Erica no pudo ocultar su sorpresa, había creído siempre que Aaron solo era alumno de Gretchen, nunca había dicho nada respecto a Nahuel.

—Estoy seguro de que de haber estado vivo, Nahuel te habría escogido como pupila, pese a su ideal de no tomar alumnos —dijo Martín con seriedad—. Sos realmente buena, Erica. Tanto que hasta Gretchen te da misiones de élite que usualmente son dedicadas a Wolff y Sabatini.

—Vos sos un obligado, ¿verdad? —preguntó y él asintió con una sonrisa—, y sin embargo Gretchen habla de vos como uno de sus más leales seguidores. ¿Cómo sé que no te envió ella?

—No soy leal por voluntad propia, de ser por mí estaría yendo a la universidad —se quejó con un chasquido de lengua—, pero mis abuelos aún viven y están en un hogar de descanso. A vos te tienen controlada por mi florecita y tú familia, a mí por mis abuelos. Si yo no obedezco, ellos mueren.

—¿Y tus padres...?

—Por algo soy un obligado —dijo con un suspiro—, porque soy testigo de su muerte. Tenía doce años y apuñalé a ese asesino que acababa de matar a mis padres, y terminé acá con la frase «matar o morir».

—¿Apuñalaste... a un asesino?

—A Nahuel. ¿Por qué creés que me tomó como alumno? Un chico de doce años logró apuñalarlo en un ataque de ira.

La sorpresa en el rostro de Erica era demasiado notoria, recordaba las palabras de Chris diciéndole que a su lado, Celeste estaría bien. Ahora podía entender por qué.

—Aún así no voy a tomar tu puesto —dijo Erica con un gesto torcido en sus labios—, trabajo como asesina y como barrendera, una responsabilidad más y mi cabeza va a explotar. Sin hablar de que Gretchen nunca aceptaría darme un puesto alto.

—Entonces voy a recomendar a Thamma —suspiró—, ella es buena, pero confiaba en que vos pudieras cuidar de mi florecita mientras no estoy...

—Siempre la voy a cuidar, es mi hermanita —Erica lo miró con dureza y rápidamente tomó una de las muñecas de él, con algo de fuerza, mientras clavaba su mirada amenazante en él—. Mi hermana te ama, nunca tuvo novio, nunca había sido besada siquiera. Si le rompés su preciado corazón, te voy a desaparecer de la faz de la tierra, y como barrendera sabés que puedo hacerlo.

Apretó un poco más, pero Martín no pareció intimidarse por ello. Por el contrario, llevó su mano libre hacia la de ella y la apoyó con cariño ahí.

—Yo no soy como los otros en Mörder, no soy como Sabatini ni como Wolff, para mí las mujeres no son un objeto descartable —dijo con suavidad—, y me arriesgo mucho al tomar una pareja frente a Gretchen. Lo sabés, ¿verdad?

—Esa noche ustedes se fueron antes que nosotros, y sin embargo regresaron a Naemniki apenas cuarenta minutos antes que yo —Lo miró con sus cejas caídas sobre sus ojos de forma intimidante—. Supongo por qué tardaron tanto, y te recuerdo que tiene solo dieciséis años.

Las mejillas de Martín se encendieron levemente, aunque quiso evitarlo.

—Y yo acabo de cumplir dieciocho hace solo una semana.

—Decís que soy buena —habló entre dientes—, ¿soy lo suficiente buena como para que tomes en serio mis palabras?

—Lo sos.

—Si me entero que la usaste y la descartaste, vas a darte cuenta por qué Fosa me tomó como aprendiz, y no te va a gustar descubrirlo.

Martín curvó sus labios en una sonrisa, y luego comenzó a reírse.

—Yo no te debo ninguna explicación a vos —se rió—, pero podés quedarte tranquila, yo no soy Sabatini. Podés preguntarle a cualquiera en Mörder con cuántas mujeres me vieron, y sabés perfectamente que no hay secreto en Mörder que dure mucho tiempo de esa forma.

Mörder [ COMPLETA ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora