Epílogo

1K 33 19
                                    

Hoy cumplo veinticinco años, y hace más de cinco que me marché de mi hogar, que olvidé todo lo de atrás y comencé una nueva vida en este lugar que tanto amo.

Puedo decir que acerté con mi decisión y que no me arrepiento de nada de lo que hice; ni de marcharme, ni de nunca volver, ni de mirar atrás.

Tengo una vida plena. Seguí con mis estudios, conseguí un trabajo, seguí teniendo a mi lado a Claudia y a David, me enamoré, tuve un precioso hijo y soy más que feliz.

Tuve un relación con Lucas por más de dos años, pero no funcionó. El tiempo nos hizo ver que queríamos cosas distintas, que ya no nos queríamos tanto como antes, que la llama de nuestro amor se había ido apagando poco a poco con los días.

En esos dos años fui feliz, bastante. Le quería, y Lucas me trataba de las mil maravillas, estaba en ese paraíso y supe que Sergio y Marcos rehicieron sus vidas.

Sergio está casado con una prestigiosa abogada, y muy bonita por cierto. Lo intentó con Esther, pero una vez más se equivocó y decidió cerrar ese capítulo de su vida para siempre. Ahora tiene dos hijos hermosos; una bebé de apenas un añito y un niño de tres años igualito al padre según he visto en fotos.

Marcos me contó que cuando nos vimos por última vez, la noche antes salió a un pub para despejarse y ahí conoció a Carla. Una chica muy hermosa que le daba todo lo que necesitaba, sobretodo felicidad y amor. Esa chica hizo que Marcos sentara la cabeza; retomó sus estudios, tiene un trabajo y ya llevan tres años juntos.

Claudia y David siguen juntos, cada día más felices. Tienen una niña de un añito que se parece toda a David, pero también con rasgos de Claudia. También tienen fecha para boda, y será dentro de unos meses, a pie de playa.

Por el contrario, supe que Lucía intentó hasta el cansancio conquistar a Sergio pero nunca lo consiguió, y cansada de arrastrarse se fue del país en busca del amor. Sí, del amor. Conoció a un guardaespaldas que la enamoró como nunca antes y se fue de su hogar en busca de él. Quería que formara parte de su vida.

¿Y qué más podría decir? Mi pequeño tiene dos años, y llevo con su padre tres años. Es un hombrecito que me aporta toda la felicidad que necesito. Es mi razón de vivir, y por la que sigo adelante pese a todo.

Su padre es el ser más maravilloso del mundo y ahora si puedo decir, llena de orgullo, que me enamoré. Ese hombre me hizo ver lo que era el amor pleno y correspondido al 100%. Me hizo tan feliz dándome como regalo a mi pequeño.

Todo empezó con una coincidencia, o mejor dicho, una afortunada coincidencia, para que terminase así; totalmente enamorada, y con un hijo a mi lado. Y es que nunca me arrepentiré de compartir mi vida con él.

Ahora solo me queda seguir mi vida, llena de nuevos obstáculos y nuevas sorpresas.

Yo me despido, y tal vez, para siempre.

Afortunada CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora