Capítulo 1

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CAPITULO 1: Transformaciones

Mi vida siempre había sido normal, con unos padres normales y una familia normal. O eso pensaba yo hasta que cumplí quince años.

Mis padres y yo vivíamos  en nuestra casita de dos plantas. Justo al lado habían unas casas distintas que a pesar de estar a nuestro lado pertenecían a otro barrio.

En una de las casas de ese barrio vivían Jorge y María, amigos de toda la vida de mis padres qué tenían también un hijo de mi edad: Héctor.

Héctor y yo nos lo pasábamos muy bien de pequeños.

–¡Héctor,  juega conmigo porfa!

– ¡No, a las muñecas no! –dijo enfadado.

–Bueno vale… Jugamos a otra cosa.

– ¡Al escondite! Ya puedes esconderte bien, Lucia, porque pienso encontrarte.

Siempre estábamos jugando pero cuando comenzamos el instituto nuestras amistades cambiaron y poco a poco nos separamos. Además casi nunca nos encontrábamos y cuando lo hacíamos simplemente saludábamos tímidamente.

Muchas veces cuando tenía trece años soñaba con él aunque no le hubiera visto en meses y no podía sacármelo de la cabeza. De todas formas nunca me atrevía a hablarle como hacíamos antes de pequeños. 

Pero en las navidades mis padres decidieron organizar una comida de navidad e invitarlos.

–Esta navidad vamos a pasarla con la familia Rivas –Anunció mi padre.

–Sí, últimamente nos hemos distanciado un poco y cuando vi a María en el supermercado y nos pusimos a hablar decidimos que era una gran idea –Dijo mi madre contenta.

Yo no dije nada, por una parte me alegraba mucho pero por otra me moría de vergüenza. Hacía tanto que no hablaba con él, apenas le conocía ya. Sólo sabía que era un chico guapísimo y que cada vez que me lo encontraba en la calle después tardaba días en dejar de pensar en él.

Los días fueron pasando y yo estaba cada vez más nerviosa, además no quise contarles nada a mis amigas porqué siempre hablaban mal de la gente del barrio de Héctor.

Así la Navidad llegó por fin.

El timbre sonó y todos saludaron, Héctor y yo tuvimos que darnos dos besos y me puse roja como un tomate.

Nuestras madres se rieron al ver lo tímidos que estábamos siendo el uno con el otro. No sé como pasó que después de un buen rato Jorge y mi padre salieron un momento y María y mi madre se quedaron en la cocina.

Ya no había más remedio que romper el silencio o desde luego pensaría que era un bicho raro.

–Bueno… Soy Lucia –me di cuenta de que presentarse no tenía sentido. ¿Qué narices estaba haciendo?

–Lo sé jeje… –rio tímidamente.

–Sí, es verdad, no sé por qué he dicho eso… 

–Nada, esta bien presentarse a alguien que ya conocías es divertido. Encantado Lucia, soy Héctor –bromeó.

Entonces los dos reímos y sin saber de que manera la conversación comenzó a ser fluida, divertida y muy agradable.

A partir de ese momento nuestra amistad empezó de nuevo. Aunque  yo sabía que entonces ya si que no podría dejar de pensar en él nunca más.

Estrella RojaWhere stories live. Discover now