I. El niño

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Regresaba de una de sus noches de borrachera, con sus sentidos de detective anulados por la gran cantidad de alcohol recorriendo en sus venas.

Acortó camino por un callejón que salía a unas tres casas de la suya, cuando escuchó una voz. Ya era demasiado tarde para que las personas anduvieran por la calle, así que su sentido de detective y ex policía se activaron nuevamente, olvidando el alcohol ingerido.

Se acercó con gran sigilo al lugar de dónde provenía esa voz y se dio cuenta que estaba muy cerca de su casa.

Ran —pensó, pues se encontraba sola en casa. Aunque también tenía al pequeño aprovechado haciéndole compañía.

—Lo siento Ran. —La voz que escuchaba tomó forma, y ahora logró captar las palabras—. Lo sé, sé que llevas mucho tiempo esperándome, pero el caso en el que estoy es muy difícil. —Reconoció la voz, aunque tenían tiempo sin verlo, no podía olvidar esa forma de hablar de quien se da ínfulas de detective y ahorita anda lejos porque no puede resolver un caso.

No puede resolver un caso, eso demuestra que no hay mejor detective que Mouri Kogoro. —Ya se estaba vanagloriándose, cuando reaccionó un poco—. Pero si dice que no puede volver porque esta con un caso muy difícil, ¿por qué lo oigo tan cerca?

Nuevamente empezó a acercarse lentamente a su hogar y gracias a la oscuridad de la noche pudo hacerlo sin ser percibido. Ahí fue cuando lo descubrió. Sentado en el escalón donde empiezan las escaleras para ir a la oficina y a su casa, estaba el mocoso aprovechado hablando por teléfono utilizando ese feo moño rojo para hablar, pero escuchó que su voz era distinta, esa voz le pertenecía al mocoso detective.

—Lo siento Ran, espero puedas seguir esperándome. Este caso está tomando más tiempo del que me gustaría además debo dormir un rato para levantarme a atender mi caso. Me imagino que pronto ha de llegar tu papá. Buenas noches. —Sintió que estaba escuchando algo que no le correspondía, pero al estarlo observando vio como guardaba ese extraño aparato que le cambiaba la voz y el celular que utilizó para hablar con su hija en su bolsillo izquierdo del pantalón y del derecho sacaba otro teléfono celular que lo diferenciaba del otro solo por un colgante de balón. —Bien, falta poco para que occhan llegue —exclamó al ver la hora en su celular. Kogoro sentía que ese era su oportunidad para salir y enfrentarlo.

Regreso sobre sus pasos y se volvió a dirigir a su casa, pero ahora si haciendo el ruido correspondiente de sus pisadas.

Ojisan bienvenido a casa. —Le sonrió como el niño pequeño que fingía ser, eso le causo cierto repelús, porque si no fuera que lo descubrió hablando con su hija utilizando otra voz nunca hubiera sospechado de él.

—Conan quiero hablar contigo, acompáñame a dar un paseo —pidió utilizando una seriedad en su voz que no solía utilizar.

—Está bien ojisan pero déjame avisarle primero a Ran neechan. —Sin darle oportunidad de negarse el niño subió, pero no tardó mucho—. ¿A dónde quiere ir ojisan?

—Sígueme. —No dio otra indicación, más que esa. Quería hablar con él, pero sabía que en su casa con presencia de su hija no diría nada, así que debían ir a un lugar alejado.

Ojisan ¿a dónde nos dirigimos? —cuestionó y notaba algo de sorpresa en su voz.

Al fin se detuvo, habían avanzado unas cuantas calles, él caminando siempre delante del niño. Ahora lo volteo a ver para encararlo.

—Así no es como me sueles decir —dijo mientras lo miraba seriamente.

—¿A qué te refieres ojisan? —Notó sorpresa en su voz.

La persona que menos pienses se puede convertir en tu mejor aliadoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant