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El timbre del departamento de JungKook sonó, y el muchacho, que había estado acostado sin gracia en su sofá, se levantó de un brinco para correr hacia la puerta. Sus labios formando una enorme y feliz sonrisa, su corazón latiendo alegremente y una sensación agradable en su estómago.

Antes de abrir la puerta, JungKook se pasó una mano por el cabello, para peinarse un poco. Una vez que consideró que estaba presentable -y que no era tan obvio que había corrido hacia la entrada a la primera oportunidad-, abrió la puerta.

Y ahí estaba Kim NamJoon, tan endiabladamente apuesto como siempre, logrando atrapar al príncipe de los labios de alquiler con una sola mirada.

Cuando tuvieron el atractivo rostro del otro frente al suyo, ninguno de los dos pudo resistir el impulso de lanzarse hacia el frente, y atrapar los labios del otro con los propios.

JungKook rodeó rápidamente el cuello de NamJoon con sus brazos, y éste lo sostuvo por las caderas, mientras lo empujaba suavemente para poder entrar al departamento. El rubio cerró suavemente la puerta con su pie, sin soltar a JungKook o sin dejar de besarlo.

-Hyung... -Murmuró JungKook, sin dejar de besar al rubio con suavidad, pero con evidente necesidad. Él beso fue correspondido de la misma manera.

NamJoon suspiró, al mismo tiempo que rodeaba la cintura del castaño con sus brazos, en un abrazo.

Sus besos tenían un leve deje de ansiedad y desesperación, debido a que eran las seis de la tarde del domingo, y NamJoon no había podido ir a la casa de JungKook el día anterior, por su familia.

Enviarse mensajes no había hecho que extrañaran menos al otro. Y a ambos le sorprendía la magnitud de ese sentimiento. Porque... ¡Había sido un día y unas horas nada más! No era como si no se hubieran visto en un mes... Pero así lo sentían.

JungKook estaba un poco asustado por el hecho de necesitar tanto a NamJoon, porque él había reconocido que el chico le gustaba un poco... Pero hasta ahora, no se había dado cuenta de cuánto le gustaba realmente.

NamJoon, por su parte, estaba asustado por lo mucho que había extrañado a JungKook, pero él prefería ignorar ese hecho, sus causas y sus consecuencias. Para él era mejor así.

Minutos después, ellos finalmente se separaron, aunque no del todo. Seguían abrazados, solo habían separado sus labios.

-Hola, Kookie. -Murmuró NamJoon, con sus mejillas ligeramente rosas, y una pequeña y dulce sonrisa adornando sus labios.

-Hey, hyung. -Murmuró JungKook, mirando fijamente los ojos del rubio, que le devolvía la mirada. Parecía que estaban sedientos, hambrientos, y lo único que los saciaba era ver al otro. -Tardaste un poco.

-Sí... yo... -NamJoon suspiró, mientras deshacía el abrazo y se rascaba la nuca. -Tuve que escaparme a la primera oportunidad. -Soltó una risita nerviosa y avergonzada. JungKook lo miró sorprendido.

-Dices... ¿Que saliste sin permiso, hyung? -Preguntó. NamJoon asintió.

-Mamá y papá no me dejaban salir de casa solo, es decir, sin mi hermana o Bin. Decían que son pocas las veces que estamos todos juntos... Y que era injusto y desconsiderado que yo quisiera irme y dejar a mi hermana, mi cuñado y mi sobrino. -Explicó. -Pero yo sé que noona no se enojará porque desaparezca un rato. -Agregó rápidamente, como si temiera que JungKook lo regañara por escaparse.

El castaño sintió que su pecho se llenaba de un tierno calor, y él no pudo resistirse, volvió a besar a NamJoon. Mientras sus labios se acariciaban, ya más tranquilamente que antes, ellos entrelazaron sus manos.

Labios de Alquiler || NamKook Where stories live. Discover now