19 años después...

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Hermione


Era la primera vez que lo veía en mucho tiempo. Se sintió extraño. Seguía siendo rubio, seguía siendo alto, seguía luciendo arrogante y con ganas de matar a alguien, seguía siendo él, solo que más viejo. Hasta seguía teniendo esa mirada sincera que me gustaba tanto cuando pasábamos tardes enteras en la sala de menesteres; solo que ya no eran para mí.

Me hacía triste que no fueran para mí.

"Hermione, no pienses en esto", me dije a mí misma en mi mente. Si les soy sincera, más de una vez me dije lo mismo las noches que me quedaba despierta hasta tarde, horas después de que Ron y los niños ya se hubieran ido a dormir.

Me regañaba a mí misma porque pensaba en el hubiera. Y no porque fuera infeliz con Ron, sino porque se sentía incorrecto que no fuera con Draco con quien pasaría el resto de mi vida. Habíamos pasado por tanto, y terminamos por razones tan absurdas, y me hubiera encantado dejarlo todo de lado y correr a sus brazos en cuanto tuve oportunidad después de la batalla, pero no lo hice. Nunca lo hice. Y me carcome pensar en eso.

En su lugar, decidí mentirme a mí misma sobre querer a Ron, sobretodo cuando puso un anillo en mi dedo. Me mentí tanto que al final se hizo realidad, o al menos eso quiero creer.

Ha pasado tanto desde entonces. He envejecido un poco también, ahora mis hijos van a Hogwarts. 

Les conté todo sobre ella antes de partir a la estación de trenes. Les conté sobre la escuela en la que crecí, aprendí, casi me matan, aprendí algo más, casi me matan de nuevo, donde conocí gente increíble que ya no está más y donde me enamoré. Solo que les mentí al decirles de quién.

Me pregunté si él había pensado tanto en mí como yo en él los últimos veinte años; seguramente no.

Se veía tan feliz y sereno al lado de Astoria. Ni siquiera recuerdo haber hablado con ella cuando estudiaba en Hogwarts. Solo espero... que sea feliz realmente, y que no esté fingiendo.

Como alguien que conozco.

Draco sin duda fue la aventura más increíble que pasé en mis tiempos de colegio. No lo fue matar a un basilisco, no lo fue conocer al niño que vivió, no lo fue tener magia en general, no lo fue escapar de mortífagos... fue simplemente crear recuerdos con él.

Tal vez debería pensar en eso como lo que son, recuerdos. Recuerdos vagos de mi adolescencia que nunca iban a volver.

Recuerdos que me golpearon como un camión en cuanto lo vi a unos cuantos metros, junto a su esposa despidiendo a su hijo. 

"Esa debí haber sido yo", pensé. No pienses. No pienses. No sientas. Deja de sentir. ¡Hermione!

-¡Hermione! -dijo Ron, emocionado-. Mira quién está ahí...

Harry apareció junto a Ginny y sus hijos, nunca se había visto tan feliz como entonces. Eran un matrimonio hermoso que ninguno de los tres vio venir, y tenían hijos preciosos. ¡Mis sobrinos!

Me sorprendí al recordar que de alguna forma muy extraña todos terminamos siendo familia. Y pensar que unos veinticinco años antes cuando nos conocimos en este mismo lugar, a ninguno se nos hubiera cruzado por la mente.

Despedí a Rose de la única manera en la que sé: con mis consejos sobreprotectores. Sería una jovencita brillante e intrépida, como sus padres. De verdad me enorgullecía tenerla. La casa se sentiría... diferente, sin ella preguntando cosas y haciendo magia ilegalmente con su padre.

Espero que tenga tantas experiencias como las tuve yo. Sin la muerte, claro. Ni los Slytherin que te robaban el corazón.

El tren se fue. Y Harry, Ron y yo miramos con nostalgia un nuevo comienzo.

Intenté con todas mis fuerzas no voltear a ver a Draco una vez más.

Él lo significó todo para mí. Lo amé más que a cualquiera. Hubiera huído con él si me lo hubiera pedido con esa mirada sincera de ojos grises. Hubiera sido tan diferente. Hubiera sido tan feliz.

Hubiera, hubiera, hubiera...

No estoy segura de lo haya dejado de amar. No estoy segura de que alguna vez vaya a hacerlo. Pero una cosa es segura... por más que duela, terminó. Tal vez sea hora de dejarlo ir.

-

Draco

Había olvidado lo brillantes que se veían los colores cuando estaba cerca de ella. Y ni siquiera estaba cerca-cerca. Solo lo suficientemente cerca para verla, después de tanto tiempo. Esos ojos café oscuro no habían envejecido ni un día desde la última vez que la vi. Era increíblemente hermosa. No era el tipo de belleza que a todos les llame la atención, pero a mí sí. Nunca me pude olvidar de la suya.

Estaba casado, entonces. Astoria me recordaba mucho a Hermione. Me sentía mal por pensar en ella de esa manera, pero supongo que es el Slytherin interno mío que no me deja descansar. No quiero pensar que la elegí por esa razón. Astoria me había hecho feliz de miles de formas... solo que... no era Granger.

Me había acostumbrado a ella, y fui lo suficientemente cobarde para dejarla ir. Fui lo suficientemente cobarde para no contactarla después de la batalla. Fui lo suficientemente cobarde para dejar que se olvidara de mí, hasta el punto de dejarme de amar.

Me entristeció el pensamiento de que ya no me amara.

Supongo que es así como debieron haber sucedido las cosas.

Sin embargo, no me daba ni  un ápice de gracia que Weasley se quedara con ella, lo cual no tiene sentido puesto que fue mi culpa dejarla ir. Nunca hubiera sido feliz conmigo.

Al menos eso quiero pensar.

Espero que Scorpius sea más valiente que yo. Y si se enamora como me enamoré yo, espero que no la deje ir. Y si viene a casa con una hija de muggles, lo aceptaré, y los amaré a ambos como mis padres nunca me hubieran aceptado si yo hubiera llegado a casa con... ella.

Sí, tal vez haberla dejado ir fuera mejor.

Pero ese pensamiento no me detenía de imaginar lo que hubiéramos sido. Nuestra primera cita fuera de Hogwarts, sin tenernos que esconder. Nuestros primeros besos fuera de la sala de menesteres. Nuestros viajes, nuestras experiencias, nuestras historias, nuestra boda.

He tenido diecinueve años para pensar en todo eso, cuando ella tal vez no había ni pensado en mí.

La amé con todas mis fuerzas.

Pero ahora solo amo la idea de ella, la idea de lo que fue.

Ahora no la conozco, no sé qué le gusta, no sé qué hace en sus tiempos libres, no sé qué la mantiene despierta por las noches, no sé qué es lo que quiere hacer después.

Ella me conocía más que nadie, y ahora podríamos ser perfectos extraños.

Creo que, de alguna manera, lo somos.

Y también creo que, de alguna manera, es mejor así.

El sol tenue de una mañana de otoño, un primero de Septiembre de dos mil diecisiete, brillaba sobre nuestras cabezas mientras yo la miraba y lo recordaba todo.

Tal vez sea hora de pensar en eso, tal vez sea hora de perdonarme. Tal vez debería alegrarme de que sea feliz; aunque no sea yo quien esté ahí para verlo. Tal vez sea hora de dejar de mentirme:

Te amo, Hermione Granger. Nunca dejé de amarte.

Y en algún lugar escondido en mi corazón, en mis pensamientos más raros, en mis más locos sueños, y a pesar de que sea imposible, espero que me perdones, y que todavía me ames también.


FIN

DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora