5

5.4K 402 11
                                    

— Escucha, ¿crees que...?

— Me tengo que ir —dice _____. Sale disparada del ascensor dejando a Andy tras ella, y se lanza contra la señorita Hermoon. Por primera vez, su ceño fruncido le parece agradable.

— Pues sí que te lo has tomado con calma —le dice la señorita Hermoon con desconfianza.

—Me... me ha costado un poco encontrar lo que estaba buscando. — ____ ocupa su lugar junto a ella tras el mostrador.

—Ya deberías estar familiarizada con las signaturas —replica la señorita Hermoon. Las excusas no sirven de nada con ella.

—Venga, vamos, a mí me costó siglos orientarme por el depósito. — Louis le lanza a _____ una sonrisa amistosa.

—Supongo. —La señorita Hermoon mira a sus dos empleados—. De acuerdo. Entonces, supongo que ya has acabado por hoy, _____. Nos vemos dentro de unos días.

_____ mira el reloj sorprendida. No tenía ni idea de que ya hubiera terminado su turno. La señorita Hermoon tenía razón, llevaba un buen rato allí arriba. No se había dado cuenta de que llevaran tanto tiempo hablando.

Bueno, un día más que no tengo que volver a soportar, piensa mientras recoge la bolsa y sale disparada por la puerta.

_____ se abre paso entre los estudiantes que se agolpan alrededor de la entrada de la biblioteca, ensuciando el aire con el humo de sus cigarrillos, y se dirige hacia el aparcamiento de bicicletas. Le lleva un instante recordar que ya no tiene bici, que la dejó en casa de sus padres, apoyada en la pared del garaje. Una lástima, la verdad. Si la tuviera, sería mucho más fácil trasladarse del trabajo a casa.

Pero ¿por qué la vida debería ser más fácil, al fin y al cabo? Sale del campus a la calle. Dos travesías y habrá llegado al parque. Por alguna razón, estar rodeada de árboles le hace sentirse mejor. Pero no lo suficiente, piensa mientras palpa la mochila. Nunca es lo suficiente.

Sin bicicleta tarda unos veinte minutos para ir al piso de su hermano. Bueno, de su hermano, de la mujer de su hermano, Alice, y de la hijita de ambos. Tampoco es un mal sitio. Josh, Alice y Nicole viven abajo y ella ocupa el antiguo despacho de Josh, la habitación para el servicio, arriba de todo. Es bastante mejor de cómo suena. Su habitación es bastante pequeña, pero tiene un toque especial. Parece salida de un cuento de hadas, o de una película sobre París. Tiene una increíble vista al parque.

Alice hizo un buen trabajo arreglándola para diseñar colgando largas cortinas y pintando las paredes de un pálido color manzana. Aunque no es que a _____ le importe mucho todo eso.

—¿Hacia dónde vas?

_____ se vuelve sorprendida. No tenía ni idea de que tuviera a Andy detrás de ella. ¿La estaba siguiendo? ¿Es que quiere saber más, tal vez incluso conseguir que le dé algún detalle morboso?

—¿Vas hacia el parque? —le pregunta, siguiéndola a pocos pasos—. Yo siempre voy por allí.

_____ quiere preguntarle qué sabe exactamente de ella, pero no sabe muy bien cómo hacerlo. Quiere preguntarle si antes le estaba tomando el pelo deliberadamente, o si realmente no la había reconocido. Al fin y al cabo, es posible que sea verdad, ella tampoco lo había reconocido. Pero está perdida en su propio mundo. Últimamente nada es capaz de impresionarla. Como la chica nueva del instituto, está destinada a llamar la atención aunque no lleve la letra A escarlata bordada en el pecho.

—¡Eh, Andy, espera! —Un chico alto, de pelo negro, llama a Andy desde la acera de enfrente. Corre hacia ellos con una pila de libros bajo el brazo.

La chica de la sonrisa rota. [Andy Biersack y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora