— Es bueno verte, Freddie.

— ¿Confías en mí? —preguntó ignorando completamente lo que ella había dicho—Isabelle, necesito saber que confías en mí.

— Lo hago... ¿Por qué?

Isabelle observó a Fred unos segundos, él no dijo nada solo se quedó en silencio observándola, una sonrisa se posó en el rostro de Fred que contagio a la chica, ella asintió con la cabeza, en este momento le confiaba su vida a aquel bromista pelirrojo. Habrá pasado a lo mucho unos minutos cuando la puerta se volvió a abrir y por esta entraba un hombre gordo, sujetó a la chica Bennett y la arrastró hasta otro salón igual de oscuro que en el que estaba, una tenue luz entraba por la ventana que no llegaba a mostrar mucho, el hombre quitó las esposas de sus muñecas, fue entonces cuando Fred tomó su mano y la apretó, varias personas con túnicas entraron, una fila de personas estaba frente a ambos, no había escapatoria.

— No sueltes mi mano. —susurró Fred.

Isabelle miró de reojo al pelirrojo pero entonces una explosión alertó a todos, la pelirroja sintió un tirón en su muñeca, estaba siendo arrastrada por Fred mientras miles de hechizos se escuchaba detrás suyo, la pelirroja se dio la vuelta y otra explosión más se escuchó, ambos entraron a una de las tantas habitaciones, la respiración de la pelirroja era demasiado agitada y el agotamiento tanto física como emocional estaba tomando cartas en el asunto, se desplomo en el suelo aun consiente, Fred se arrodillo y puso sus manos en las mejillas de ella.

— Necesito que despejes tu mente, no pienses en nada. —exclamó, los ruidos cada vez estaban más cerca.

— Fred yo no...

— Por favor... —susurró el pelirrojo y ella cerró los ojos, él vio como una lagrima descendía por su mejilla, la limpio con su pulgar y luego la abrazo. Isabelle sintió un mareo inmenso y luego una brisa helada golpear su cuerpo, se separó de Fred al escuchar varios pájaros cantando a lo lejos, empezaba a creer que estaba muerta, aquel lugar parecía el paraíso para Isabelle, estaban en medio de un claro, el sol, los sonidos que emitían las aves, las lágrimas se volvieron a acumular en sus ojos hasta que vio la mano de Fred frente a ella— Vamos, no debemos estar tan lejos.

La pelirroja sentía que en cualquier momento caería desfallecida al suelo, Fred por su parte rogaba que no hayan terminado en otro lugar o tendría que cargar con la culpa de haber matado a la pelirroja, caminaron por varios minutos más hasta que a lo lejos Fred logró ver su antiguo hogar, una sonrisa llena de nostalgia se posó en su rostro, la pelirroja no dejo pasar esta sonrisa y miró al frente sin entender que era lo que había causado eso. Ambos siguieron caminando hasta que ella no pudo más y cayó en el suelo a tan solo unos pasos de la puerta, Fred intento moverla, pero entonces la puerta fue abierta de un golpe y por esta aparecía una mujer mayor junto a una rubia.

— ¿Cariño? —preguntó la mujer que se había arrodillado, movió un poco a la chica sin obtener mucho de ella, con una mirada envió a la rubia a su costado a buscar ayuda— Vas a estar bien cariño, resiste.

El pelirrojo veía atento la escena, vio a su hermano aparecer segundos después para tomar a Isabelle entre sus brazos y llevarla al interior, observo a Fleur y su madre curar cada herida de Isabelle, la simple imagen de la mujer regordeta le había recordado como solía ser con ellos cuando enfermaban, jamás los dejaba salir de la cama por más que fuera algo leve, recordaba incluso como una vez lo amenazo con amarrarlo a la cama si intentaba moverse, por supuesto que Fred no hizo caso y se movió, aquella tarde en la madriguera se convirtió en escuchar los gritos de Fred para que su madre lo liberara, tenía ganas de llorar gracias a los recuerdos que habían venido a su cabeza.

La puerta se volvió a abrir y por ella se vio una cabellera pelirroja y una llena de canas, Fred sonrió al ver a su hermano gemelo entrar por esta, caminó hacia él y lo observó de cerca; sigo siendo el más guapo.pensó.

Ambos hombres caminaron hasta que se detuvieron al ver la cabellera pelirroja de Isabelle en el sofá, George fue el primero en reconocer de quien se trataba y luego de decirle a su padre para que este enviara un mensaje a Potter se acercó más, este último no tardo nada en aparecer en la Madriguera junto al padre de la joven, ambos soltaron un suspiro de alivio al verla viva, el padre de la muchacha se acercó a ella y tomó su mano para dejar un beso en esta.

Todos comenzaron a hablar sobre que pudo haber sucedido, Joseph aseguraba que su hija no estaba apta para aparecer en cualquier sitio y menos en uno que no conocía, Harry por su parte alegaba que podía haber aparecido en el bosque y caminar hasta la madriguera, ambos peleaban sobre que era más probable, Molly por su parte se fue a la cocina por unos paños limpios para limpiar el rostro de la fémina, pero cuando volteo para volver todo lo que llevaba había caído al suelo, alertando a todos en el salón.

Arthur Weasley fue el primero en llegar para ver qué había ocurrido pero no sabía que era lo que sucedía pues esta solo había comenzado a sollozar, mientras veía a un punto fijo en la pared, George extrañado por lo que sucedía observó hacia donde su madre veía y se quedó petrificado, Harry Potter y Joseph Bennett recordaban muy bien esos relojes, este último había recordado cuando su esposa bromeado diciendo que cuando Harry se casara con Ginny este también tendría un reloj en la pared y así ella podría saber dónde estaba.

Después de la batalla el reloj de Fred siempre marcaba que estaba en Hogwarts, la manecilla no se movía de ahí, no importaba si era verano o fiestas, este nunca se iba de aquel sitio, George bromeaba con que este se había convertido en un fantasma de la casa de Gryffindor y que por eso esa manecilla jamás se movía, pero aquella tarde esta se había movido indicando que Fred estaba en la Madriguera.

Después de tantos años Fred volvía a casa.




── ✦ ──

n/a: no recuerdo donde leí que Draco se volvía medimago, si cometí un error me disculpo.

Anchor ➳ James Sirius PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora