Capítulo 2

5 0 0
                                    

—Max—

Esto no me daba buena espina, sinceramente, era algo aterrador. Como si estuviera en una de esas series para pubertas que está en Netflix donde acosan a la chica. ¿Debería hacerlo?, quiero decir, ya tres "llamadas de atención" de un chico totalmente desconocido... Esta idea me ponía los pelos de punta.

"Eso solo una solicitud de seguimiento" daba vueltas en mi mente.

Sí, lo era, pero era una solicitud muy, muy escalofriante.

Aunque no sé porqué me preocupaba tanto, lo que quiero decir es que, Instagram no era algo que me diera mucho miedo. 

¿Qué más da?

Y lo hice. Por más siniestro que pareciese. Acepté. Era solo un seguidor más.

...1, 2, 3, 4, 5...

Cinco segundos sin que pasara algo extraño, es buena señal.

Finalmente, decidí entrar a casa. O como mis amigos y yo le llamábamos, "La guarida". Era un lugar cómodo, tranquilo y teníamos mucha diversión. 

No era el departamento más gigantesco de toda la historia, pero tenía ese toque de juventud y libertad. Una cocina lo suficientemente grande para que quepamos los tres, una sala de T.V., tres habitaciones (la de Alex, la de Noah y al final del pasillo la mía) con sus respectivos baños y una especie de lavandería.

No necesitábamos más, todo era perfecto.

— ¡Ya volví!— Grité al entrar por la puerta principal de una manera extremadamente escandalosa, tanto que no me sorprendería que algún vecino me tirase una maceta en la cabeza. Aunque supongo que nadie en casa me debió escuchar, alguien tenía la música demasiado alta. Esta canción la conocía... ¡Pony!, ¡Era pony de William Singe!. Comencé a cantarla mientras dejaba mis cosas en la entrada. Inclusive, no temo decir que me puse a bailarla un poco, tal vez podría estrenar ese movimiento de caderas en otra parte y no sola. Esa canción era de esas que te dejaban altas ganas de garchar con la persona que estuviese a tu lado. 

Aunque, siendo sinceros. ¿Alguien estaría lo suficientemente inspirado en este apartamento como para poner esa canción? 

Conocía a Noah desde los 10 años, no podría ser ella. Así que descartada totalmente de ese pensamiento. Aunque existía alguien que... Podría estarlo.

— Mierda, Evans.— Escuché por toda la casa. 

No, no puede estar pasando. Mi mente no fallaba. Alex. — ¡E.E!, ¡Ethan Evans, tienes un maldito culo hermoso!— Estaba pasando. Mierda. ¿Cómo no pude darme cuenta de que Alexander estaba cogiéndose a alguien si los malditos gemidos se escuchaban por toda la casa?. Y yo de idiota que pensaba que eran parte de la ardiente canción. A la mierda todo

Yo tengo que salir de aquí. 

— ¡Genial, Alexander!, ¡llevo al rededor de tres minutos aquí y lo único que se escucha son tus malditas exclamaciones del cómo el culo de Evans es hermoso!— Exclamé de la forma más ruidosa posible para que me escuchase. 

Alex rió.— ¡Sal de aquí si no quieres escuchar más gemidos gays!— Gritó Evans.— ¡Oh, Alex!, Sigue. ¡A-ah, ah!— Gimió Ethan de una manera escandalosa y poderosamente fingida para que yo captase el mensaje de irme a la mierda.

Y finalmente, salí. Que maldito momento más irónico. 

Es genial como te puedes sentir tan pequeño en una ciudad tan inmensa.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 25, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

OssessioneWhere stories live. Discover now