—¡Hey!— El rubio no se lo penso dos veces antes de cruzar la habitación y lanzarse sobre el capitán para darle un abrazo de oso. —Maldita sea, no sabes cuantas ganas tenia de verte.

—Yo también — respondió el capitán, con un abrazo igual de fuerte.

Ninguno de los dos era consciente de lo que hacian y mucho menos se habían dado cuenta de la forma loca en que latian sus corazones. El primero en separarse fue Billy, claro que no se alejó mucho.

—¿cómo te sientes?

—Mejor que ayer, de eso puedes estar seguro. —Jason sonrió y eso basto para que Billy se convenciera de que su amigo estaba mejor—Y mucho mejor ahora que estas aquí, porque estaba aburriendome de muerte. — Hizo una mueca de sufrimiento— mi madre ni siquiera me deja salir de la habitación.

—Me lo imagino...— Billy sonrió de medio lado— por cierto, creo que no le agrado a tu madre.

—¿Por qué dices eso?

—Es que cuando le dije que venía a verte, me dió una mirada rara— el rubio se encogió de hombros —Fue como si en lugar de tener frente a ella un adolescente encantador, hubiera visto al anticristo.

Jason soltó una carcajada y le pellizco la nariz al rubio.

—No te lo tomes personal y se que no debría decir esto, pero mi madre a veces es un poco estirada.

—Noooo ¿En serio?— Se burlo Billy y luego suspiró. — Dejando eso de lado, de verdad me alegra que estes bien.

—Gracias.

Se quedaron en silencio y Billy repentinamente fue consciente de lo precipitado de sus actos. Se sonrojo levemente y retrocedió hasta sentarse en la orilla de la cama. De pronto se sintió avergonzado por tomarse tantas confianzas con Jason y eso era muy raro en él, porque por lo general era así de espontaneo.

—¿En dónde esta mi peludo hijo? —preguntó para aligerar el ambiente.

—En el sofá— Jason señaló un sofá en color gris que estaba en una esquina, y ahí sobre un mullido cojín se encontraba Amadeus. Parecía estar durmiendo apaciblemente. — Hace rato estaba aquí en la cama, pero creo que se aburrió.

—Lo entiendo, eres un tanto soso— se ganó un almohadazo en la cara— ya, lo siento.

Billy se encamino hacia el sofá y se acuclillo para poder acariciar la cabecita del minino y por supuesto, Amadeus no se hizo de rogar y empezó a restregarse contra su mano y a ronronear complacido por la atención que recibía.

—¿Me extrañaste? Apuesto a que si— Billy recordó que en su mochila traía algo para el gatito. —Te he comprado juguetitos y también te traje un poco de comida.

Le mostro lo que había comprado y de inmediato, Amadeus se adueño de un ratón de juguete.

—Parece que le gusto mucho — dijo Jason.

—¡Maldición!— Billy dió un brinco al ser tomado por sorpresa. —¿Acaso eres un jodido ninja? ni siquiera te escuche acercarte.

—No traigo puestos los zapatos— explicó el castaño moviendo los dedos de sus pies desnudos.

—Deberías traer calcetines o de lo contrario vas a resfriarte.

—No te preocupes, no sucederá.

Billy rodó los ojos y se pusó de pie. Buscó en su mochila hasta sacar un recipiente redondo.

—Eso es para tí— Jason se le quedo viendo con sorpresa. —Mi madre te envió unas galletas y me pidió que te dijera: "Mejorate cielo" — dijo con voz fingida haciendo reir al capitán.

La suerte del capitán (Suerte #2)Where stories live. Discover now