¿Amor o Venganza?

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Hace doce años…

Camino sola, como de costumbre, por los pasillos. Sé que la gente está gritándome cosas, pero simplemente paso de ellas porque tengo mis audífonos a todo volumen.

En las paredes están los afiches por el baile de invierno y en el techo colgaban adornos de copos de nieve. Recostados contra los casilleros, los chicos invitando a las chicas. Algo simplemente estúpido. Y como es habitual, nadie me ha invitado ni me invitará.

El baile es mañana, y es de todo lo que se habla. Las chicas organizan salidas juntas para comprar sus vestidos, maquillarse y peinarse juntas y los chicos conversan sobre qué habitación en qué hotel alquilarán para esa noche, a la espera de que sus parejas tengan sexo con ellos luego del baile.

Choco contra un duro pecho, quien derriba mis libros. Maldigo y me disculpo en un farfullo, mientras me agacho a recoger mis papeles tirados. Una mano masculina comienza a ayudarme, y cuando levanto la mirada, veo al Dios de la secundaria: Nathan Reynolds.

Nathan es el novio de Heyly, como cualquier buena pareja americana. Jugador estrella de fútbol más porrista igual amor y reinado eterno.

—Lo siento —me dice.

Yo no le respondo, por miedo a que me insulte, aunque es de los pocos que jamás lo han hecho.

Levanto mis cosas e intento continuar con mi camino, pero él me detiene, tomándome de la muñeca.

—Hey —me dice.

—¿Qué, Nathan?

Él baja la mirada y se rasca la nuca.

—Me pregunta si… sabes que el baile es mañana y bueno… quería saber si… querrías ir conmigo —suelta de pronto.

Yo miro con los ojos muy abiertos a Nathan. ¿Conmigo? ¿Con «la nerda Jazz»? ¿La «enana obesa Jazz»? Esto debe ser una broma.

Finjo pensármelo un poco, pero la respuesta es obvia. Estas cosas superficiales de los bailes, vestidos y maquillaje no van conmigo.

—No.

—Por favor —insiste, haciendo puchero. Se ve tan… sexy. Sus ojitos azules brillan con súplica.

—No.

—¿Por fis?

—No. Y eso sonó gay —le espeto.

El suspira y se arrodilla frente a mí.

—¡Jazz Collins, ¿quieres ir al baile conmigo?! —Grita, y la atención de todos se desvía hacia nosotros.

—¿Qué haces Nathan? Todos nos están viendo —le comento, sonriendo falsamente, sintiéndome asfixiada con todas las miradas sobre mí.

—Si dices que sí, me detengo —susurra, sonriendo.

Resoplo y asiento. Debo admitir, que Nathan no es tan desagradable. Cuando está lejos de su novia, es bueno conmigo.

—Pasaré por ti a las seis —guiña y se va, triunfante.

Esa tarde, luego de la escuela, entro a una tienda y compro un vestido color coral que me queda aceptablemente lindo. Me maquillo y peino, preparada para el baile.

Son las ocho y no tengo señales de Nathan. Y mis esperanzas de que aparezca se desvanecen cuando mi teléfono vibra con un mensaje suyo.

Feliz baile de invierno, nerda.

Mis ojos comienzan a lagrimear y subo corriendo a mi habitación. Me quito con ira el vestido y le lanzo uno de los tacones blancos al espejo, rompiéndolo. Lloro y me quedo escuchando música toda la noche, odiando a Nathan y anotándolo en el Libro Negro.

Revenge©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora