salieron con una sonrisa en sus labios, habían estado compartiendo anécdotas y bromas como habitualmente hacia para impresionar a la azabache.

— wao, me gusta este Adrien— el rubio se quedó piedra— sin timidez, así eres tú.

— b-b-bueno así soy— rió nervioso, la limusina de Kagami llegó.

— bueno, tú real, nos vemos mañana— se despidió y se fue en el auto.

— hasta banana, digo mañana— sonrisa boba, otra vez.

Mientras tanto, en la salida de los demás.

—¡Vamos Marinette! El hielo no te mordera— alentaba Alya.

— no soy muy buena patinadora, Alya, me caeré— decía mientras se aferraba a las ventanas de plástico.

— mi hermano ya debería estar aquí— reclamo Juleka al lado de Marinette.

— descuida, Juleka, ya llegará— dijo mientras que de la entrada un joven alto se cabellera azabache con las puntas pintadas llegaba jadeando.

— ¡Perdón la demora!— se disculpó mientras caminaba hacia Juleka.

— ¡Luka, debías haber llegado hace diez minutos!— el mayor solo podía sacudir las manos mientras recuperaba el aliento.

Marinette se quedó mirando al recién llegado sintiendo calor en sus mejillas.

— ponte los patines y ven a la postal lento— rió Juleka, mientras se iba con Rose a la pista de patinaje.

— Ma-Marinette, ¿estás bien?— pregunto con diversión mientras tomaba los patines.

— s-sí, sólo no quiero soltarme todavía— Luka rió, se levantó con los patines puestos y se adentro en la pista.

— no es tan difícil, ves— patinaba con cuidado, animando a Marinette— simple y fácil— hasta que cayó.

La azabache rió mientras que Luka sonrió al verla sonreír aunque fuera porque se cayó.

— te ayudo— le extendió la mano, la tomo y se levantó— pero no me dejes caer— rogó, Luka acepto.

Los demás patinaban y de ves en cuando sacaban alguna fotografía a la pareja.

— ¿Las subirán a internet?— pregunto Marinette.

— no lo sé, ¿apostamos?— pregunto, ambos rieron.

No hubo más caídas.

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