Capítulo 25.

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Intento número: Diecinueve.

Aria aún no salía del cuarto, cansado de esperar se puso de pie para caminar hacia el ventanal que daba hacia un balcón, pero justo antes de llegar, hubo algo que llamo su atención. Cerca a la pared, a mano izquierda, debajo del cristal que protegía una pequeña mesa de madera, se hallaban varios papeles blancos colocados estratégicamente bajo este, que él inmediatamente reconoció.

—Alguien me los obsequió —escucho la voz de Aria detrás de él. No sabía en que momento había salido del cuarto. Observó los pequeños papelitos que él mismo había digitado, inspirado en sus canciones favoritas y en ella. —No se quién me los ha enviado... —Concluyó.

Quería decirle que había sido él quien se los había enviado, pero algo le decía que este no era el momento indicado. Además, sería bastante incómodo, pues llevaban varias semanas sin hablar y no sabía cómo reaccionaría, era algo que no ansiaba ver y no quería alejarla de nuevo con sus tontas acciones. Aunque entendía, que estaba allí porque moría por verla; los días que estudiaba en la universidad, sin falta alguna, él estaba desde las sombras observándola, no importaba la distancia o si tan solo la veía pasar, simplemente era suficiente. En verdad, los fines de semana se habían convertido en una tortura.

Dándole aún la espalda, repaso las frases que estaban allí puestas en una tipografía Times New Román en color negro. Ella le había quitado el papel plástico, que él había puesto cuidadosamente para que no se derramara el contenido de las pequeñas cajas blancas con frutas y dulces, que le había enviado todos los días durante dos semanas.

— ¿Y por qué las has puesto aquí? —Preguntó señalando la pequeña mesa.

Un escalofrío pasó por todo el cuerpo de Thiago, haciéndolo sonreír, menos mal Aria estaba atrás suyo porque sino se habría dado cuenta que había sido él. ¡Le había gustado aquel detalle! Y el hecho de que tuviera los pequeños papeles allí, lo demostraba, aunque ella no no supiera quien los envío. Quería besarla, todos los dioses del universo sabían cuánto moría por hacerlo, pero debía contenerse, no era el momento.

Pasaron algunos segundos y Aria no respondió a su pregunta. Thiago se giró cuestionando:

—Son unas frases bonitas, ¿quiénes son los autores?

Aria lo miro con extrañeza, mirándolo fijamente a los ojos, como si quisiera descifrar algo en ellos, posiblemente sospechaba algo. Sin embargo, Thiago supo disimular muy bien y la miró con las cejas levantadas, esperando una respuesta. Finalmente ella contestó:

—Son... Mmm... Frases de canciones —hablo en voz baja, mirando la pequeña mesa. —Hay una que me gusta mucho y es está. — Se acercó un poco más a la mesa quedando él atrás, y con la mano derecha señaló uno de los escritos que decían: "Mi mayor deseo es que los dioses del amor estén para protegerte."

Thiago sonrió brevemente, de algún modo supo que esa frase de una canción de reggae llamada: "Você Me Encantou Demais" del grupo Natiruts de Brazil, llamaría su atención. Pues cada vez que la escuchaba la recordaba a ella irradiando su luz, esa energía tan propia de ella que le atraía tanto y que le inspiraba tanta paz. Él nunca imagino que encontraría una mujer así, solo ella, había logrado cautivarlo de esa inigualable manera.

—No había escuchado nunca antes esa frase. — Dijo para romper el silencio, y aunque era un mentiroso al decir aquello, no podía permitir que Aria se diera cuenta que había sido él, por el momento.

—Es de una canción de reggae, es bastante buena. —Contestó sin agregar nada más.

Ella se encontraba bastante cerca a su cuerpo, no quería pensar en esos momentos en los efectos que su cercanía provocaba. Quería tocarle el cabello, sentir desde más cerca el aroma a frutas de su cuerpo, pero debía detenerse antes de hacer algo, antes de que ella huyera de él, está vez quería hacer las cosas bien.

Solo Ella ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora