VII. No me dejes solo

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Sus piernas temblaban, Slaine estaba nervioso y no podía hacer más que temblar como gelatina, no quería hacerlo, sabía quién estaba detrás de aquella puerta, sus ojos ambamarinos a punto de desbordar en lágrimas desesperadas, él miró a Inaho, suplicándole en silencio total, y el castaño lo supo, sabía lo que Slaine le estaba pidiendo, pero no se lo daría.

Bat necesitaba saber que nada era su culpa.

El conde tragó saliva, en las últimas semanas había logrado sentirse una persona normal, había hecho desaparecer Vers detrás de la espesa neblina, y, él se convirtió en un simple Terrano, probó la vida siendo una de sus más dulces experiencias, saboreó el dulzor de la esperanza, querer, querer era maravilloso, su cabello desordenado caía en todas direcciones, estaba desesperado, sólo, necesitaba apoyo, e Inaho lo miró, y, a su vez, le admiró, como una pequeña obra de arte que se retorcía en la belleza misma de su agonía, sus ojos verde agua, mostrando un ligero brillo parecido al blanco perlado, pequeñas gotas de sudor cristalinas bajando por su frente, le encantaba esa mirada, como si él fuera algo digno de admirar, de adorar, como si valiese la pena.

Pero la duda se arrastraba desde el fondo de su mente, arrastrándose cizasoñosa.

—Y-yo... orange.

—¿Sucede algo?

—¿Tú también me dejarás?

—...No.

Slaine sonrió.

—Eso es bueno.

—¿Por qué?

—Me cansé de estar solo.

HeartlessWhere stories live. Discover now