—Sí, invite a Vega a Hogsmeade —respondió Harry mirando a los ojos a Snape—. Disculpe profesor, pero no veo cómo mis intenciones con Vega sean un asunto de su incumbencia.

—Mocoso insolente...

—Potter tiene razón, Severus —lo interrumpió McGonagall lanzándole una miras a de advertencia—. La vida y relaciones de los alumnos no es algo en lo que los profesores puedan ni deban intervenir, siempre y cuando se mantengan dentro de las normas del colegio. Por si no lo sabes, esa fue la primera regla que escribió Dumbledore al convertirse en director.

Severus guardó silencio, pero sus ojos se mantenían clavados en Potter, mientras su sueño de la noche anterior se reproducía en su mente. Vega tampoco se veía muy enojada ante la propuesta. Tenía que hacer algo antes de que fuera demasiado tarde, aunque sus opciones eran muy reducidas.

—¿Era eso lo que hacían ustedes ahí? —preguntó McGonagall mirando a los tres Gryffindor— ¿Acompañar a Potter para pedirle una cita a Prince?

—Así es, profesora —respondió Hermione mientras los otros dos asentían—. Fue entonces que llegó Malfoy y trató de llevarse a Vega a la fuerza.

—¡Claro que no! ¡Fue Potter el que se me echó encima como un sucio muggle y me golpeó en la cara! ¿Acaso no ve la sangre?

—Harry solo me defendía, profesora. Si no fuera por él, quién sabe lo que Malfoy hubiera sido capaz de hacerme.

Vega sabía que eso era un poco exagerado. Si Potter no hubiera estado ahí, Blaise y Theo la hubieran ayudado. Sin embargo, esta era la oportunidad perfecta para dejarle claro a Malfoy y a Lyra que ella no estaba interesada en él, y de paso, alertar a McGonagall del acoso del rubio.

—Eso no es cierto y lo sabes, Vega —respondió Draco— Potter fue el que me agredió sin razón, y tengo testigos que me respaldan.

—No va a creerle a Crabbe y Goyle, ¿o sí, profesora? —interceptó Vega, sabiendo cuál era el plan de Malfoy.

—No sólo están ellos, profesor —se defendió Draco y señaló a las tres Hufflepuff presentes—. Ellas también lo vieron.

Lyra, quien tenía los ojos llenos de lágrimas por el interés que Draco mostraba por su hermana, levantó la mirada en shock. No se esperaba que el rubio pusiese su atención en ella, y mucho menos que mintiera por él.

La rubia miró a sus amigas, quienes tenían miedo reflejado en sus ojos. Caroll le había dicho una vez que su padre trabajaba para el padre de Draco, lo que obligaba a la chica a colaborar con Malfoy. Daisy, por otro lado, siempre había demostrado tenerle miedo a Draco y a su pandilla, aunque nunca Le había dicho la razón.

Lyra miró a su hermana, quien la veía expectante, al igual que los Gryffindor. Zabini y Nott, por otro lado, la miraban con los ojos entrecerrados, como esperando a que respondiera mal. Su mirada se dirigió a Draco, pero éste había vuelto a mirar a Vega, lo que originó un sentimiento de ira e impotencia en la rubia.

—Así es, profesora —murmuró bajando la mirada—. Es mentira que Draco haya atacado a Vega. Potter lo golpeó sin razón.

Vega se alejó varios pasos de su hermana, sin poder creer lo que la rubia acababa de decir. En ese instante, Ron, Hermione, Theo y Blaise saltaron a tratar de desmentir a Lyra, mientras ella y las otras dos Hufflepuff guardaban silencio. Harry, por su parte, miraba sorprendido y un poco decepcionado a Lyra, mientras Draco y sus gorilas sonreían con superioridad.

—La señorita Prince no tiene por qué mentir, Weasley.

—¡Y nosotros tampoco, profesora!

McGonagall no se veía muy convencida, pero tampoco tenía por qué dudar de la palabra de Lyra, mientras Ron, Hermione y en especial Harry, ya le habían mentido varias veces en el pasado, aún si era por la razón correcta, una mentira seguía siendo una mentira. Además estaba la famosa rivalidad entre Potter y Malfoy.

—En ese caso, Potter, temo que tendré que revocar tu derecho a ir a Hogsmeade este fin de semana por agredir físicamente a un compañero.

—¡¿QUÉ?!

La oficina volvió a explotar en reclamos y acusaciones. Unos acusaban a Malfoy de haber agredido a Vega primero, y otros que Malfoy habría hechizado a las Hufflepuff para que lo apoyaran.

Vega, por su parte, miraba a su hermana con una mezcla de sorpresa, decepción y furia. Lyra jamás había dicho una mentira en su vida, mucho menos para perjudicar a alguien más.

—¿Qué demonios te pasa? —siseó la pelirroja tomando el hombro de su hermana con brusquedad— ¿Tan ciega te tiene este imbécil que no eres capaz de ver el daño que le causa a los demás?

—¡No voy a tolerar más quejas! —exclamó McGonagall, haciendo callar a los presentes— Todos ustedes servirán una semana de detención con sus respectivos jefes de casa, y la sanción de Potter se mantiene. Ahora vayan y regresen a sus salas comunes.

Las Mellizas Prince [Harry Potter/Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora