Llave Primera

154 7 0
                                    

 Fue situación perfecta para que un día de juegos, se volviese una mierda. No sé si ese era realmente su día o si solo fue mala suerte.

Tan solo estábamos ambos jugando en su patio, no sé qué hicimos mal, solo no debía ir tras la pelota. Esa cosa de cuero que rodó hasta la calle y ella fue tras él, pero no tuvo cuidado por lo que un auto apareció de la nada y se la llevó por delante.

En mi mente quedaron clavadas las palabras de mi madre anunciándome que estaba muerta. ¿Por qué no reaccioné? ¿Por qué mis pies quedaron clavados en el suelo? Siempre iba yo por la pelota... ¿Por qué esa vez no fui? Los porqués inundan mi cabeza cada vez que recuerdo aquel día.

Once años pasaron de aquel momento; tengo dieciocho años ya, soy más alto que todos mis amigos, de cabello marrones como la madera y mis ojos verdes primavera que según todos enamoraban a cualquier chica.

Voy a la Universidad, a la Facultad de Humanidades para ser más precisos, como promesa para Lana, mi pobre amiga. Ella siempre deseó ser profesora, así que cuando ocurrió el trágico accidente decidí cumplir su deseo:

— ¡Hey! ¡Compa!- me grita uno de mis compañeros de repente mientras bajaba las escaleras del instituto cuando ya habíamos tenido la última clase del día

— ¿Sí?- le digo sonriendo apenas, girándome para verlo

—Vamos a jugar a la pelota en lo de Juan ¿Vienes?- me dice animado tocándome el hombro, suspiré recordaba otra vez esa escena

—No, gracias tengo cosas que hacer- él sonrió

—De acuerdo, entiendo hasta mañana entonces- me dice antes de bajar juntos las escaleras tomando caminos diferentes.

Arriba del bus recostado sobre la ventana, miraba hacia afuera y cada tanto suspiraba tristemente sabiendo todo lo que había perdido; todos los días perdidos, esas primaveras, veranos incluso otoños tan hermosos que podía haberlos pasado con Lana me entristecía aún más.

Llegué a mi departamento, apenas cerré la puerta dejé caer la mochila y comencé a llorar. Aún con lágrimas en mis ojos, me acosté en el sofá y lentamente con mi tristeza a cuestas me quedé dormido.

Me levanté al rato, pase mis manos por mis ojos algo adormilado, me miré era niño:

—Pero ¿y esto?- me levanté del sofá algo confundido

— ¿Lucas?- me llamó mi madre –oh pequeño al fin despiertas...- esperen ¿estuve dormido todo este tiempo? Miré alrededor estaba en casa de mis padres, fijé mi vista en el calendario... era el día del accidente, entonces... estoy perdido o ¿es una segunda oportunidad?

—Adivino Lana vino por mí ¿no?- le pregunto con miedo a mi madre

—Adivinaste, te espera afuera- sin más salí de casa corriendo y antes de cruzar la calle, ya la veía desde su columpio

—¡Luquitas!- me dice una niña de pelo de color cobrizo lacio y largo, con una camisa de color negro de mangas tres cuarto y unos pantalones floreados; sentada en una hamaca recién hecha que no encajaba en aquel contexto tan sombrío que ofrecían los árboles pelados, desnudos en sus ramas

—Lana...- susurré mientras me acercaba a ella con una sonrisa, saltando de su hamaca me recibió con un fuerte abrazo

— ¿Quieres jugar a la pelota? Si gano me hamacas alto- me dice con una sonrisa tan blanca y débil como las alas blancas de una mariposa

—De acuerdo- susurré agarrando la pelota de cuero que quién sabe de donde apareció, empezamos a jugar; jugaba con miedo la verdad al principio pero después ya jugaba como antes.

De pronto sin querer pateé la pelota hacia la calle:

—Iré por ella- me dijo sonriendo corriendo y ahí estaba aquella escena a punto de volverse a repetir; quise gritarle para que no vaya, pero mis labios no se movían, traté de correr pero mis piernas estabas clavadas en el suelo... se acercaba al asfalto... la hora ya llegaba... no tenía que frenarla debía hacerlo

— ¡LANA!- grité al fin y corrí hacia ella, logré alcanzarla y justo a tiempo para agarrale del brazo para atraerla hacia mí

— ¡Tengan cuidado!- gritó el conductor mientras pasaba a toda velocidad con su coche

—Lu... Lucas me salvaste- me dice mirándome a los ojos con los suyos brillantes, le devolví la mirada y la abracé fuerte... nos levantamos del suelo

—Tranquila ya pasó...- le digo sonriendo cuando me vuelve a abrazar fuertemente sintiendo como su corazón latía rápidamente, la miro y ella hace lo mismo; nos quedamos así por unos dos minutos hasta que nuestros labios se juntaron y en ese momento sentí que éramos adolescentes de dieciocho años... terminamos el beso lentamente, sus ojos color miel hicieron que sonriera

—Te amo- me dijo ella en un susurro, le acaricié su pelo cobre

—Yo más- le digo depositando otro beso en sus labios

— ¡Gané! ¡Debés hamacarme!- me dice feliz pero antes de que pudiese responder, siento que caigo...

—Mierda de sofá- digo al despabilarme por completo, me había caído del sofá, miro alrededor si era un sueño, una segunda oportunidad. Me recosté en el suelo por un rato hasta que recordé - ¡Lana!- me puse de pie como un rayo, agarre mis llaves y tomé rumbo hacia la casa con aquel escenario tan terrorífico que daban aquellos árboles desnudos, especialmente en el que estaba la hamaca.

Cuando llegué, miré para todos lados nadie estaba así que me coloqué detrás de aquel columpio... respiré hondo y lo empujé, este se tambaleó un poco pero con cada empuje empezó a tener firmeza elevándose un poco más que la vez anterior:

— ¡Más alto Lucas!- me dice una niña pequeña de pelo lacio cobrizo largo...

—Ya, está bien- le digo entre risas mientras sigo sus peticiones, hasta que en un momento me siento mareado

— ¡Gracias Lucas!- me dice la niña sonriendo

—De nada- le respondo sentándome en el suelo con el mundo dándome vueltas

— ¿Nos volveremos a ver?- me dice ella algo triste desde su columpio

—Nos volveremos a ver en mi mundo preferido, Lana- le contesto antes de desmayarme.

Después de unas horas, desperté en el hospital local, me sentí liviano y por un momento escuché un rechinar conocido de cadenas; eso significaba una sola cosa... Lana estaba en mi mundo preferido columpiándose esperándome hasta que decida ir con ella.

Doce LlavesOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz