Relato 1

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En la vida siempre llega un momento en que tocas fondo, en que todo lo que antes era un paraíso se convierte en paredes de concreto alrededor de ti, en una jaula permanente en la cuál el único prisionero eres tú, prisionero de tu mente, prisionero de tus problemas o simplemente eres un preso que solo se sienta a esperar que esas paredes se rompan o caigan solas.

La vida no hace nada por sí mismo, es un conjunto de situaciones que son proporcionales a tus actos pasados y presentes, es como una tarjeta de crédito, compras y disfrutas hoy pero sabes que tarde o temprano tienes que pagar la factura que  llega de forma puntual a la puerta de tu casa, este es un corto relato de la vida real.

Dicen que después de la tormenta viene la calma pero en mi caso creo fué al revés, la tormenta llegó inesperada y salvajemente después de la calma y de toda la felicidad que tenía.

Les ha pasado que se han sentido tan mal, tan débil que se muestran incapaces de seguir con su vida normal, es como si el peso de todos los problemas en el mundo estuvieran sobre tus hombros anclándote para siempre en el mismo putrefacto lugar sin opción a moverte o si quiera alzar la cabeza para ver que hay más allá, para ver qué otros caminos podías haber tomado cuando tuviste la gran oportunidad de hacerlo.

Esto me sucede ahora, cuando estoy en un punto de mi vida donde tengo 27 años sin un futuro por delante, sin un trabajo estable, endeudado y con una pareja que por más que me ame con locura sus ojos a veces demuestran aburrimiento, de mi situación o tal vez de mí, la verdad no lo sé. Tengo 3 años de relación con ella y las ganas de vivir juntos y casarnos la invaden de forma frecuente, pero ella sabe la situación en que me encuentro y  que no puedo ni pagar mi plan móvil, peor  para mantener una casa y una familia, irónicamente también tengo 3 años sin un trabajo estable.

Acá en Ecuador no hay trabajo y a pesar de que estoy por sacar mi título en la universidad, las ofertas de un trabajo bueno no llegan nunca a mi correo electrónico, los buenos trabajos se los llevan las personas que tienen contactos o como se les dice acá: "una palanca", sumado al problema social que tenemos de excesivo ingreso de venezolanos a nuestro país, hacen imposible la fortuna de tener un trabajo, ya que las pocas ofertas que existen son para los venezolanos que huyen del infierno en que se ha convertido su bello país.

Pero no me mal interpreten, no es que odie a los venezolanos ni nada parecido, es simplemente un comentario reflejado por la impotencia que siento al ver que nuestro país no logra avanzar, el socialismo impera en nuestro continente y Ecuador no es la excepción.

Los presidentes electos hambrientos de hacer historia y de demostrar sus capacidades de mejorar al país con hechos, se ven acorralados muy pronto por el vicio del dinero y del poder que este ofrece, robar lo que más se pueda de un país en el cuál la justicia es un chiste pasa a ser el único objetivo del mandatario electo por el pueblo.

En mi situación de desempleo se encuentran miles de ecuatorianos, algunos dañan su camino y su vida empezando a robar para poder comer, es allí donde me pregunto: ¿El ladrón nace o se hace?, pues con lo que he visto en estos últimos años he llegado a la conclusión que el ladrón se hace por la carencia de trabajo y por la desesperación de poder mantener a su familia. Y es que en Latinoamérica todos roban, algunos roban con guante blanco y buena vestimenta, otros parados en la tarima de una iglesia dando un sermón para llenar la vacías almas de algunos que necesitan algo en que creer, otros son presidentes de naciones y por último los clásicos ladrones sucios y mal encarados que solo con verlos tú ya sabes que vienen a despojarte de tus pertenencias que con tanto esfuerzo  adquiriste.

Por mi cabeza han pasado muchas ideas malas pero robar nunca ha sido parte del baile de ideas que tengo en mi desocupada cabeza, a pesar de todo lo malo que vivo ahora eso poco a poco me ha llevado a empezar a hacer lo que tanto amo o sea escribir.
Plasmar ideas en un pálido papel o en el ya clásico Microsoft word siempre fué mi sueño, porque a pesar de que he leído tantos libros que ya perdí la cuenta nunca se me había ocurrido escribir absolutamente nada.

Ahora escribo guiones de televisión para un reconocido Director aquí en mi país, gracias a eso he podido generar algo de ingresos para mantenerme, pero aún no es suficiente hay días en que no tengo ni para viajar en la metro, escribir no te hace rico ni nada por el estilo, pero hay que admitir que llena un gran vacío en tu alma.

Nunca he sido un hombre religioso ni nada que se le parezca, soy ateo hace más de 10 años pero a veces entiendo a esas personas que rezan a Dioses imaginarios sacados del libro más vendido y sobrevalorado que es la biblia, su único objetivo es encomendar sus necesidades y esperanzas en algo, eso me imagino los hace sentir felices y tranquilos.

En resumen mi vida sigue igual, de la misma forma como se los conté al principio, con 26 años no tengo nada estable ni si quiera un departamento para presumir, no tengo absolutamente nada, solo tengo mis ganas de salir adelante y superarme en este difícil mundo, y les digo algo eso es lo único que se necesita, ser positivos y tener la suficiente fuerza para romper esa ancla que nos hunde en el pavimento de un lugar oscuro y no nos deja continuar con los caminos que la vida nos tiene más adelante.

Esta no es una historia cómica ni de ficción, es la triste realidad que tienen algunos en su vida, no solo en Ecuador hay casos así, esto es algo global.

Vivimos en un mundo donde pocos tienen mucho y donde muchos no tienen nada.

Andrés Lainez

Pensamientos en blanco y negroWhere stories live. Discover now