"Efímera oportunidad" - MilagrosMila

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Fandom: Superjunior


Una llamada hizo que se me acelere el corazón, se me nuble la vista. Estaba a punto de desmayarme. Pasé de ser el hombre más feliz al más deplorable del mundo, y quién sabe si a punto de enloquecer, y no era para menos, no después de escuchar claramente la terrible noticia que un policía me decía a través del celular.

Traté de calmarme, traté, pero no lo logré, me sentía furioso, muy furioso, y no sabía por qué, si se suponía que debía estar triste. Pero en cierta forma, sí sentía la tristeza, la sentía, y me estaba consumiendo poco a poco.

Y cómo no iba a estar en esa situación tan lamentable, si el amor de mi vida había muerto. Donghae estaba muerto.

Pasaron cinco minutos, quizá diez, o veinte. Estaba sentado en el sofá de la sala, no me movía, no pestañeaba, no reaccionaba, ni siquiera a los cosquilleos de una mosca que estaba en mi nariz desde hace rato. El tiempo, en ese trance, era nada para mí.

Llamaron a la puerta con toques rápidos y precisos, pero no pretendía abrir, no lo iba a hacer. Quería estar solo, necesitaba estarlo para asimilar ese desdichado capítulo de mi vida.

Otro toque.

Mis padres y yo, no teníamos una relación muy buena que digamos, ellos siempre me habían dejado a cargo de otra persona por su trabajo, no los odiaba, pero los necesitaba. Lo que daría por verlos de nuevo, no tengo idea porqué en estos momentos los recordaba. Quizá porque ese sentimiento era el mismo por Donghae. Mis padres parecían estar muertos, nunca nos contactábamos. Aunque sea hubiese querido despedirme con un abrazo, un "te quiero", un "no te vayas". Exactamente las mismas palabras para Donghae.

Otro toque más y otro más.

Ese era uno de los momentos en los que detestaba a las personas porque fastidiaban la vida de uno en los momentos menos oportunos.

Otro toque más.

Tanta era la insistencia que al final no tuve otra opción mas que abrir.

Un policía de aproximadamente cuarenta años con el ceño fruncido y la mirada dura apareció ante mis ojos, trayéndome información sobre mi presencia para reconocer el cuerpo en la morgue. Pero, sabía que era Donghae. No había necesidad de nada para comprobarlo. Mi corazón estaba muerto y eso era suficiente.

Y un problema sería si me preguntaban sobre familia de Donghae, sí la tenía, pero el problema era que solo sabía eso; que la tenía, pero no sabía nada más, solo eso.

No quise ser maleducado, pero de todos modos lo fui al cerrar la puerta en la cara del policía. No quería cargar con un problema más, ya eran demasiados conmigo mismo. Regresé al sofá que en ese momento se sentía como mi único refugio para sentirme un poco más tranquilo.

¿Qué había pasado?

¿Por qué todo fue tan repentino?

¿En realidad murió?

Miles de preguntas rondaban por mi mente, pero ninguna con una respuesta clara y coherente.

Recordé todo. Desde el instante que lo vi en la escuela hasta el día anterior a su muerte. Rememoré el momento en el que Donghae me decía que alguien lo seguía, y yo hacía caso omiso, pensando que era otra de sus ilusiones. Era tan fantasioso.

En los siguientes minutos, pensé tanto, pero tanto, que mi mente no pudo más, palpitaba cada vez más y más, necesitaba un respiro.

Tomé las llaves de mi auto, no quería estar en ese lugar por más tiempo, no en esa casa llena de recuerdos tan hermosos que dolían. Corrí hasta el garaje con los ojos nublados por las lágrimas que ansiaban salir. Tenía un mal presentimiento, pero daba igual. Abrí la puerta del auto y lo encendí. Apreté un botón que estaba en la pared para que se abriera el portón y así poder escapar de ahí. Porque eso quería, escapar. Ir muy lejos. Arranqué el auto y pisé el acelerador. Conducía cada vez más rápido.

Antología: El amor en tiempos de FanficWhere stories live. Discover now