-CAPÍTULO 2-

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Empecé a escuchar gentío afuera, algo que hizo que abriera los ojos y me cegara con la luz del sol que atravesaba mi ventana. Sorprendentemente mi móvil no marcaba más de las once, es decir, no había dormido más de cinco horas y mi cuerpo no estaba cansado como habitualmente.

Me acordé de que la señora Muffis me dijo que fuera a por mí ración de tarta, por lo que cogí mi móvil, lo metí al bolsillo de la chaqueta (no podía correr el riesgo de que alguien que no conocía los coches, me vieran con un móvil) y abandoné la habitación.

En el recibidor no se encontraba Gladis, por lo que tampoco pude decirle que me iba y si me podría dejar pasar ahí todas las noches sin pagar nada a cambio, supuse que al ser tan amigas ella y Mu, sería más comprensiva a la hora de pagarle las noches.

Tras abrir la puerta del Hostal, tal y como había anunciado, los ruidos de voces que la despertaron, me encontré con una gran masa de gente en el pueblo, paseando, comprando, regando sus plantas, pero, hay algo de lo que no me había percatado hasta entonces.

A lo lejos vi a Gladis comprando unas barras de pan, cuando me di cuenta de que, lo que la noche anterior me había parecido una enorme chepa, era en realidad un caparazón de tortuga. ¿Un caparazón de tortuga? ¿Cómo era eso posible? Decidí mirar alrededor. La panadera tenia hocico de gato, los niños que jugaban en la plaza cola y nariz de cerdito, los ancianos cara de Bull Dogs. Todo el mundo parecía ser humano pero con un atributo animal. Al ver tal espectáculo, volví a abrir la puerta del Hostal y me metí rápidamente, como esperando que al volver a salir, todo eso hubiera desaparecido y la gente fuera normal.

Me asomé y nada había cambiado, eran medio animales... ¿Que estaba ocurriendo en este pueblo?

Realmente no creía nada de lo que mis ojos veían, pero me di cuenta que la única persona con la que tenía confianza, Mu, no tenía nada extraño. Ni los hombres que se encontraban ayer en la taberna. Lo primero que necesitaba era saber que estaba pasando así que salí corriendo hacía el encuentro de Muffis.

Entre pegando un portazo, algo que sobresaltó a toda la gente que se encontraba sentada en las mesas comiéndose su porción de tarta con un vaso de leche. El señor Muffis, que estaba en la barra, en seguida llamó mi atención por haber dado semejante portazo pero no me importó lo más mínimo. Ahí todos tenían esos rasgos de distintos animales pero ¿Y Muffis? Solo me interesaba hablar con ella y no paré hasta que la vi bajando por las escaleras, también asustada por el portazo.

- Buenos días Blay, que susto me has metido. Llegas justo a tiempo para tu porción de...

- No quiero tarta, necesito hablar contigo.

Me miró intrigada pensando que podría ser tan importante como para rechazar su gran ofrecimiento. Tras ver esa cara, le prometí que me comería la tarta después de hacerle unas preguntas.

Me ofreció subir por las escaleras hacía lo que era su casa. Un pequeño salón muy acogedor con una gran alfombra de colores y unos pequeños sillones donde acabamos sentadas.

- Imagino que es lo que me vas a preguntar, ¿por los rasgos animales no?

- Si. No sé qué está pasando en este pueblo, como llegué aquí o que son esas... cosas y porque solo tú, el señor Muffis y yo somos humanos.

- Te equivocas pequeña.

Se bajó el vestido por la parte trasera y de un orificio salieron dos alas de mariposa, aunque no resplandecían tanto ni eran tan llamativas como las que estaba acostumbrada a ver en Niapon. Esto hizo que mi boca llegara prácticamente hasta el suelo. Ahora sí que no entendía nada, yo era la única.

CRISTAL' S REBORNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora