Después del beso

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Lentamente Nacha se apartó de los labios de Teresa. El corazón le latía de manera acelerada. Abrió los ojos y sonrió, como estaba haciendo Teresa.

—Se siente bien —consiguió decir Nacha varios segundos después.

—¿El qué? ¿Esto? —volvió a besarla. Esta vez no le pilló por sorpresa y supo reaccionar a tiempo. Supo devolverle ese beso.

—Sí —se sonrió Nacha. Estaba muy nerviosa—. ¿Y qué significa esto?

—Pues que tú también me gustas, Nacha. Es obvio, ¿no?

Nacha volvía a sonreír. Era un amor correspondido y, después de lo que había sufrido por Laura, lo sentía como un alivio.

—Ya, ya. Pero quería oírlo de tus labios.

—Vas a descubrir mucho de ellos en este tiempo, si tú quieres, claro.

—Sí, sí. ¡Claro! —y le dio un abrazo. Había estado deseando tenerla tan cerca, pegada, oler sus feromonas, sentir su tacto...

—Pero, escúchame, yo ya no puedo tratarte, ¿lo sabes, verdad?

—Sí, sí. Lo entiendo.

—Aun así, debes seguir con la terapia con este colega que te voy a dar.

—De acuerdo, doctora —bromeó Nacha.

—Eso suena muy sexy —se sonrojó Teresa. Ella también estaba nerviosa por lo que acababa de hacer. Fue hacia su mesa y buscó la tarjeta de visita—. Aquí tienes el contacto de mi colega. No dejes de ir, por favor.

—Vale. Pero, tú lo sabrás, ¿no?

—¿Cómo?

—Que te lo podré contar.

—Ah sí, claro. No te preocupes —volvió a colocarse de frente a ella.

—¿Y ahora qué?

—Pues ahora tenemos muchas cosas que hacer por delante. Como ir a ese bar de Chueca que me dijiste la otra vez. Fue muy duro para mí tenerte que decir que no. Espero que lo entendieras. Entonces, aún eras mi paciente.

—Eso ya está olvidado, tonta —se sonrió—. Pero es una pena porque te perdiste una actuación espectacular.

—¿Qué me vas a contar? Si yo pensaba ir con mis amigos y, para no encontrarme contigo, tuve que decirles que no —Teresa hizo una mueca de tristeza.

—Joder, perdón. Yo no sabía nada...—se disculpó Nacha negando con la cabeza.

—¡Seguro que vuelven a actuar! Y podremos ir juntas, espero —se rio Teresa.

—Pero, ¡qué bonita eres! —Nacha no pudo hacer otra cosa que darle un beso.

Sonó el timbre.

—Oh, creo que ese es mi siguiente paciente.

—Siento haberte entretenido. Ya me voy. Tengo el teléfono de tu consulta, pero no sé.

—Tranquila, yo tengo tu móvil. Te mando un mensaje y ya me puedes guardar. Ahora vete que llega mi siguiente paciente —le dio un beso de despedida y la acompañó a la puerta al mismo tiempo que hacía pasar a la chica que estaba esperando en la puerta.

—Hasta luego, Nacha —giró su cabeza y le dijo a la chica dentro de la consulta—. ¿Qué haces aquí? Estoy trabajando. Te he dicho que salgas ya de mi vida.

—¿Quién era esa?

—Es, bueno era, una paciente. Además, ¿a ti qué te importa? ¿Te puedes ir y no volver nunca más por aquí?

—Teresa, yo...

—¡Que te vayas, coño! ¿Qué parte de que no vuelvas nunca más por aquí no entendiste la última vez? —sus pulsaciones habían subido así como su voz.

—Vale —la chica agachó la cabeza y se fue. Algo le decía a Teresa que volvería, que siempre hacía lo mismo.

Intentó respirar hondo y fue a su despacho a por un vaso de agua. Necesitaba calmarse antes de que llegara su siguiente paciente. Se sentó en su sillón y cerró los ojos. Entonces, recordó que tenía que escribir a Nacha.

· Hola, Nacha! Soy Teresa. Este es mi número, ¿vale? Cuando acabe mi jornada, hablamos *emoji de beso*

· Gracias, Teresa!! ¿Tú no deberías estar atendiendo a la chica que estaba en la puerta?

· No, esa chica no era mi paciente. Se había confundido.

Sonó el timbre.

· Pero el siguiente paciente acaba de tocar al timbre. Nos hablamos luego!

· Ciao *emoji de beso*

Solo un metro me separa de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora