—De ahora en adelante, no es necesario que hagas una reverencia ante mi—expresó. Su petición me dejo atónita, no era acorde a las costumbres y tradiciones de la realeza.

—Pero majestad. ¿No cree usted que la reina madre se opondrá ante tal solicitud?—impugnó la gobernanta Elise, ella debía ser consciente de que lo que pedía estaba fuera de las normas, pero el rey inmediatamente la miro con desdén.

—¡Mi madre no da las órdenes aquí, lo hago yo!—bramó severamente en un tono alto para que todos los presentes pudieran escuchar. Me sobresalto su forma de hablar, incluso yo me cohibí.

Todos agacharon la cabeza, el hombre que aun sujetaba mi mano era realmente respetable por como manejaba hasta la más mínima situación, pero todos parecían temerle. Su rostro parecía el de una persona inhumana, rigurosa e inflexible ante cualquier cuestionamiento que surgiera en su contra. Nadie más se atrevió a decir una sola palabra después de ese momento, en vez de eso, salieron en silencio con solo un movimiento de su mano, incluso mis doncellas.

—Lamento eso—se disculpó extendiendo su mano hacia los sofás de los cuales disponíamos y al parecer deseaba ocupar en ese instante.

—No se disculpe— me atreví a decir agachando la mirada, no quería que notara mi nerviosismo.

—¿Sucede algo?—cuestionó deteniendo su andar—¿Acaso le incomoda mi forma de ser?

Alce la mirada sorprendida y al mismo tiempo perpleja. ¿Tan asustaba me encontraba para que él se diera cuenta de ello?

—No, claro que no—forcé una sonrisa rápida y me aproxime al sofá soltando su mano y naturalmente él me imito, sentándose frente a mí.

—Me apena haber presenciado su discusión, debí retirarme y volver en otro momento— musite cambiando de tema, era lo mejor, me sentía incomoda. Él no dijo nada al respecto, simplemente cambio la posición rígida de su cuerpo a una colocación más relajada. Me miro pensativo, como si estuviera reflexionando mis palabras.

—No se preocupes por eso, además no era una discusión— suspiró— lo que viste solo era una conversación algo subida de tono.

—Ya veo.

—Si no le molesta, quisiera olvidarme un poco de todo— se levantó de su asiento y se aproximó a mi— veo que trae puesto el collar.

Instintivamente baje la mirada hacia la joya que descansaba en mi cuello, era hermoso, pero apreciaba más los objetos que me ofrecían con cariño, el hombre frente a mí no era más que un extraño que intentaba conocerme y por muy malo que fuese ese collar era el único tema en común.

—Si.

—Si no le gustó, simplemente lo hubiese tirado—asevero mostrándose disgustado.

—¿D-disculpe?— vacilé.

—El poco tiempo que he tenido a su lado me ha hecho darme cuenta que es una persona complaciente, pero sospecho que usted no es así— su rostro se contemplaba severo—una de mis labores como monarca consiste en mantenerme alerta y ser precavido de las personas que me rodean , no me es fácil confiar en alguien. Lo volveré a preguntar y espero esta vez sea sincera conmigo ¿El collar fue de su agrado?

Se me seco la garganta, la sorpresa me había dejado atónita, no esperaba que fuera minuciosamente observador o quizás yo era demasiado clara con mis emociones, seguramente las expresiones de mi rostro me habían delatado. Me tome unos segundos para reflexionar que debía contestar. ¿Debía explicarle los secretos que guardaba?

—Supongo que tiene razón—me sincere al no ver otra salida.

—Disculpe si la ofendo, pero no soy bueno teniendo tacto con las personas, soy un hombre que habla claro y directamente, sin importar a quien incomode con la verdad—explicó tomando más seriedad a nuestra conversación— le pido que de ahora en adelante sea sincera conmigo.

Amor De CristalWhere stories live. Discover now