30.Quiero que todo esto acabe.

Start from the beginning
                                    

—Emilie, ven un momento.

—¿Qué pasa papi?

Mi yo del pasado tiene ahora el pelo pelirrojo en media melena, y sus ojos color miel no se notan tanto como ahora. Es una renacuaja que se abraza a su peluche del pato Donald. Mi padre, en cambio, sigue igual que siempre. Ojalá estuviera aquí, conmigo, y ojalá pudiera verme como soy ahora, una adolescente, más valiente pero a la vez más rota. Más segura de sí misma y más alta.

Río en mis adentros al pensar en eso.

—Hazle un favor a este niño tan guapo de aquí y tráele un caramelo de esos de café —dice mi padre mientras le revuelve el pelo a un niño moreno con los ojos azul grisáceo.

—¡Vale! —exclama, contenta, mi yo del pasado mientras corretea por la tienda en busca de algún caramelo que no va a encontrar.

Y no sé por qué estoy tan segura de que no lo va a encontrar. Esto es un sueño, pero... esta escena me es familiar. Como si hubiera permanecido oculta en un rincón.

—Oh, vamos, no empieces a mimármelo que entonces después la que tiene que lidiar con él soy yo —dice una mujer, o más bien una chica que tiene que tener veintitrés años, no más. Es rubia con los ojos del mismo color que el niño.

¿Será su hermana mayor? Aunque me resulta muy, muy familiar...

—Ashley, no te preocupes, el pequeño Luke siempre va a ser un buen chico, ¿a que sí? —le pregunta mi padre mientras se pone en cuclillas, revolviéndole el pelo otra vez, haciendo que ría.

Me froto los ojos agradeciendo realmente que no pueden verme. Estoy flipando. ¿Esos son... mi Luke y mi Ashley? ¿Los que yo conozco? Pero si yo no les conocía de nada... Y a Ashley la conocí en el bar.

No entiendo. Se nota que esto es un sueño.

—¡Papiii, no hay caramelos! —grita mi yo niña poniendo pucheritos y corriendo a su lado.

—Oh vaya, pues qué lástima —responde él, mirando a Luke—. Pues lo siento chico, pero no hay.

Mi padre me coge a caballito, vuelve a ponerse de pie y mi yo del pasado se agarra con fuerza a sus hombros.

—Jooo, me gustan los caramelos de café —responde el niño, que tiene que tener unos siete, y sinceramente está muy espabilado.

—Hijo, si no hay no hay, no podemos hacer nada —responde Ashley, cogiéndole la mano y de repente posa sus ojos en mi yo niña.

Me mira fijamente, y luego me sonríe dulcemente.

Mientras, yo sigo intentando asimilar lo que he escuchado. ¿Hijo?

—¿Y esta pelirrojilla tan guapa como se llama, Christian?

—Se llama Emilie. Peque, saluda a Ashley —en cambio, yo hundo mi cara en su hombro, tímida. Él ríe—. Lo que hace la edad... Con cinco años o eres muy risueño, o eres muy tímido.

—El mío tiene siete y es un trasto —cabecea ella como diciendo "Dios, la que me ha caído..."—, y bueno, nos tenemos que ir a casa, que ponen Sin Chan y a Luke le encanta, ¿a que sí? —Luke asiente rápidamente, y de repente empieza a tirar de su madre hacia la puerta de salida, me mira a mí yo pequeña y sonríe—. Espero poder conocerte bien, Emilie.

Y luego, se van.

Despierto justo en la misma postura en la que me dormí, y a mi lado Rosette y Luke duermen como unos bebés pero Mary, ya se ha despertado. Y diría que despertó hace rato además. Me froto los ojos y bostezo para que sepa que he despertado también.

La llamada del secuestro. (REEDITANDO&RESUBIENDO).Where stories live. Discover now