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Miércoles. Nos quedamos en el departamento. Como todos mis amigos no iban a clases ese día, preferí no aventurarme demasiado. Debían estar en pie de guerra buscándome. Al menos es lo que imaginé. JongIn y yo casi no cruzamos palabra. Claro que estuvo buena parte del día durmiendo. Yo me la pasé frente a la tele. Por suerte ahora hay programación matutina.

De cualquier modo, salí un rato hacía el mediodía. Me dolía la cabeza hasta la punta del pelo y además tenía que ir de compras: el refrigerador no se había llenado solo durante la noche. No quise despertar a JongIn. Esculqué su chamarra y encontré un billete de diez mil wons todo arrugado, al fondo de uno de sus bolsillos.

Cuando estuve en la calle, tal vez porque la gente tenía un aire de felicidad, o por el sol, tuve la impresión de estar escapando de una pesadilla, como si JongIn nunca hubiera existido. Estuve a punto de irme, no sabía a dónde, pero irme. Sólo que al pasar frente a la vitrina de una tienda descubrí un cartelito amarillo pegado con cinta adhesiva: S.O.S. GROGA. NO ESTÉ SOLO, y había un número de teléfono. Creo que por eso me quedé.

En la tienda de abarrotes, compré una lata de fabada, jugo de naranja, y crema; me encanta. En el momento de pagar, sentí ganas de hacerle un regalo a JongIn, para reconciliarme con él, para que volviera a ser chistoso. Así que le compré una bolsa de dulces, caramelos suaves, por lo de sus muelas.

Cuando abrí la puerta, lo vi hecho bola en un extremo del sofá. Tenía las rodillas apretadas bajo la barbilla. Le ofrecí la bolsa de dulces:

-Ten –murmuré –es para ti...

Ni siquiera volteó. Su cuerpo temblaba. Se veía enfermo, como alguien que tiene gripe. No abrió la boca.

Puse los caramelos suaves junto a él, y me senté en el sofá para mirar la tele. Hubiera querido que habláramos, pero él no podía. Estaba llorando. No dejaba de llorar, en silencio. Creo que ni cuenta se daba. Debía dolerle todo. Todo. Entonces abrí el bote de crema y metí mi debo en él. ¿qué más podía hacer?

En la tele había unos anuncios. Precisamente uno contra las drogas. Ése en el que al final el muchacho tira el sobrecito al WC, y jala la cadena. Luego en la pantalla aparece escrito en letras grandes: La droga es pura basura.

"¡Caray, se le pasa la mano!", gritó Elnopapá el día que descubrió este anuncio mientras se comía su bistec frente a la tele.

-"¡Hay niños mirando la televisión a estas horas!"

Elnopapá nunca entendió nada.

Oí que JongIn se reía a carcajadas. Volteé a verlo. Murmuró algo entre el llanto, pero no logré entenderlo.

-¿Qué dices? –pregunté en voz baja.

No contestó. Siguió llorando; llorando y temblando. No durmió en toda la noche. Cada vez que me despertaba, lo oía revolverse en sus sábanas, mascullando palabras incomprensibles. Respiraba muy agitado. Al amanecer, cuando me levanté, estaba sentado sobre la cama, bañado en sudor. Tenía la camiseta empapada y la mirada perdida. Me entró pánico y, precipitándome hacia él, le tomé la mano:

-¿Qué tienes JongIn? ¿Quieres que llame a un médico?

-Ne...necesi...to...la...droga... -dijo con dificultad.

Pensé fingir que no había entendido, pero ¿qué caso tenía?

-¿Ya no tienes? –le pregunté. ¡Cómo deseaba no estar allí! Y añadí:

-¿Quieres que vaya a conseguírtela?

-Di...ne...ro...si no..., ya no... va... a querer...

¡Cómo hubiera querido que papá tocara la puerta!

-Te voy a traer dinero, JongIn.

Surgió una luz en su mirada. Señaló el teléfono. Lo recogí del suelo y lo puse sobre la cama. Con su mano temblorosa, marco un número, pero se equivocó y volvió a empezar dos veces. Alzó el auricular hasta su oreja. En un suspiro, murmuró:

-Soy JongIn... Ven...

Y dejó caer la bocina. Tomé mi chamarra que estaba sobre la silla. Cuando estaba en el quicio de la puerta, me llamó:

-KyungSoo...

Pero no dijo nada más. Salí a la calle.

¡Cómo me hubiera gustado que me dijeras una vez más que era bonito!

Un pacto con el diablo ♡ KaiSooWhere stories live. Discover now