Una ciudad para pecadores como nosotros

4.1K 254 68
                                    

Esta mañana nos despertamos muy temprano para venir al aeropuerto.

La ausencia de Logan me golpea de vez en cuando, pues no puedo recordar cómo era la vida antes de tener un amigo. Hay momentos en los que su risa resuena en mi cabeza, en las que me despierto pensando que estoy en Miami y que hoy lo veré, pero entonces recuerdo que escogí a Nathan en vez de a él.

Subimos al avión y pasamos el viaje charlando, jugando a Las Diez Preguntas y escuchando música.

Cuando anuncian que estamos entrando a la ciudad, me asomo por la ventana, viendo la hermosura de la ciudad, mientras las luces de esta se encienden, dándole vida propia a la ciudad. Se prenden sector por sector, haciendo que yo observe maravillada.

Sin dudas, quiero quedarme aquí por un largo tiempo, antes de continuar con mi venganza.

Bajamos del avión y subimos a un taxi, quien nos lleva al hotel. Entramos y observamos maravillados su hermosura. Es muy parecido —si no el mismo— que aparece en Qué Pasó Ayer. Subimos por el ascensor, y obviamente no puede faltar la cariñosa parejita, por lo que Nathan y yo nos quedamos acorralados en una esquina.

Cuando llegamos a nuestro piso, sentimos que al fin podemos respirar, como si la lujuria de ese par no hubiera dejado sin aire para vivir. Reímos ante el incómodo momento y entramos en nuestra suite.

Nuevamente, es un elegante lugar. Dejamos las cosas en la habitación, nos duchamos y nos vestimos, preparados para salir a una discoteca, o algo por el estilo.

Me coloco un vestido decente pero perfecto para la ocasión, por lo que me veo bien. Él luce más formal que casual, pero está justo en el medio, luciendo hermoso.

Me quedo nuevamente sin palabras ante la especie masculina que tengo frente a mí. Ahora entiendo todas esas ridiculeces que escuchaba en los pasillos de las chicas; las mariposas en el estomago cuando te escribe o te llama, o te mira, o te besa, o te habla, o lo ves; el vomito verbal, que te hace decir tonterías; el calor en tu rostro; el tartamudeo.

Y entiendo que estoy, por completo, enamorada de este chico.

Nathan se acerca a mí, besa mi frente y me acerca el brazo para que lo enganche con él. Hago esto y caminamos hacia afuera.

Nos vamos a pie hasta un club muy reconocido, donde bebemos un poco. Y, donde para nuestra suerte, trabaja Heyly. Como cosa rara, la chica es bailarina exótica. ¿Esperaba algo más decente? De ella, obviamente no.

Luego de investigar un poco entre sus compañeras de trabajo, conseguimos su dirección, y nos disponemos a dar nuestro ataque mañana, cuando estemos relajados y preparados para esto.

Bebemos otro sorbo de nuestros Martinis y él toma mi mano, besa su dorso y me sonríe con dulzura.

—¿Me concedería esta pieza? —Me pregunta.

—Con gusto, caballero —respondo con tono refinado.

Me guía, justo como la primera vez que bailamos juntos, a la pista de baile, mientras los demás parecen abrirse paso a nuestro alrededor.

Toma con delicadeza mi cintura y mi mano, mientras yo enrosco la derecha en su cuello y tomo con la izquierda su mano. Entonces, comienza a sonar nuestra canción, como denominé a The Only Exception.

Nos movemos pausadamente al ritmo de la música, y de pronto, no hay nada más en el lugar que nosotros dos y la música, como si de un momento a otro hubiéramos entrado en una burbuja que nos encierra en nuestro propio mundo, donde nadie puede molestarnos.

No puedo parar de sonreír, mientras pego mi mejilla de su pecho, sintiendo su corazón acelerado, palpitando al son del mío. Suspiro, demasiado extasiada por el momento, hasta que derramo una lágrima.

Revenge©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora