Capítulo 8

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La semana había pasado sin pena ni gloria y por fin había llegado ese prometedor sábado de cumpleaños protagonizado por su prima en el que intentaría dejar atrás unos días bastantes raros. La tenía justo detrás haciendo de Pepito Grillo mientras ella estaba parada frente a su vestidor, ensimismada en sus pensamientos y haciendo como que elegía su indumentaria para esa noche.

Aquel lunes fue jodidamente tenso con Clarke. La atmósfera que solía envolver la dinámica de su relación había cambiado a algo que no conseguía descifrar en aquella vorágine de rabia, tensión, cabreos monumentales y piques continuos e inevitables. Y es a eso a lo que se resumía su relación con Clarke, a que todo era inevitable. A pesar de su seria amenaza de echarla a la calle si volvía a ponerla al límite, le era prácticamente imposible despedir a su entretenimiento diario. Había disfrutado montando el numerito del ataque de ansiedad en el ascensor, pero la preocupación genuina en la mirada y en los gestos de aquella lianta vital había roto en parte sus esquemas.

El contacto de la mano de Clarke con su rostro fue muy suave y cálido, y contrastaba brutalmente con la aspereza con la que ambas se trataban. Aquel roce le quemó un poco, pero no más que la marca de la ausencia de su mano, porque incluso minutos después en aquella aburrida reunión, siguió sintiendo aquel gesto. Prefirió pensar que aquella sensación se debió a que el diablo siempre quemaba todo lo que tocaba, pero jamás pensó que estaría tan cerca del diablo, y mucho menos que su viaje al infierno no le molestaría tanto como creía. Solo con la cercanía y a unos pocos centímetros de distancia, pudo comprobar que su abrasador calor corporal combinaba increíblemente bien con la pureza de su azul.

Quizá todo eso la había llevado a una nueva casilla de salida y a no dejar de darle vueltas a qué había pasado porque no sabía qué se había roto ese lunes, pero las piezas de su particular y tirante relación ya no encajaban como antes. Había pasado la semana evitándola y evitando volver a caer en esa atmósfera incómoda y rara que la descolocaba y enfadaba a partes iguales, y sus quedadas para el proyecto se resumían a momentos en los que estaban siempre rodeadas de gente y a un trato muy distante e incluso cordial. Eso era nuevo, aburrido y hasta decepcionante entre ellas porque estaba a años luz del extraño modo en el que aprendieron a relacionarse, y joder, nunca lo admitiría en voz alta pero esos días hasta había echado de menos sus comentarios fuera de lugar.

─Lexa ─le llamó la atención su prima pasándole la mano por delante de sus ojos y sacándola por completo de sus pensamientos─. Lexie, ¿estás bien? ─le preguntó con el ceño fruncido.

─Sí, claro. Estoy perfectamente ─contestó rápidamente y perdió de nuevo su vista en su ropa para evitar mirar a Ontari.

─Estás un poco rara ─debatió sujetándole la barbilla y girando suavemente su rostro─. Bueno, llevas toda la semana rara. ¿Necesitas contarme algo? ─preguntó con una preocupación bastante genuina.

─Estoy bien, solo estoy un poco distraída y agobiada por todo el tema del proyecto porque hemos avanzado poco ─se excusó con lo primero que se le ocurrió para evitar entrar en temas más profundos.

─Bueno, si cuando quedáis a solas os dedicáis a empotraros contra todo lo que tenga cuatro patas y una tabla, es normal que no avancéis ─le contestó Ontari con una sonrisa pervertida y ella le dio un manotazo en el hombro ─. Ah, joder. Qué agresiva. Es verdad y lo sabes. ¿Me vas a decir ya qué pasó en ese ascensor para que ahora ambas no os dediquéis a putearos? Porque eso es más raro que ver pasar el Cometa Halley todos los días ─preguntó intentando satisfacer su curiosidad.

─No pasó absolutamente nada, Ontari ─resolvió con simpleza su pregunta.

─Lexa, vi a Clarke ir hacia el ascensor y vi en la pantallita que el ascensor se detuvo unos minutos ─desestimó su respuesta ofreciéndole la información que ya tenía.

Después de ti (AU) -Español [Clexa]Where stories live. Discover now