Capítulo 12

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La noche llegó y George junto a esta.

Fue a dejar su cena y aprovechó para contarle todo lo que había ocurrido, mientras Louis comía.

—Llegó sin expresión en su rostro, tomó un trago de vodka y fue directamente a su habitación, no a salido desde entonces.

—Ya veo, muchas gracias por avisarme.

Louis finalizó con su té de manzanilla y concluyó con su cena.

—A partir de mañana podrás ingerir comida normal, no vendré tan seguido, ya no hace falta, pero vendré de vez en cuando —sonrió.

Louis sintió nostalgia, ahora que tenía a alguien, este debía marcharse y no porque quisiera, sino porque así debía ser.

—No te olvides de mí, estaré aquí, siempre.

George sonrió.

—La próxima vez que te vea te traeré una sorpresa.

—Oh no... No se moleste, yo no tengo nada que darle, no sería justo.

—No es una molestia, quiero hacerlo y lo haré —sonrió— bueno chico, creo que es hora de despedirnos.

—Nunca un adiós —sonrió con los ojos húmedos.

—Nunca un adiós —afirmó acercándose para abrazarlo.

Ese abrazo fue lo mejor que le había pasado en todo ese tiempo, sintió la calidez, se sintió seguro, tranquilo, ese simple contacto humano le había dado mucha felicidad.

George tomó la bandeja, miro a Louis un esto y pronto salió. No hacia falta decir más.

Louis había conseguido a un nuevo amigo.

Las horas pasaron y Louis se encontraba sentado en la silla, frente a la ventana, su cuerpo estaba allí, más su mente era libre.

Las estrellas brillaban en el firmamento, la suave brisa batía su cabello, estaba bien, se sentía en calma.

Como ya había confirmado, la puerta de la habitación dejó de tener llave y pasó a tener dos guardaespaldas en el día y otros en la noche, ya de había acostumbrado a ello.

De pronto una estrella fugaz pasó por el cielo y Louis sonrió al verla, tal vez la luz aún no estaba extinta.

No se dio cuenta de una segunda presencia en la habitación.

El rizado había entrado a esta.

Se quedó platado cuando vio la hermosa sonrisa del chico y se dijo a si mismo que quería ser el motivo de estas.

Louis sintió algo extraño y esto lo hizo voltear hacia la puerta.

Abrió mucho los ojos.

El rizado cerró la puerta y avanzó hasta él.

En ese momento Louis recordó la conversación que tuvo con el moreno y decidió darle una oportunidad.

Se quedó completamente quieto en la silla, sin dejar de mirarlo.

Harry se detuvo cuando solo faltaban unos pasos.

Necesitaba una señal, la más mínima aceptación.

Louis esperó, pero pronto decidió levantarse lentamente.

Así lo hizo.

Con ayuda de sus manos comenzó a levantarse, no apartó la mirada de los ojos del mayor en ningún momento.

Sintió la necesidad de abrazarlo, pero no podía y resultado a esto sus ojos comenzaron a humedecerse.

Harry retrocedió ante esto, no quería que llorara y menos si era su culpa, no quería ser la razón de lágrimas de tristeza o de rechazo.

Solamente le haría una pregunta.

—Soy... ¿Soy yo el causante de tus lágrimas? —dijo con la mirada baja.

—Sí —respondió el menor después de un rato.

Harry suspiró, sabía perfectamente que se lo merecía.

Dio media vuelta para salir de aquella habitación pero al sentir unos brazos rodeándolo quedó congelado.

—No me dejes estúpido, no de nuevo —susurró el menor.

Harry sonrió y una pequeña lágrima resbaló por su mejilla.

—No volveré a dejarte, nunca... —volteó y tomó a Louis en brazos, la sensación era indescriptible, se sentía como un bobo, completamente feliz.

Louis se sentía seguro, los brazos del rizado envolviéndole y dándole calor, fuerzas, se sentía bien y eso, era malo.

¿Quién en su sano juicio ama a un agresor?

Dejó de lado su coherencia y disfrutó del momento.

Después de un rato los dos se separaron quedando frente a frente.

Sus miradas eran suficiente, no hacía falta de decir que los dos se necesitaban.

Harry miró los finos labios de Louis, pedía permiso, deseaba probarlos, pero esta vez lo haría bien.

Louis los lamió como respuesta dejando ver el claro deseo que el también tenía.

Harry se acercó lo suficiente para que sus labios se rozaran.

Y sin mas, Louis tomó la boca de Harry, daba suaves masajes en esta con los suyos sin separarse en ningún momento.

Pronto Harry tomó el control y el beso fue subiendo de todo.

La silla fue movida y llegaron hasta la pared, acorralándolo.

Pasó su lengua por los labios del menor y este reaccionó inmediatamente abriendo su boca, permitiéndole el paso, entregándole las riendas.

El sabor de su saliva era gloriosa, se había convertido en su mas peligrosa droga.

El oxígeno comenzó a faltar y tuvieron que separarse.

Louis no podía creerlo, el sabor de esa boca llena que tanto había deseado probar era su cielo o quizá su infierno porque aquello era un pecado, uno que estaba dispuesto a cargar con tal de tener a ese hombre.

Harry volvió a acercarse, le beso lenta y profundamente, mordiendo suavemente los labios que lo habían atrapado, deseándole cada vez más.

Louis seguía el beso, sumiso, tomaba sus rizos y los hacia un enredo, ladeando la cabeza para que tuviera más acceso.

—Sube —balbuceo entre el beso indicándole a Louis que saltara.

Obediente lo hizo y Harry lo tomó de las piernas llevándolo a la cama.

Al llegar lo dejó caer delicadamente quedando sobre él.

Lo miró, separándose.

—No sabes lo mal que me has tenido niño, me alteraste el sistema.

—No sabes cuanto e llorado por ti, me tienes mal emocionalmente.

Harry sonrió.

—Somos el desastre del otro, esa parte que nos descontrola y hace que perdamos nuestro propio control.

—Somos dos tontos que no saben como amarse, como expresarse, como transmitirlo, somos necesarios.

—Así como la cura necesita de la bacteria.

—Así como Harry necesita de Louis.

(...)

KIDNAPPED [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora