Capítulo 13: Irremplazable

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No dije nada, solo le apreté yo esta vez aún más fuerte, acumulando mis lágrimas sin dejar que se derramaran. El olor de su colonia era embriagador, la aspiraba queriendo que mi piel se impregnara de ella.

No quise interrumpirnos con simples palabras, a pesar de que quería averiguar cómo sabía dónde  me encontraba y por qué estaba en peligro, para mí era suficiente en ese momento abrazarle y saber por fin que me percibía de la misma manera que yo a él.

Mis sentidos se habían centrado únicamente en nosotros, como si alrededor no existiera más materia que nuestros cuerpos, más sonido que el que provocaba nuestra respiración, más olor que el de nuestra ropa o perfume y, como si solo pudiéramos probar el sabor de nuestra piel y de nuestros labios. Cerramos los ojos, dejándonos llevar por un estímulo del corazón para intensificar todos los demás sentidos. Un abrazo no es un abrazo si no se hace con los ojos cerrados; Y necesitaba que durara algo más. No quería separarme, no quería que el tiempo pasara. Necesitaba quedarme allí, junto a él.

-¿Qué ha pasado?- preguntó Maya inquieta segundos después, devolviéndome a la realidad.

Desenlacé mis brazos de Nathan lentamente, poniendo mis manos sobre sus bíceps, y giré mi cabeza para mirarla.

Estaba justo delante de Vítor, que le sacaba una cabeza a pesar de que llevaba tacones, y había alzado el brazo para examinar un pequeño corte en la ceja derecha de éste, evitando mirarle directamente a los ojos. Vítor se quejó haciendo una mueca de dolor cuando le rozó y, ella se disculpó.

-Apenas duele-le sonrió con ternura mientras ella se fijaba ahora en el chichón de su frente. Aparte de eso, parecía no tener nada más.

De repente viré la cabeza para examinar a Nathan -que mantenía sus manos sobre mis caderas-, y estábamos tan cerca el uno del otro que cuando lo hice, nuestras narices se rozaron. Sentí golpear con fuerza mi corazón al latir contra mi pecho.

-Estoy bien-me aseguró con la voz entrecortada y mirándome fijamente a los ojos, averiguando lo que quería saber.

Le devolví la mirada. Podía haberle creído pero al notar cómo presionaba su mandíbula, supe que estaba haciendo un esfuerzo para que no me diera cuenta que estaba herido. Así que le examiné más detenidamente y me paré en la zona amoratada de su mentón, sabiendo que había más, que su respiración no era trabajosa y lenta porque tuviera un simple golpe.

-Estoy bien-volvió a decirme, buscando mi mirada y apartándome un mechón de la cara.

Por poco me engaña cuando, con las manos en sus bíceps, noté un líquido caliente descender sobre la yema de los dedos de mi mano izquierda. Al sentirlo, la retiré en un movimiento reflejo y le subí la manga de la camiseta para ver cómo un corte recto de varios centímetros le recorría el brazo. Sorprendida, absorbí una bocanada de aire y me tapé la boca para no jadear.

-¡¿Cómo te has hecho eso?!-gritó  Maya colocándose a mi lado.

-No es nada-Intentó tranquilizarnos bajándose de nuevo la tela para que no pudiéramos ver.

Se me ocurrían miles de formas por las que podría tener una herida así y ninguna de ellas era causa de un accidente. El amuleto tenía algo que ver, estaba segura, pero ¿cómo?

-El idiota salió corriendo cuando se lo estaban curando en urgencias-nos informó Vítor.

Maya se sacó un paquete de pañuelos del bolso y le entregó uno a Nate, éste se lo presionó contra la herida. Me dio a mí otro para limpiarme y luego se acercó a Vítor.

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora