El infierno trepa por la ventana
sin hacer ruido,
entra en mi habitación,
se quita el sombrero
y se sienta en el sofá frente a mí.
Me río.Entonces se me cae la lámpara de la mesa,
la agarro justo antes de que llegue al suelo,
y al hacerlo, derramo la cerveza.—Mierda. —Digo;
cuando vuelvo a levantar la vista
el hijo de puta se ha ido;
¿a buscarte a ti, amigo mío?—Nos conoce a todos.