Capítulo 17.

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Intento número: Dieciocho.

Un leve escalofrió paso por el cuerpo de Aria, cuando él le hablo cerca a su oído, haciendo que su corazón se acelerará y la sangre le subiera hasta el rostro. Olio el perfume que ese hombre llevaba puesto e inhalo la fragancia que hizo que sus ojos se cerraran. Quería arrojarse a él, cuando alguien se lanza del edificio más alto, pero sabiendo que algo o alguien la atraparía.

—Sí. —Le respondió con un ligero susurro.

Thiago, exhalo una gran bocanada de aire y sintió como un extraño alivio paso por todo su pecho haciéndolo sonreír. Esta era su oportunidad, y hasta de pronto, la única que podría tener con ella y no la desaprovecharía perdiendo su tiempo. La canción termino, y comenzó otra con un ritmo bastante suelto, las personas se empezaron a mover a sus lados, pero ambos estaban ensimismados el uno con el otro, como para darse cuanta de lo que sucedía a su alrededor. Thiago, llevo la mano que tenía en el hombro, y la poso en la mejilla de Aria, con la mano izquierda la atrajo más hacia él. La miro a los ojos y vio como con las luces y los reflectores del establecimiento sus ojos resplandecían provocando magia en su interior. Se acerco lentamente, agacho un poco la cabeza y deposito primero un dulce beso en los sonrojados labios de ella, esperando una mala reacción, que nunca llego; así que profundizo el beso, acariciándole hasta el alma y continuaron bailando con un ritmo lento de una canción equivocada.

Después, se dirigieron de nuevo a la mesa donde se encontraban Kalleim y Leiny, que habían observado todo asombradas. Bebieron un poco más entre besos, miradas cómplices, que no eran capas de esconder de sus acompañantes y mucha más charla. Eran la una y media de la mañana cuando él y ella salieron solos del bar, para tomar el mismo rumbo. Pidieron un taxi, ya que estaban demasiado embriagados como para conducir, y cuando llegaron a la entrada del edificio en el que vivía Thiago se dieron otro beso.

—Sígueme —le pidió él.

Se subieron al ascensor riéndose por los efectos del alcohol, la joven se quito los tacones cargándolos en una de las manos, Thiago presiono el botón número catorce que correspondía al piso en que vivía, se dieron algunos besos más y uno que otro toqueteo por parte de él. Bajaron del ascensor, el joven saco las llaves abriendo la puerta del apartamento que quedaba frente al elevador. Una pequeña lámpara en una mesa de noche, iluminaba toda la sala. Inmediatamente, Aria paso el pórtico la levanto haciendo que los pies de ella rodearan su espalda y apoyándola en la pared, besándola. Ella arrojó al suelo el calzado.

—No puedo creer —le dio un beso en el cuello, haciéndola reír por las cosquillas que ese toque le causaba—... Que estés —le beso la mandíbula—... Aquí. —Se detuvo y la miro a los ojos.

—Yo tampoco. —Le sonrió, llevando las manos atrás de la cabeza de Thiago, besándolo.

Con los pies de ella aun envueltos en su espalda, camino hasta llegar al sofá y allí se sentó quedando ahora Aria, sentada encima de él. Paso las manos por el cabello castaño de ella soltando los finos hilos de seda del pequeño amarre; que cuando cayeron desprendieron un magnifico olor a frutas. Miro hacia el escote del cuello sintiendo como el deseo se encendía dentro de él. Con una mirada le pidió permiso para que lo dejara quitarle el vestido, quedándole en la pequeña cintura. Miro sus pechos que estaban adornados con un hermoso sujetador color negro y no pudo contener las ganas de pasar sus manos por ellos, levanto la mirada y noto que Aria tenía los ojos cerrados, acerco sus labios a su cuello y lo empezó a besar pasando sus manos por la espalda y con un preciso movimiento soltó el sostén que quedo sujeto por unos estorbosos tirantes.

—Eres hermosa —le dijo, cuando con un leve roce le quito los tirantes. Aria dibujo una línea en su boca apenada.

Se acercó besándola, mientras tanto Aria comenzó sacarle la camisa quedando ambos a la par. Ella se puso de pie, por lo que el vestido callo completamente al suelo quedando tan solo con una prenda color blanco con algunas rosas estampadas y el cabello cubriéndole los pechos. Thiago la observo anonadado, sintiendo algo más que deseo recorrer su cuerpo.

—Eres perfecta —. Nunca antes había pronunciado esas palabras que se quedaban cortas para ella.

La tomo de la espalda y de las piernas, llevándola a la habitación de huéspedes. La depositó en la espaciosa cama y antes de ponerse encima de ella se quitó el pantalón.

—No tienes que hacer esto, sino quieres. —Sin embargo, Thiago le pedía a todos los dioses en los que creía la humanidad que por favor no permitieran que ella se arrepintiera de estar ahí con él.

—Esto es lo que quiero —agregó ella, tocándole él rostro y haciéndolo estremecer. Lo atrajó dándole un dulce beso.

Aria hizo un ademán quedando encima de él, así que le empezó a besar el rostro, el cuello y el pecho repartiendo uno que otro beso. Se sentó derecha y observó por la breve luz que entraba de las ventanas los marcados abdominales. Thiago no aguanto más y con un movimiento hizo que su cintura mitigará el dolor que lo estaba matando. Aria lo miro sorprendida y eso a él le causó gracia haciendo que la besará. Ella con un leve roce empezó a mover las caderas por algunos minutos, haciendo que pequeñas electricidades pasarán por el cuerpo de ambos. Ese ritmo él no lo iba aguantar por mucho tiempo.

—Mi turno —. En un hábil movimiento, Thiago quedó encima de ella.

Apoyo una mano en el colchón y con la otra, rozo el estómago de Aria, notando como este se movía, después marco pequeños toques en los senos de ella, fijándose como ella se contorsionaba bajo él. Su piel era suave mucho más suave que el algodón, observó algunos lunares que tenía por su cuerpo y por alguna razón trataba de recordar dónde quedaban cada uno. Llevó su mano hasta el elástico de los interiores y antes de proceder miro a Aria que de nuevo con la mirada le dio permiso de que hiciera lo que fuera a hacer, así que la acarició viendo como ella se volvía literalmente loca. Se apoyo en las rodillas, quedando en medio de las caderas, quitándole la última prenda que quedaba en su cuerpo.

— ¿Tomas la píldora? —Le preguntó, cuando se había quitado el bóxer.

—Sí.

Esa fue la palabra mágica. Nunca antes había tenido relaciones sexuales sin condón, pero quería sentirla a ella completamente, sin ningún elástico que estuviera en medio de los dos. Tomo las manos de Aria y las llevó a cada lado de la cabeza.

—Te he deseado tanto —hablo con voz ronca.

Y así fue, esa noche Thiago hizo suya a Aria volviéndola loca a ella, y de paso a él.


Intento número: Dieciocho. COMPLETADO.

► En galería Toni Mahfud como Thiago


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