Capítulo 5

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                                                 Capítulo 5 - Cambio de actitud

Aquella noche fue muy larga, estuve pensando en mis padres, en que ya no les volvería a ver. Me ponía muy triste pensar en cómo de mal lo estarían pasando pero el mundo de los vampiros parecía demasiado peligroso para los humanos, tenía que hacerme a la idea de que no les vería más por mucho que me doliera. Todo era culpa de ese maldito ser que tenía como primo, odiaba a Sergio. Aun que me daba un poco de miedo acercarme a él…

A la mañana siguiente las nubes de la tormenta escamparon para dar paso a unos radiantes rayos de sol.

No estaba segura de si debía salir de la habitación o no porque a pesar de todo aún estaba molesta por las mentiras del tío Alfonso. De todas formas no me quedaba otra porque la garganta me picaba mucho y sentía la necesidad de sangre. Así que salí y fui al salón dónde el tío Alfonso y Alexandra tomaban sangre caliente de una tetera.

-Buenos días Lucia –dijo el tío Alfonso-¿Te encuentras bien?

-Buenos días, sí estoy bien…

-Siento mucho haberte mentido, Lucia pero si no lo hubiera hecho te habría costado mucho aceptar que eras vampira –explicó- a mí no me gusta mentir, pero es algo que debemos hacer en algunas circunstancias.

Parecía que se sentía muy culpable y yo no quería que se sintiera peor.

-Está bien tío Alfonso, lo entiendo. He estado pensando mucho esta noche y sé que el mundo de los vampiros es muy peligroso para los humanos.

Sonrió y me invitó a sentarme a desayunar, era curioso que tomaran la sangre como si fuera té. Pero eso no era todo en la mesa había también unas bandejitas con unos cuadraditos granates. El tío Alfonso me sirvió en una taza la sangre caliente, no dudé en bebérmela porque me moría de ganas de tomarla. El aspecto caliente y la textura espesa me recordaron al chocolate que beben los humanos, a mí me encantaba.

-Veo que tenías mucha sed –rió Alexandra.

-Sí… Bastante, ya volvía a picarme la garganta. Por cierto ¿qué es eso? –pregunté señalando a los cuadraditos.

-Oh, es una especialidad de Beatriz, es que a ella le gusta mucho experimentar y ver que es capaz de cocinar con la sangre.

-¿Se puede cocinar con sangre?

-Sí, pruébalo, es como si fueran bombones. Te gustará.

No se equivocaba, esa especie de bombón de sangre estaba muy buena.

Mientras seguíamos desayunando y yo ya iba por mi tercera taza de sangre el tío Alfonso me preguntó que pensaba sobre el tema de no poder ver a Héctor.

-Bueno… No es algo que me guste en absoluto pero ahora tengo que centrarme en aprender a vivir de esta manera, igual que Héctor estará haciendo con su padre. Dicen que con el tiempo todo se cura y que a todo se acostumbra una. Así que intentaré no pensar en él y distraerme con otras cosas –mentí. Él asintió, sonó muy creyente. A mi tampoco me gustaba mentir pero como bien había dicho el mismo tío Alfonso es algo que debemos hacer según las circunstancias.

Después de esa hora del desayuno el tiempo pasó deprisa, Alexandra y yo estuvimos dibujando. Sentía que me llevaba bastante bien con ella, todavía no la conocía demasiado pero me gustaba su compañía.

Al mediodía el sol brillaba más que nunca, me dieron ganas de salir a fuera, sentir el aire fresco y correr por el bosque. Me di cuenta de que estaba preparada para salir a fuera.

-¡Tío Alfonso! –le llamé alegremente

-Dime querida.

-Estoy preparada. ¡Quiero salir afuera! -Él río simpáticamente.

Estrella RojaWhere stories live. Discover now