(3) Prohibido llorar

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El ser humano se puede acostumbrar a cualquier ambiente y condición adversa. Era sobrevivir o morir. Seguía aún muy desconcertada. La oscuridad me empezó a atormentar. Me sentía impotente, atada a una cama. Trate de nuevo de incorporarme. Poco a poco lo conseguí. Me quede sentada al borde. La cabeza ya no me rodaba. Me sentía las piernas entumecidas y débiles. Si era cierto que había estado dormida casi tres meses, debía haber perdido mucha masa muscular. Desearía levantarme y dirigirme a la puerta de la celda. ¿Y si no estaba cerrada?

Me empecé a reír. ¡Qué ilusa podía ser a veces!

La luz se volvió a encender. La iluminación volvió a ser irritante para mis ojos claros. Era otra chica, también muy hermosa. Iba con un vestido que le permitía exhibir su cuerpo delgado y perfecto. El pelo castaño lo lleva suelto. Tampoco tenía aspecto de ser personal sanitario ni ser funcionaria de prisión. El sitió era misterioso. Arrastraba una mesita con una bandeja con un plato.

- Hola. Me llamo Sam Reign. Te traigo la comida prescrita por nuestro dietista. Se te irá incrementando la cantidad y consistencia según vaya tolerando la comida.- Se presentó. Me relaje porque me pareció una chica cálida. Sólo tenía hambre de saber y por eso la acribille de preguntas.

- ¿Estoy en una prisión? ¿Es cierto que asesine a mi prometido?

- Lo siento, no estoy autorizada para responderle a esas preguntas.- Usando un tono de voz neutro. Sus ojos no manifestaron ninguna emoción. Me estaba molestando que me trataran de usted.

- Por favor, sólo dime si es sólo cierto.- Los ojos se empeñaron de lagrimas- Odio la violencia. No me veo matando a Mike. ¡No soy ninguna asesina! ¡No es verdad!- Mi interlocutora permanecía impasible, como si no me escuchará. ¿A caso no era humana, que no tenía piedad de mi sufrimiento?

- ¡No soy nadie para juzgarle! Todos nosotros tenemos nuestro pasado. En mi caso, yo jamás lamentaré lo que hice.-Destapó la tapa de la comida, y se la señalo.- Será mejor que se concentre a recuperarse.

- ¡No quiero comer! ¡Llévate la comida!- le chillé. No quería vivir teniendo las manos manchadas de sangre.- Si asesine a mi prometido, merecía la pena de muerte.

- ¡Basta Kara!- me agarro por los hombros y me zarandeo.- Le prohíbo llorar. ¡Y míreme cuando le hablo! Sólo se lo diré una vez. Como mujeres se nos ha pisoteado siempre. Realmente, ignoro porque mato a su pareja. Aún así, estoy segura que se lo merecía.

- ¿De verdad, cree que hay algo que pueda justificar el asesinato?

- Sí. ¿Y si alguien te quita lo que más amas, te tienes de quedar con los brazos cruzados?-me desafió con su mirada marrón chispeantes.- ¿No tienes derecho a defenderte?

- Siempre hay opciones. Como denunciar, herirle... ¿Pero arrebatar la vida alguien sin más?- era un acto tan horrible, que nunca comprendería y apoyaría. Sam se puso a reír de forma irónica.

- Mi último consejo, si valoras tu vida come y no contradiga las órdenes que le den.-Le señalo la batea. Me pareció una mujer severa, algo en común que tenía con Lena.

¿Por qué les importaba tanto que me alimentará? La responsabilidad de mis actos siempre sería mía y no estaba dispuesta a que me mandaran. Me siento rota por dentro. Todo ha perdido su sentido y no veo ningún motivo para seguir luchando. Lo que me ocurría era normal. ¿Cómo encajaría alguien el fallecimiento de su pareja? ¿Y a sobre te dijeran que era por tu culpa? Necesitaba tiempo para asimilarlo. Llena de una rabia inusual en mi cogí la bandeja y la tiré al suelo.

- ¡Muy bien! Prefiere castigarse, pues hazlo.- Sam me dio unos palmaditas a la espalda.- Entiendo, toda su vida ha vivido en una cajita de muñecas, llena de algodones. Es hora que descubra que la vida no es así, que es dura y que hay que luchar para sobrevivir. Muy feo eso de tirar la comida, cuando mucha gente se está muriendo de hambre.- Se agacho para recoger la bandeja, los cubiertos y plato. El suelo quedo sucio.- Que le quede el olor de comida. Y si le despierta el hambre allí lo tiene.- su rostro reflejo asco que aquello le parecía y a mí también.

Se largo y la luz se volvió a cerrar. Mis emociones estaban alborotadas. Sus palabras me habían impactado. ¿Había sido tan ingrata por haber rechazado aquel bocado?

Sólo necesitaba explicaciones y comprender porque había terminado en aquella celda impersonal. Creía amar a mi prometido. Era un chico atento, simpático y que acepto que fuera bisexual. Caía bien a mis padres. La única resistente a sus encantos era Álex. No le cayó bien cuando se lo presente. Sí, tenía fama de mujeriego. Pero me juro lealtad. Nunca me dio motivos para desconfiar. Junte imágenes de mi sueño con algún flashback. Hotel, cama de matrimonio, pareja haciendo el amor, dos chicas gritando... Nada más. No fui capaz de dibujarle el rostro a la amante de Mike. Muchos cables sueltos y un gran vacío.

Sam regreso otras veces, ofreciéndome comida. Se la rechace siempre. Deje de hablarle, porque era topar ante una caja fuerte. Hasta que en otro momento, la puerta se abrió bruscamente y alguien entro muy cabreado.

Hermosa y letalWhere stories live. Discover now