—No van a traerte otra copa de vino aunque sea yo la que tenga que pagar la cuenta, Camila—fue la respuesta de Lauren y negó de nuevo al mesero—. Le agradezco los postres, puede retirarse—le dijo al mesero que no se movió incomodo ante la situación pero para sorpresa de Lauren Camila no dijo nada hundiéndose en la silla un poco más.

Al ver que el mesero se retiraba en la mesa reinó el silencio. Normani y Dinah se veían entre ellas esperando que Lauren dijera algo ya que Camila estaba observando a cada lugar del restaurante menos a ellas.

—¿Qué pasa? —preguntó Lauren a su esposa sin tocar su postre favorito. Camila no respondió y tampoco le dirigió la mirada. Lo que sí hizo fue terminar el vino que quedaba en su copa de golpe—. Tú jamás tomas de esta forma.

—No tengo porque darte explicaciones así que termina tu postre y cállate Lauren—los ojos de Lauren se abrieron sorprendidos al escucharla—. No tienes idea de lo que está pasando y si lo supieras estarías igual o peor de borracha que yo.

—Tendría una idea si me dijeras las cosas, Camila—Lauren la tomó suavemente del brazo haciendo que la viera a los ojos. Estaban en una mesa cerca de esquina del restaurante con una vista al hermoso jardín, había pocas personas pero no podía hablar de la manera en que querían—. No me dices nada y esperas que te permita ponerte borracha para que hagas el ridículo en el restaurante—Camila la vio furiosa—. Posiblemente ahora mismo no puedas ni ponerte de pie sin que alguien te ayude a sostenerte.

—No exageres—Camila puso los ojos en blanco—. Me molesta que pienses que tienes el poder de decirme lo que debo hacer, Lauren. Eres mi esposa, no eres mi dueña—los ojos verdes de Lauren se abrieron sorprendidos aún más al escucharla—. No te equivoques al pensar que puedes decirme como debo actuar cuando lo único que haces es engañarme con reunirte con tu ex y usarla como experimento para ver que tan celosa y posesiva puedo ser contigo.

Normani se aclaró la garganta incomoda y la mirada de Camila se dirigió a ella, y luego a Dinah que comía en silencio al lado de Normani.

—No creo que esto sea algo que deban discutir en un restaurante—Lauren respiró hondo viendo hacia la ventana.

—Yo estoy de acuerdo en eso, pero no voy a permitir que se ponga borracha. No es conveniente—Lauren negó rápidamente.

—¿No puedes permitir? —Camila soltó una risita cruzándose de brazos—. No tienes el poder para impedirme nada—Lauren la vio fijamente y con intensidad.

—Tengo todo el poder de hacerlo y lo sabes perfectamente—Lauren le mostró el anillo de matrimonio—. Desde el momento en que me diste este anillo me diste el poder de darte mi opinión.

—Bien—Camila tomó su bolso y empezó a buscar su dinero—, espero que tengas el poder de entrar por la chimenea cuando no te abra la puerta de la casa—Camila dejó una cantidad exuberante de dinero sobre la mesa y cerró su bolso antes de ponerse de pie un poco tambaleante.

Lauren ni siquiera se movió de la silla al verla caminar hacia la salida con esa prepotencia que siempre la caracterizaba a pesar de ir un poco tambaleante. Lauren empezó a comer su postre y sintió la mirada de Normani y Dinah sobre ella.

—Luego dice que la infantil soy yo—murmuró Lauren volviendo a comer—. Dejó casi tres mil dólares en la mesa—Lauren desvió la mirada—. Espero que se sepa la dirección porque tendrá que pedir un taxi.

—Ve con ella, Lauren—dijo Dinah tomando cierta cantidad de dinero de la mesa y poniendo el resto cerca de Lauren—. Pagaría la cuenta pero no quiero quedarme trabajando de por vida en este lugar—le mostró el dinero—. Tu esposa está borracha y hemos ido a suficientes fiestas para saber que Camila jamás se ha emborrachado ni perdido el control antes. Algo debe pasarle.

BlindfoldedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora