Capítulo 3

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No recordaba haber tenido la suerte que estaba teniendo nunca antes, porque dos horas después de haber hecho aquella entrevista para trabajar como barista en el 'Twentysix Café', el encargado le había llamado para decirle que el puesto era suyo, un alivio que no esperaba tener, porque se había imaginado que tendría que pasar por incontables entrevistas antes de tener un trabajo mediocre, pero mirándolo objetivamente, aquel puesto de barista tenía un horario más que aceptable y un sueldo que no estaba nada mal. En cuanto Raven se enteró, decidió que debían salir a celebrarlo, y poco le importó a su amiga que fuese lunes. Tampoco se opuso a la salida, porque le vendría bien despejar su mente tras lo acontecido aquella tarde.

Y es que las buenas noticias parecían no venir solas, porque en cuanto volvió al piso de su amiga, se encontró con una caja enorme esperándola y una simple nota: "Ya que no te atrevías a recogerlas, pensé que podría devolvértelas. Que te vaya bien." Y nada más que esas simples palabras para estropearle parte del día, aunque sin conseguirlo del todo. Estaba más que segura que había superado a Dan hacía mucho tiempo, quizá incluso antes de que se hubiese acabado, pero las nubes del pasado a veces volvían para tapar los minúsculos rayos de sol que intentaban salir.

Se preguntó cómo estaría, porque al fin y al cabo había sido su pareja durante una etapa tremendamente importante en su vida, pero sabía que era mejor no saberlo, dejar las cosas tal y como estaban, y seguir mirando hacia delante, y en ese momento hacia delante significaba mirar a su amiga que la esperaba apoyada en el marco de la puerta de la habitación donde habitaba desde que llegó a Portland.

—Deja de pensar ya, Griffin —se lo pidió con el tono cargado de esa paciencia que la caracterizaba—. Algún día tenía que devolverte las cosas. Has tenido cinco meses para hacerlo y preferiste volverte sin ellas.

—Confieso que echaba de menos esta camisa —dijo mientras se miraba una vez más en el espejo, estirando la prenda de ropa que había recuperado entre las cosas que había en aquella caja.

—Y yo echaba de menos a Gunny —dijo en tono divertido, y ella sonrió mientras se aplicaba un poco de rímel antes de cerrar el pequeño bote y dirigirse hacia donde estaba la castaña.

—Fuiste tú la que me insististe en que me llevase el dichoso peluche —le recordó, poniéndole una mano en el hombro.

—Porque no quería que te olvidases de mí —se defendió mientras la seguía de camino hacia el salón, donde ambas tenían ya sus bolsos preparados—. Dan te tenía el cerebro comido, estaba convencida de que en menos de dos meses ni te acordarías de mi nombre.

—No seas gilipollas, Rave, eres mi hermana.

—Y como hermana tuya que soy, he de hacerte la siguiente pregunta —su tono cambió a uno más serio y ella ya sabía por dónde iban los tiros, así que terminó de ponerse la chaqueta de cuero que llevaría esa noche y no dejó que continuase.

—Empezaré a mirar algo, y en cuanto cobre y pueda, me iré de aquí, no te preocupes por eso —le dejó claro que no quería aprovecharse de su hospitalidad.

—No, totalmente al contrario. Quería decirte que si te gustaría quedarte de forma permanente.

—¿Qué? —se extrañó, frunciendo un poco el ceño.

No se habría esperado aquel ofrecimiento ni en un millón de años porque desde que conocía a Raven, y a pesar de su relación tan estrecha, la chica siempre había sido increíblemente independiente, y muy protectora de su espacio personal. Llevaba dos semanas pensando que estaba siendo un estorbo más que una compañía.

Come HomeWhere stories live. Discover now