Capítulo 14: Listos

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—¿Es de verdad tan importante esa chaqueta, Alex?

—Es mi favorita, no podría irme sin ella. Vamos, quedan unas horas antes de salir, ayúdame a buscarla en ese mueble de allá.

Había llegado el día del vuelo. Al despertar no podía ni creerme que fuera real, e incluso, me desperté creyendo firmemente que lo del viaje había sido un sueño, que todo era ficticio y que nunca viajaría a Islandia, pero la sonrisa de cierta mujer frente a mi rostro a primera hora de la mañana me convenció de que había llegado lo que tanto había esperado.

Kristjana se había quedado a dormir conmigo la noche anterior al día del vuelo, era increíble lo que en tan poco tiempo había logrado formar con aquella mujer.

Mi equipaje estaba completamente listo desde meses atrás, sin embargo, aún no podía encontrar mi chaqueta favorita y era de esperarse que pondría a mi islandesa encantadora a buscar conmigo faltando unas horas para el vuelo, lo cual sirvió de poco, porque ninguno de los dos la encontró y tuve que partir sin ella.

—¿No es muy temprano para estar aquí ya? —preguntó Kristjana.

Y es que efectivamente llegamos dos horas antes al aeropuerto gracias a mí, a mi emoción y a mi afán de que todo saliera según su curso natural.

Tuve tiempo de comprar algunos dulces, caminar junto a Kristjana por el aeropuerto, que era bastante grande, además, recobró vida en mi un hábito que había abandonado por mucho tiempo, el hábito de la lectura.

Observé que había una pequeña librería en el lobby del aeropuerto, eran libros de autores aficionados que habían producido por si mismos unas obras maravillosas que valía la pena leer. Me acerqué a darle una hojeada a algunas de ellas, y me llamó especialmente la atención la que estaba en el último estante hasta abajo.

Se llamaba, "Desaparecida", que resaltaba la lucha por sobrevivir de una mujer que lo tenía todo después de haberlo perdido. Era corta, unas cien páginas, pero atrapaba desde el primer párrafo leído, así que decidí llevarlo conmigo para el vuelo, con suerte sería mi pasatiempo en el avión, porque sabía que no podía contar con Kristjana, esa islandesa dormía más que cualquier criatura en hibernación, y de seguro caería rendida de no más tocar el asiento, además, iban a ser tres largos meses en Islandia, tendría tiempo de sobra para acabar de leerlo.

Abordamos el vuelo nocturno que nos llevaría por fin a mi sueño y de regreso a casa para Kristjana, no podía esperar más.

Todo salió a la perfección, sin embargo, Kristjana se empezó a sentir mal durante el vuelo, no paraba de toser y empezaba a arder en fiebre. Ella llevaba uno que otro medicamento que según me dijo, era lo que tomaba para dichos síntomas y todo era perfectamente normal, para tratar de tranquilizarme me enseñó la receta médica y regresó a intentar dormir; dejé mi libro a un lado y la cuidé hasta que volvió a caer dormida.    

Caminos de Luz y TintaWhere stories live. Discover now