Capítulo 43: ¡Los miembros se van a casar!

3.7K 454 162
                                    

Vladimir

Llegamos a Santa Marta con mucho calor pero emocionados por estas mini vacaciones —para Loreta, por lo menos. Yo no tengo mucho de lo cual descansar— y después de tomar un taxi que nos lleva hasta nuestro hotel, Loreta se acerca a la recepción mientras yo doy un vistazo al lugar.

El sitio es más un hostal hogareño que un hotel de lujo de esos en los que acostumbro alojarme en las pocas ocasiones que salgo de mi ciudad, sin embargo no le quita lo bonito. El lobby tiene diferentes niveles en los que hay una sala de espera, máquinas con golosinas, una rockola y decoración autóctona. Casi todo es blanco, excepto por los muebles y algunos implementos decorativos que son de un agradable azul cielo. El ambiente es muy acogedor.

—Su habitación estará lista a las tres de la tarde. Si gustan pueden dejar las maletas en uno de nuestros casilleros hasta esa hora e ir a recorrer un poco los alrededores —dice la bonita recepcionista que habla con Loreta, en un tono amable y dulce.

Loreta le agradece, toma la llave y juntos nos dirigimos al casillero que nos indica la mujer. Ella nos entrega la tarjeta que será nuestra llave electrónica y se retira una vez más hacia la recepción.

—Entonces, ¿quieres ir a dar una vuelta? —pregunta Loreta con una gran sonrisa.

—Claro que sí —respondo con el mismo entusiasmo—. ¿Ya habías venido a Santa Marta?

—Nunca. ¿Y tú?

—Una vez cuando era niño. —La tomo de la mano y salimos a la calle, en busca de la playa.

El hotel no tiene acceso directo a ella, pero está muy cerca. Después de un par de cuadras, la encontramos. El mar está calmado, no hay mucho turista en este momento, pero lo más probable es que más adelante esto se llene de familias en busca de descanso y vendedores ambulantes cazando clientes.

Loreta se acerca a la orilla del mar y se quita los zapatos. Despacio, mete sus pies en el agua y me pide que haga lo mismo. Le hago caso y pronto empezamos a caminar con los zapatos en la mano, sintiendo como el agua fría acaricia nuestros pies.

—¿Te gusta tu regalo de cumpleaños? —pregunta de repente.

—Me encanta.

—Esta noche te gustará mucho más —dice con una mirada pícara. En seguida un escalofrío recorre mi espalda hasta sentir energía que empieza a acumularse entre mis piernas.

Pensar en las locuras que se le pueden haber ocurrido a Loreta que merezcan acompañarse de esa mirada, es algo que me excita mucho. Me detengo de repente y la tomo de la mano para que ella también lo haga. La halo con delicadeza y la llevo hasta mis labios. Nuestro beso es dulce y suave al principio, pero luego se va haciendo mucho más profundo y entusiasta. Sé que ella también ha olvidado que nos encontramos a la vista de todo el mundo porque empieza a acariciarme por todos lados, hasta que una dulce voz nos saca de nuestra burbuja.

—¡Guácala! —grita un niño pequeño luego de arrojarnos arena y salir corriendo.

Ambos lo miramos con ternura y soltamos una risa.

—Lore, tenemos que dejar de dar espectáculos gratis... —susurro en su oído.

—El show debe continuar. ¿Qué tal si lo hacemos en el hotel? —dice sugerente acercándose mucho a mí.

—Aún faltan como dos horas para que nos entreguen nuestra habitación —aseguro mirando mi reloj.

Ella me mira con decepción pero finalmente sonríe y continuamos nuestra caminata. Estamos hablando de todo un poco, admirando la calma del mar, remembrando anécdotas divertidas de ambos, cuando de repente Loreta se empieza a brincar en un pie y a gritar de dolor.

De buenas en el juego (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora