—Francis. —Era claro, por la manera en la que su fingida expresión de seriedad empezaba a tambalearse, que no estaba tomándose muy a pecho la mala pronunciación de su nombre por parte de la menor.

—Ya, Frankie —interfirió Christopher,  conocedor de cuan largo iba a ser ese intercambio sí no lo hacía.

Yo por mi parte, seguía observando todo en silencio, tratando de no ser notada, para así evitar tener que responder más preguntas.

—Esto es obra tuya, ¿verdad? —Francis le acusó, pero antes de que él pudiera responder, una tinteneante voz se unió a la conversación, preguntando con curiosidad acerca de la desconocida en una esquina que solo los observaba.

O sea, yo.

—¿Quién es ella, Frank?

—Es mi esposa —respondió sin siquiera dudarlo y tres pares de ojos le miramos sorprendidos por su respuesta tan tajante.

—¡¿Esposa?! Pero dijiste que casarías conmigo. —Un adorable puchero se formó en sus pequeños labios rosados y quise estrujarla en mis brazos por lo tierna que lucía, pero estaba segura que no se lo tomaría muy bien.

Para ella, era una perfecta desconocida que estaba robándole la atención de Francis. Y era más que evidente, que la pequeña tenía un enamoramiento por el hombre a mi lado.

—Que malo eres, Francis. Rompiendo el corazón de niñas lindas con tus mentiras —Christopher le reprendió en broma, haciendo que Francis le lanzara una mala mirada.

Yo aproveché que ese par se enfrascó en una discusión en susurros, para acuclillarme y lograr estar a la altura del rostro de la pequeña Ava.

—Hola, pequeña. Mi nombre es Ivy Moore. —Extendí mi mano a modo de saludo, pero ella simplemente negó, abrazándose a la pierna de Francis y frunciendo su ceño de manera obstinada.

Vaya carácter.

—¡Mi Frankie! —vociferó, sobresaltándonos a todos.

—Todo tuyo. Él es solo mi amigo, así que aún podrás casarte con él cuando quieras —traté de conciliar con ella y mis palabras parecieron llegar a ella, porque la expresión enfurruñada de su rostro empezó a desaparecer.

—¿De verdad? —cuestionó dudosa y yo asentí un par de veces para tratar de convencerla de que era honesta.

—Mhm

—¡Si! ¡Mi Frankie! —celebró y su hermano bufó.

—¿Puedes quedarte con ella? El hospital está corto de personal y debo cubrir el turno de esta tarde.

—Oh, está bien. ¿John vendrá por ella en la noche? —Francis aceptó sin dudarlo siquiera.

—Creo que lo hará Mackenzie.

—Mierda —farfulló en un siseo y Ava le miró con su pequeña boca formando una "o" de sorpresa.

—¡Grosería, Frankie! —acusó, extendiendo su mano para reprenderle.

—Lo sé, preciosa. Merezco un castigo. —Francis afirmó, alzándola en sus brazos.

—Si —asintió, aferrándose al cuello del rubio con una expresión bastante seria en su pequeño rostro.

—¿Seguro que está bien? —inquirió Christopher, un poco ansioso.

—Si, la cuidaremos —afirmó Francis y el mayor suspiró aliviado.

—Gracias, te debo una —agradeció Christopher mirando a Francis, pero entonces, su atención se centra en mí—. Y a ti, preciosa. Llámame cuando quieras.

Causa Y Efecto | (AO #1.5)Where stories live. Discover now