Capítulo 18

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Arianna

Cuando me levanté de mi siesta Quique ya estaba despierto, estaba queriendo ponerse de pie y seguramente sus piernas seguían algo entumecidas por lo que le costó pararse. Apenas reaccioné me acerqué a él y le reclame el por qué se intentaba parar sin ayuda, él solo se río y dijo: —Quería ir a verla.

Si hay algo que no se les puede debatir a nuestros chicos es la capacidad de amar y anteponer las necesidades de esa persona a su propia vida. Quique era el claro ejemplo de eso, a pesar de que su cuerpo aún no se sentía del todo listo para las actividades cotidianas había sobrepuesto su necesidad de ver a Mica, de saber cómo estaba.

—Tranquilo ¿Si? Apenas puedas ponerte de pie cómodamente te voy a llevar a su cuarto, está a la derecha, no es muy lejos. Lucas y Mariel deben estar allá ahora.

—Ya veo ¿Cómo esta? ¿Está bien? ¿Hubo alguna complicación?

—Está bien papá—digo rodando los ojos y riendo— Todos estamos bien. Ahora, te ayudaré a que vayas al baño y te asees.

—Los chicos están aquí ¿No? Llámalos, tenemos que hablar, por lo que supongo Julieta aún esta secuestrada así que debemos ponernos en marcha lo antes posible.

Lo ayudo a llegar al baño y le entrego la muda de ropa que le traje, le aviso que voy a bajar a la cafetería para traer a los chicos y recuerdo la computadora malograda de Quique, se va a poner de los mil demonios cuando se entere.

Riendo decido pasar por el cuarto de las chicas antes de bajar, el mensaje que me dejo mi novio fue hace como una hora, no hay problema que me demore unos minutos más. Llego al cuarto y veo a Lucas sentado al lado de la cama de Anto, en el piso, parece dormido pero al momento de sentir mi presencia se pone de pie apurado y dice: —No estaba durmiendo.

—No, para nada— contesto con cierta burla en mi voz— ¿Como están?

—El médico vino hace media hora a revisarlas, el veneno esta casi eliminado de sus organismos. Micaela fue la que más recibió, al parecer le inyectaron directamente el veneno a su sistema circulatorio. Yo... No sé cómo reaccionar pero todos ustedes parecen tan tranquilos, en verdad no los entiendo.

Supongo que los chicos a su debido tiempo le explicaran las cosas— Siempre somos así —miento— Por cierto ¿Porque éstas tan preocupado por Anto? ¿Ademir ha venido?

El moreno asiente y dice: —Vino dos veces, solo la ve y se va. La respuesta de la otra pregunta ni yo la sé—suspira— Solo no quiero dejarla sola. De no ser por la odiosa de mi hermana seguiría con la misma ropa de hace dos días.

Sonrío, porque a pesar de lo mal que se llevan están ahí el uno para el otro. — ¿No quieres dormir un poco? Puedo quedarme un rato mientras tú descansas, Pablo y Quique ya despertaron.

Veo como niega con la cabeza, va al baño y escucho el caño abrirse. Mientras me acerco a la cama de Mica, su piel se ve mucho más pálida de lo que es normalmente. En una parte de su cuello observo cómo hay un pequeño moretón, debe de ser de la inyección de veneno.

Si soy sincera, no he tenido la oportunidad de conocer más a fondo a Lucas, cuando estaba por la casa siempre andaba con los chicos, se reían y por lo poco que se por Pablo es que es todo un burlón. Quizás conmigo no porque no me conoce. Siento como el moreno sale del baño arreglándose el cabello, me he percatado que lo hace bastante seguido: — ¿Te digo algo?—dice mientras cierra la puerta — Fingí quedarme dormido cuando viniste, quería crean un ambiente agradable para poder hablar más contigo pero fallé.

—Jajajajaja, sip, eres igual de tonto que Bastian. Tal vez algún día dejaré que me cuentes uno de tus chistes malos ¿Te parece?

—Mis chistes alegran hasta el corazón más negro y te lo dice un negro—se señala con orgullo—Son tan malos que son buenos. Nadie más que los negros tienen permiso de decir chistes así. Además tengo cierto talento natural—dice lo último moviendo su cabello hacia un lado y con pose orgullosa.

Hermandad por SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora