Capítulo 12

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Capítulo 12

La misión estaba saliendo mejor de lo esperado. En todos los sentidos.

Seguramente no tendría que estar ahí, pero se encontraba sentada en el suelo, casi a oscuras completamente, al lado de la cama de Lexa, con la puerta entornada y el silencio reinando en aquella planta de la casa de su amiga. Podía oír el barullo de conversaciones que estarían teniendo lugar en la planta de abajo, pero no se atrevía a moverse. Un paso en vano, y sería descubierta. Ya podía oír sus pequeños pasos por el pasillo y contuvo la respiración en el momento en que la puerta se empezó a abrir más. Solo era cuestión de segundos.

3, 2, 1, y...

La risa de Kyle inundó el cuarto de su madre y ella se levantó rápidamente del suelo hasta llegar al pequeño que estaba a gatas, alzándolo en brazos y disfrutando de las carcajadas que soltaba mientras ella lo zarandeaba suavemente en el aire. Dios, es que era genial poder disfrutar así de aquel pequeño.

—¿Volvemos abajo con mami, Kyle? —se lo preguntó mientras salía por la puerta y la única respuesta que obtuvo por parte de aquella bolita adorable de ojos grises fue un beso con la boca abierta en su mejilla, así que se lo tomó de forma afirmativa y tomó aire con fuerza antes de emprender el camino de vuelta a la planta baja.

Decía que tomó aire porque apenas un par de horas antes había sido presentada a los padres de Lexa, a sus hermanos, su cuñada y sus sobrinos y todo había sido un poco intenso, por no decir incómodo. No sabía por qué, pero desde el momento en que su amiga había dicho eso de "esta es Clarke" se había sentido inusualmente observada. Era una familia encantadora, eso no se lo podía quitar, y Eleanor, la madre de Lexa, muy atenta con todo, de ella lo tendría que haber sacado su hija, pero había algo en la manera de interactuar de aquellas personas en torno a ella que la tenía despistada.

No sabía si se debía a la novedad, pero aquello no le cuadraba, porque además de todos ellos, Raven también estaba allí, no como su amiga, sino como acompañante de Luna. Desde el día de la inauguración aquellas dos no se separaban para nada, y le encantaba ver esa sonrisa permanente en el rostro de su mejor amiga. Raven no lo había pasado nada bien cuando era más joven, y se merecía aquella felicidad en forma de Luna Regen, una persona verdaderamente extraordinaria que les había traído más de una alegría a las dos.

En cuanto atravesaron la puerta que daba al jardín trasero, Lexa, que estaba hablando con su hermano tranquilamente, se giró hacia ellos cuando el chico hizo un movimiento de cabeza en su dirección. ¿La sonrisa que le salió a la chica en cuanto sus miradas se cruzaron? Le aceleró las pulsaciones de una forma sin precedentes y le hizo desear que las circunstancias fueran otras. Que ellas fueran otras. Le hizo desear simplemente poder acercarse a ella y besar aquellos labios que tenía. Joder, ¿había dicho lo increíbles que le parecían? Porque eran casi tan atractivos como ella entera, y no lo reconocería en voz alta, porque lo haría todo mucho más real, pero dentro de su cabeza podía recrearse en cada una de las cosas que le encantaba de Lexa.

—Por fin —dijo la chica mientras se levantaba de la silla en la que estaba sentada y se acercaba a ellos dos alegremente, dejando un poco atrás a todos los que había allí—. ¿Dónde estabais metidos? He estado a punto de ir a buscaros yo misma.

—Alguien quería jugar al escondite —contestó desviando la vista hacia Kyle, haciéndole al mismo tiempo unas suaves costillas en la barriga, a lo que el pequeño respondió riéndose y escondiendo la cara en su cuello—. ¿Cómo va todo por aquí? ¿Cómo vas?

La segunda pregunta salió de su boca antes de que pudiera hacer nada por retenerla, y sabía que Lexa no necesitaba que estuviera pendiente de ella cada media hora, pero desde que se había despertado esa misma mañana, había sentido una necesidad acuciante de estar junto a ella ese día, porque se imaginaba que no podía ser nada fácil. Un día que debía ser increíble iba a estar siempre cubierto por aquella tristeza, y es que no debía ser nada fácil que el cumpleaños de tu hijo fuese el mismo día que el aniversario de la muerte de tu mujer. No sabía lo difícil que podía ser, pero aun así quería estar con ella, contribuir a que esa sonrisa tan increíble que tenía no se desvaneciera. Que Lexa fuese feliz ese día, o al menos intentarlo.

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