Capítulo IV

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—Está bien —dijo, así como quien dice la cosa, yo lo volteé a ver sorprendida. No había ningún rastro de compromiso o de burla, lo vi hasta encogerse de hombros.

De pronto ya no tenía muchas ganas de bailar.

Abrí la boca para decirle que había cambiado de opinión, cuando se escuchó un golpeteó de un tenedor contra una copa de cristal. Tía Ginny estaba en el pódium alzando una copa de champagne. Las parejas que bailaban de detuvieron, la banda dejó de tocar sus instrumentos, y los que estábamos en las mesas miramos hacia el centro.

—Damas y Caballeros —saludó con una sonrisa—. Es hora de la cena. Por favor vayan todos a sus mesas, enseguida les atendrá estos esplendidos meseros que tienen el honor de servirnos en esta velada.

Miré a Scorpius quien estaba de pie listo para llevarme a la pista de baile. Le dirigí una mirada avergonzada mientras me encogía de hombros en forma de disculpa. El simplemente negó con la cabeza, quitándole importancia al asunto, después dio una disculpa por lo bajo para reunirse con sus padres. Le seguí con la mirada todo el camino hacia su mesa. Su padre era la misma imagen de Scorpius, sólo que más adulto y viejo. Compartían la misma pose formal y rígida, así como un semblante serio e indiferente. Su madre era muy guapa, delgada y refinada. Tenía el cabello castaño y le caía en ondas sobre la espalda. De ella no tenía ningún parecido, así como yo no lo tenía con mi madre. La gente siempre decía que a quién más me parecía, física y psicológicamente era a mi padre.

Admito que me agradaba que eso pensara la gente, aunque dicen que heredé la inteligencia de mi madre.

Dirigí mí vista a Albus para fruncirle el ceño, sin que nadie me viera le atiné un buen puñetazo en el hombro, lo halé de la camisola para que quedara cerca de mí y le susurré en el oído—: Vuelve hacer algo como eso y eres hombre muerto.

—¡Auch! ¡Rose! —lo tiré más fuerte— ¡De acuerdo! No lo volveré hacer. Creí que te gustaba —lo solté de inmediato y lo vi con cara de repulsión.

—¡Por supuesto que no! —Chillé en voz baja— ¡Jamás me gustaría alguien que fuera tu amigo!

Y sin más me fui a mi mesa, no sin antes golpear a James como mi hombro mientras pasaba. Todavía seguía muy molesta con lo que había hecho en la limosina, aun esperaba el sermón porque sabría que lo tendría.

Me senté en mi mesa, a lado de mi hermano Hugo, que por extraña razón tenía el rostro contraído, en seguida pensé en Lily, sea lo que sea que le haya hecho bien por ella.

—Me agrada con está dirigiendo tía Ginny la velada —comenté como quien dice la cosa. Mi madre me sonrió totalmente de acuerdo con mi opinión y de ahí siguió una larga charla entorno a los sucesos que había ocurrido hasta ahora.

La cena llegó, comenzando con sopa y vino. Después que todos los invitados acabaron, siguió el plato fuerte pechugas de pollo y verduras. Todo estaba muy rico tanto que le quité algo de comida a Hugo, eso hizo que me ganara una mirada desaprobatoria de mi madre. No podía andar picando los platos de otras personas por cuestión de etiqueta, cosa que en mi opinión eran puras tonterías ¡A quién demonios le interesan los modales!

Después de la cena todo mundo se paró de sus mesas a comenzar a socializar los unos y los otros. Observé como tía Ginny y algunos de socios eran entrevistados por periodistas. Mis padres se fueron a charlas con mi tío Harry, quien observaba a su esposa. Me gustaba que a pesar de que bastante adultos sigan teniendo esa amistad inseparable, me preguntó si yo algún día tendré un grupo de amigos tan unidos y no me refiero a mis primos que ya lo somos, si un trío.

Sadness AugustWhere stories live. Discover now