Capítulo 1

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CAPÍTULO 1

 

 -…anne…Suzanne, despierta! Ya son las cuatro.- Oigo un ruido en mi mente pero no logro responder, mis pensamientos están regados en el estado de absoluto sueño en el que aún me encuentro.-Siento mucho tener que despertarte mi niña, pero necesito que me ayudes con el desayuno de los amos.

-Sólo cinco minutos más- Es lo único que logro articular.

-Si Estella no estuviese en estado, no tendría que pedirte ayuda, pero lastimosamente no hay nadie más que pueda ayudarme el día de hoy. Vamos mi niña, levántate que tan pronto como terminemos podrás dormir un poco más.

La voz suave de mi madre viaja hasta mis oídos y logra que mis párpados se levanten un poco, dejando una imagen borrosa que lentamente va tomando nitidez.

La imagen de mi pequeño cuarto invade mi visión. Todo está como hace unas cuantas horas, a excepción de una mujer morena de mediana edad, vestida de uniforme con su cabello discretamente recogido en un moño casto en la parte superior de su cabeza. Sus ojos azules delatan una disculpa silenciosa mientras me mira culposamente.

Odio tener que levantarme a horas de la madrugada para lavar la ropa sucia de otras personas, pero odio aún más tener que ver a mi madre trabajar hasta el cansancio.

-Tranquila,- Respondo en voz baja a mi madre quien sé, puede oírme. -Puedes comenzar a cocinar que yo me encargo de las otras labores. Sólo tomaré cinco minutos en vestirme.- Dictamino, mientras mi mente se imagina las faenas que tocan diariamente a Estella, pero que por los momentos, recaen en mí.

Con un suspiro de alivio, mi madre se inclina para plantar un beso maternal en mi frente y susurrar “Gracias, mi Sue” con tono agradecido. Siempre me ha gustado que mi madre me llame “Sue”. Es algo especial entre las dos y extrañamente me siento tranquila cada vez que me llama de esa forma (algo ridículo podrían decir, pero me importa un rábano la verdad.)

Veo como su figura camina hacia la puerta, cerrándola lentamente para evitar sonidos innecesarios. En el momento en que oigo el “click” que indica que estoy sola, me volteo bruscamente haciendo un desastre de mi ya desordenada cama y exhalo cansada.

Me levanto de la cama y camino como un zombie hasta el mueble de segunda mano donde guardo parte de mi ropa. Mientras saco el atuendo más cómodo posible, no puedo dejar de pensar en tantas cosas que han estado saltando en mi mente desde los últimos meses.

Finalmente ya estoy en el último año de preparatoria y no podría estar más emocionada y ansiosa porque termine lo más pronto posible. Mientras más lo pienso más lo visualizo como un hecho y aunque me da un poco de miedo no saber qué pasará, la verdad es que ya casi no puedo contener mis verdaderos deseos por abandonar esta vida.

Mi madre es una empleada en la mansión de la familia Prescott, dueños de una cadena famosa de restaurantes alrededor de América y parte de Europa. Su fortuna es estratosférica, sin mencionar que cada minuto ellos amasan una suma de dinero mayor a lo que mi madre y yo hemos ahorrado a lo largo de doce años.

Carros lujosos, atuendos elegantes, joyas brillantes sin mencionar casas, yates, jets privados y más, son parte de la vida típica que se gasta esta familia. La mansión de estilo victoriana es tan solo un parte de las grandes hectáreas de terreno que poseen en todo el estado. Canchas de tenis, establos de madera fina y grandes piscinas de mármol se encuentran distribuidas a lo largo de su humilde morada.

No es necesario aclarar la cantidad de personal que se necesita para mantener una propiedad como esta, pero mi madre por ser “personal de confianza”, es la encargada de manejar el servicio interno de la mansión. Por personal de confianza, se entiende que han elegido a la persona más prudente y discreta, que pueda hacer su trabajo sin mencionar cualquier situación que ocurra dentro de la familia.

El Último Año Con El Playboy MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora