Capítulo 16 - Sola

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Ya habían pasado dos maravillosos meses desde que Marcos y yo empezamos esa relación tan bonita que tenemos.

No todo a sido color de rosas, pues tengo un novio muy atractivo y muchas mujeres se le acercan hasta cuando está conmigo. Son unas desvergonzadas trepadoras, de eso estaba segura.

De resto, está todo perfecto. Me trata maravillosamente, me soprende, me quiere, me mima, me da amor cada día, a cada hora. Es imposible no enamorarse de él.

Sergio sigue en mi vida. Sigue intentando conquistarme, y sigue siendo tan encantador como siempre. Tengo que ser sincera y admitir que me ha hecho dudar más de una vez, pero, ¿las dudas son normales, no? Supongo.

Claudia cada día está peor y yo no se como ayudarla. Me contó que notaba a David distante, que ya nada era lo mismo y que creía que la había dejado de querer. Le aconsejé que hablaran, y eso hizo. Ese mismo día me llamó llorandome contandome que David la había dejado, que como ella creía, él la había dejado de querer y no aguantaba más esa situación. Claudia estaba totalmente destrozada, y la entendía, estaba enamorada y ya no le correspondían, o eso es lo que dijo, pero estoy segura que David no la ha dejado de querer. La razón no la sé, pero sé que le mintió y que la sigue queriendo.

¿Y qué más ha pasado en estos dos meses? ¡Ah, sí, como olvidarlo! Lucía... Llevaba desaparecida desde la última vez que yo y Sergio nos la encontramos y nos contó que estaba embarazada, pero no tuve suerte, y un día volvió a aparecer.

*FLASHBACK

Era temprano por la mañana. Desperté entre sus brazos, protegida, amada, afortunada. Lo miré como dormía, y le acaricié el pelo por unos largos minutos. Hasta que aún con los ojos cerrados me dijo «buenos días, princesa», sonriendome y asustandome, pero haciendome la mujer más feliz del mundo. Porque con tan solo despertar a su lado después de una noche cargada de deseo, pasión y amor, era el mejor regalo que podían darme. 

Le contesté con un «buenos días, mi príncipe» y le besé en los labios. Empezó a hacerme cosquillas y después de intentar escaparme de él por un rato caimos rendidos en la cama teniendo una nueva sesión de besos.

Poco después se levantó y me trajo el desayuno a la cama. Comimos entre besos, sonrisas, más cosquillas, risas y más besos.

Estaba siendo una mañana perfecta, y de eso no cabía duda, pero prontó sonó el teléfono de Marcos y fui yo quien vio quien llamaba. Era Lucía.

- ¿Te sigue llamando? - dije alzando una ceja media molesta.

- No habíamos hablado desde que eres mi novia. Si te soy sincero, me había olvidado de ella. - dijo cogiendo el teléfono y alejandose de mi para poder hablar.

Me hervía la sangre. No quería que esa mujer se entrometiera entre yo y Marcos. Bajé las escaleras y fui a la sala para ver un rato la tele. Eso era lo bueno de que en mi casa nunca hubiera nadie.

Oí algunos gritos de Marcos pero no le quise dar importancia, total, él había decidido coger el teléfono en vez de dejarlo sonar.

Al poco rato bajó con cara de pocos amigos y se sentó a mi lado bufando y maldiciendo por lo bajo.

Después de unos minutos, habló.

- ¿No me vas a preguntar por qué gritaba o qué me pasa? - dijo algo cabreado.

- No.

- ¿Estás cabreada?

- No.

- ¿Me das un beso?

- No.

- ¿Quieres dejar de decir no? - dijo girandome la cara para que lo mirara.

- ¿Quieres dejar de preguntar tantas cosas? Me estresas. - le dije volviendo a mirar a la televisión.

Afortunada CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora